Holanda se resiste a dejar el trauma de Srebrenica veinte años después
La televisión nacional afirma que los aliados cancelaron el apoyo aéreo a los cascos azules que no evitaron la matanza en 1995
“¿Dónde están mi marido e hijo, asesinados en Srebrenica?” preguntó una testigo del juicio de 1998 contra Radislav Krstic ante el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY). Sorprendiendo a todos, fiscales, defensa y jueces, el acusado, antiguo subcomandante del Ejército serbio, indicó el lugar de la fosa común que ocultaba los restos de los familiares de la mujer. “Buscaron y los encontraron. Fue uno de los momentos más sobrecogedores del proceso por el genocidio perpetrado en la ciudad Bosnia en 1995. Krstic -condenado a 35 años de cárcel por facilitar el genocidio- sabía dónde estaban y se lo dijo. Parece mentira que una atrocidad como esta, de la que hay videos con los soldados serbios disparando por la espalda a hombres con las manos atadas, fotos y conversaciones radiofónicas, pueda negarse todavía”, ha dicho, este lunes, Serge Brammertz, fiscal jefe del TPIY.
Para los holandeses, Srebrenica constituye una de las páginas más oscuras de su historia reciente. Sus cascos azules debían proteger a los civiles, pero acabaron permitiendo la separación de los hombres de sus mujeres, padres e hijos pequeños. Mientras Brammertz analizaba esta tarde con varios periodistas de medios internacionales el legado del Tribunal, que cerrará sus puertas en 2017, la televisión holandesa piensa emitir la noche del lunes un programa de investigación (de las emisoras VPRO/Human) que desvela la negativa de Francia, Reino Unido y Estados Unidos a prestar apoyo aéreo a los cascos azules holandeses encargados de proteger a los civiles en Srebrenica. Los autores basan sus afirmaciones en documentos publicados en 2013 por el expresidente estadounidense Bill Clinton, jefe de Estado durante la guerra de los Balcanes.
El documental afirma que todo habría sido diferente “si Estados Unidos, Francia y Reino Unido no hubieran decidido, en secreto, retirar el apoyo aéreo a sus aliados holandeses. Soldados de los dos últimos permanecían retenidos por las tropas del entonces general serbio Ratko Mladic, y ambas capitales no querían reportar bajas propias a sus Parlamentos”, sugiere el programa. Los oficiales holandeses pidieron ayuda aérea a lo largo de nueve veces, pero solo llegaron cuatro bombarderos el 11 de julio, con la ciudad tomada.
La proximidad del 20 aniversario del genocidio (el 11 de julio) así calificado en 2007 por el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU, y en el que perecieron unos 8.000 varones musulmanes, ha impulsado al fiscal Brammertz a analizar el legado de su propia institución. “Incluso el TPIY, dedicado en exclusiva a estos crímenes, es incapaz de resolver el problema de la reconciliación. Es verdad que sin justicia no habrá acercamiento entre comunidades enfrentadas en el pasado, pero lo esencial es que las nuevas generaciones sean educadas con espíritu crítico. Que no se les hurte la verdad. Porque en Bosnia-Herzegovina, serbios y bosnios estudian con libros de historia distintos en los colegios. Srebrenica es una imagen simbólica, pero quedan otros delitos por juzgar, también en los tribunales locales”, ha dicho, en su encuentro con la prensa.
Desde el punto de vista legal, el horror de Srebrenica ha permitido ampliar el concepto de genocidio. La colaboración, o bien la negligencia al no evitar que las tropas al mando de un oficial lo cometieran, también se considera que entra en la categoría de genocidio. “A ello se añaden los traslados forzosos para erradicar a una comunidad, y la separación de hombres y mujeres. Divididos, no pueden seguir adelante como grupo. En cuanto a la violencia sexual, el TPIY ha sentado un precedente al lograr que se considerara un crimen en sí misma. No es una consecuencia colateral de la guerra”, añade el jurista. Probar todas estas acusaciones requiere muchísimos testimonios, y un esfuerzo jurídico y científico extraordinario.
Los forenses han conseguido identificar al 80% de las víctimas, repartidas a veces por varios lugares. “Hay mujeres que solo han podido enterrar un brazo o una pierna de sus seres queridos. Eran civiles por mayoría abrumadora. Como ocurre con EI o bien Boko Haram, los que más perdieron fueron los civiles. En los conflictos actuales ya no son soldados caídos en combate”.
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