Los demócratas se resisten a apoyar el pacto con Irán
Obama aún no tiene los votos que necesita para impedir que el Congreso frene el pacto
Lograr un acuerdo nuclear con Irán fue arduo y ahora la aprobación del pacto por el Congreso de EE UU se complica. Desde su retiro estival, el presidente Barack Obama se emplea a fondo para intentar ganar adeptos entre sus propias filas. El presidente ha sufrido dos serios rechazos: el del senador de Nueva Jersey Bob Menéndez, el martes, y antes, el del senador Chuck Schumer, que es judío y uno de los líderes del Partido Demócrata. Obama tiene por ahora mayoría para sacar el acuerdo adelante, pero su margen es muy estrecho.
A Barack Obama no le ha sorprendido el rechazo rotundo al acuerdo nuclear con Irán que le ha dado Bob Menéndez esta semana. Aunque tanto el presidente estadounidense como el senador de Nueva Jersey pertenecen al Partido Demócrata, Irán es solo uno de los muchos temas en política exterior en los que discrepan. Aun así, el gesto no deja de ser inquietante para un presidente que no puede permitirse que el Congreso rechace un pacto con el que se juega, afirma, la credibilidad internacional de Estados Unidos.
Sobre todo porque en esta carrera contrarreloj para ganar respaldos —a mediados de septiembre los legisladores deben decidir si apoyan o rechazan el acuerdo— cada gesto y cada argumento, importan. Y Menéndez ya es el segundo senador demócrata de renombre que da la espalda a Obama en un tema en el que ha puesto también buena parte de su prestigio político.
Ya lo hizo, para desespero de la Casa Blanca, a comienzos de mes Chuck Schumer. Un no mucho más preocupante para Obama que el de Menéndez, puesto que Schumer no solo es uno de los principales líderes del Partido Demócrata. Además, como uno de los legisladores judíos más influyentes en el Congreso, su respaldo habría sido clave en este asunto en el que la Casa Blanca debe frenar al tenaz lobby israelí en contra del pacto.
Con Obama apurando sus últimos días de vacaciones estivales —pese a lo cual, según la prensa, ha realizado personalmente llamadas a legisladores para tratar de ganar su apoyo—, la Casa Blanca ha preferido no pronunciarse sobre el anuncio de Menéndez. Pero alguien en la sede presidencial debe estar haciendo cálculos sin parar. Porque todo es en estos momentos cuestión de números. Y los respaldos se suman con cuentagotas.
Como muy tarde, el 17 de septiembre el Congreso deberá votar para apoyar o rechazar el acuerdo, firmado a mediados de julio por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas más Alemania, con Teherán. Obama ha prometido vetar una resolución que desautorice el pacto y mantenga las sanciones contra Irán. Pero para que el Capitolio no se imponga a su vez sobre el veto presidencial, Obama debe asegurarse de que los opositores al acuerdo no sumen los dos tercios en cada cámara parlamentaria con los que podrían revocar su veto.
Objetivo, el Senado
Con una oposición republicana que domina las dos cámaras, los cálculos se centran en las posiciones de los demócratas, sobre todo en el Senado, que es donde más fuerza tiene el partido de Obama y más fácilmente, por tanto, puede frenarse un ataque contra el pacto nuclear iraní. Hasta ahora, las cifras favorecen a Obama, aunque por un margen mucho más estrecho de lo que permitiría que el presidente y su equipo estuvieran totalmente relajados.
Entre los que se espera que digan que sí pero no lo han hecho todavía está Harry Reid. El senador por Nevada es clave, porque como líder de la minoría demócrata en la Cámara alta (y de la mayoría cuando los demócratas todavía dominaban el Senado) Reid y su profundo conocimiento de las maquinaciones de un Capitolio en el que lleva décadas ha sido un instrumento clave en los seis últimos años para lograr sacar adelante en el Congreso los temas prioritarios de la agenda de Obama.
Según la prensa, Reid no dará a conocer su decisión sobre el pacto iraní hasta el próximo 7 de septiembre, lo que supone un revés más para un Obama que no puede prescindir en estos momentos de nada ni nadie que haga inclinar la balanza a su favor en un pacto en el que se juega buena parte de su legado político.
La lucha hasta el último voto
El Senado está compuesto por 54 republicanos, 44 demócratas y 2 independientes que suelen votar con la minoría demócrata.
Para revocar un veto presidencial, se necesitarían 67 de los 100 votos del Senado. Obama necesita, por tanto, asegurarse el apoyo de al menos 34 senadores.
Hasta el momento, Obama cuenta con el respaldo público de 23 legisladores: 21 demócratas y los dos independientes. Según el diario The Hill, a ello hay que sumar a seis senadores demócratas que "tienden al sí", lo que deja un total de 15 indecisos. Los republicanos solo necesitan 13 apoyos demócratas para tumbar el acuerdo.
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