Regeneración o rebelión, los caminos de la derecha mexicana
Ricardo Anaya y Javier Corral, aspirantes a dirigir al PAN, cruzan acusaciones en el debate rumbo a las elecciones internas
Regeneración o rebelión. Estos son los caminos que los dos aspirantes a la presidencia del Partido Acción Nacional (PAN) dibujaron en el debate rumbo a las elecciones internas del próximo 16 de agosto. Ricardo Anaya y Javier Corral enfrentaron esta noche sus visiones para encabezar el partido que gobernó México de 2000 a 2012, pero que se encuentra en una crisis después de haber obtenido su peor resultado en 25 años en las pasadas elecciones legislativas del 7 de junio.
Los diagnósticos de los problemas del PAN fueron muy diferentes. Ricardo Anaya, el diputado de 35 años considerado como la joven promesa de la derecha, cree que la desunión en el interior del partido representa una de sus mayores debilidades. “Nos tenemos que regenerar o condenamos al país en 2018 a un PRI corrupto y corruptor o al surgimiento de un líder mesiánico que puede acabar con el país como ha pasado en Argentina o Venezuela”, dijo.
Nos tenemos que regenerar o condenamos al país en 2018 a un PRI corrupto y corruptor
Ricardo Anaya
Javier Corral criticó a “los cárteles políticos” que se han apoderado del partido. El senador hizo referencia, sin nombrarlo, a Gustavo Madero, actual dirigente del PAN, que ha sido criticado por apoderarse de la organización y cerrar el paso a corrientes ajenas. Anaya, que fue secretario general durante el mandato de Madero, es percibido como el heredero natural del grupo. El legislador, originario del Estado de Chihuahua, también reprochó la política de acuerdos que la actual dirigencia impulsó con el PRI. “Han llevado al PAN a un vergonzoso contubernio con el corrupto Gobierno de Enrique Peña Nieto”, dijo Corral. Por ello, ha llamado a una rebelión de las bases en la que pide un retorno a los valores y principios fundacionales del partido como la ética política y una oposición firme al priísmo.
Anaya, el puntero en la carrera, mostró una estrategia agresiva. Inesperadamente, no salió a responder ataques, sino a hacerlos. Gran parte de su discurso lo dedicó a ubicar a su contrincante en la izquierda, un espectro repudiado por una organización altamente conservadora. Para lograrlo, echó mano de fotografías de Corral con Fidel Castro o con Cuauhtémoc Cárdenas, uno de los fundadores del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD). Anaya incluso comparó a Corral con Andrés Manuel López Obrador, dos veces candidato presidencial y líder del populista Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). Finalmente, le reprochó sus críticas a Felipe Calderón, uno de los dos presidentes panistas que ha tenido México. “Te opones a todo. Oposición sí, pero a los de enfrente”, dijo.
Mientras los estudiantes exigían justicia por Ayotzinapa, a Anaya se le hinchaban las manos de aplaudirle a Peña Nieto en los actos oficiales
Javier Corral
Corral reviró. “En otros países, los que llevan a un fracaso como el del PAN el 7 de junio renuncian, no buscan reelegirse”. El senador criticó la tibia postura que los líderes del partido asumieron frente a los escándalos que han afectado al Gobierno de Enrique Peña Nieto. “El PAN guardó silencio ante el caso de la Casa Blanca. Los dirigentes jugaban golf y se divertían con él”. También reprobó el papel de su contrincante como presidente del Congreso. “Mientras los estudiantes exigían justicia por Ayotzinapa, a Anaya se le hinchaban las manos de aplaudirle a Peña Nieto en los actos oficiales”.
Sobre la corrupción en el PAN se dijo poco. Ninguno de los aspirantes quiso tocar a fondo el escándalo de los moches, una supuesta red de sobornos que involucraba a hombres cercanos a Gustavo Madero. En la presunta trama, algunos diputados federales del PAN condicionaban a los alcaldes la asignación de recursos para obras públicas a cambio de un porcentaje. Esta noche, Anaya prometió una comisión que investigue y sancione hechos como estos. “Soy parte de la solución, no del problema”, apuntó.
El discurso de Corral, apoyado fuertemente en la autocrítica, fue el único que abrió el abanico de temas. Habló de la pobreza, un mal que afecta a 55,3 millones de mexicanos. “Tenemos que entrar en el combate de la desigualdad social y la enorme disparidad de ingresos. No podemos dejarle a la izquierda la exclusividad del tema”. Evitar el debate es un “error en la doctrina”, dijo.
El próximo 16 de agosto más de 470.000 militantes darán la razón a una de estas dos visiones.
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