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El terrorista de Túnez: un lobo solitario que aullaba demasiado

El criminal difundió en las redes sociales su admiración por el Estado Islámico sin que la policía fuera capaz de detectarlo

Francisco Peregil

Seifeddine Rezgui, el terrorista que mató el viernes a 38 personas en el hotel Imperial Marhaba, de Susa, llevaba dos años moviéndose en círculos yihadistas y en el último año expresó varias veces en las redes sociales su identificación con el islamismo más extremo. El ministro del Interior tunecino, Najem Gharsalli, declaró esta mañana que el Gobierno investiga si Rezgui se entrenó en campos de yihadistas en Libia; también anunció que se ha detenido a un grupo de sospechosos que podrían haberle dado cobertura en su ataque. El ministerio pidió colaboración de los ciudadanos para encontrar a “dos peligrosos terroristas” de los que facilitó sus nombres y fotografías: Rafik Tayari y Mohamed Ben Abdallah Ben Mohsen Charadi

Sobre Rezgui ahora se sabe a ciencia cierta que procedía del pueblo de Gaafour (unos mil habitantes), en el noroeste del país, a unos 80 kilómetros de la capital y a dos horas en coche desde Susa. Se sabe que estudió en el instituto superior de ciencias aplicadas de la ciudad santa de Kairuán, que antes de frecuentar los círculos yihadistas bailaba break-dance y que le gustaba el Real Madrid. Pero lo esencial es que en Twitter y en Facebook fue deslizando las pistas necesarias con las que un buen servicio de inteligencia habría evitado la sangría.

Sus páginas de Facebook y Twitter fueron cerradas el sábado. Pero ahí estaba lo necesario para conocer sus intenciones. En una foto de presentación de su página en Facebook podía verse un yihadista armado de espaldas y la frase en árabe: “Si el amor a la yihad es un crimen, que el mundo sepa que yo soy un criminal”. Y el 31 de diciembre escribió también en árabe una soflama contra quienes celebraban un fin de año ajeno a la religión musulmana: “Alá, sácame de esta ciudad y castiga severamente a sus habitantes, pues ellos no se acuerdan de tu existencia nada más que en la hora de su muerte”. En una de sus publicaciones antiguas redactó: “Los héroes en las tumbas, los hombres en las cárceles, los negociantes en los palacios y los ladrones en los más altos cargos: ésa es la política de Túnez”. Y el mismo día de la matanza, según relata el diario tunecino Le Temps, en su cuenta de Twitter escribió a las 06:40: “Nuestros lobos solitarios no son como los otros infieles de Túnez. Son los soldados del Califato y juro por Alá que esto no es más que el principio del terror”. La frase iba acompañada de la etiqueta en árabe que decía #ConquistaDeSousse.

El mismo artículo de Le Temps se pregunta: “¿Cómo puede ser que este individuo, adoctrinado desde hace dos años, haya podido vivir tranquilamente hasta ahora y ejecutar su macabra misión sin que jamás haya sido molestado ni sus actos hayan sido vigilados de cerca?”

La respuesta la proporciona en el mismo diario el periodista especializado en tecnología de la información Welid Naffati: “El aparato de seguridad sigue las redes sociales y los foros. Eso una auténtica mina de información. Pero ese trabajo no está bien organizado, en el sentido de que no hay ninguna unidad especializada”.

Como suele suceder a veces, los primeros sorprendidos por la trayectoria yihadista de Rezgui son sus propios padres. Tras ser detenidos e interrogados por la policía, ambos fueron puestos en libertad el domingo y regresaron a su casa en el pueblo de Gaafour. “Mi hijo perdió su vida, sus estudios y su futuro y nos hizo perder el nuestro también. No sabemos quiénes eran sus amigos ni quién le metió todo esto en la cabeza”, declaró el padre, Hakim Rezgui, al New York Times.

Mientras tanto, el Gobierno intenta reaccionar al atentado mejorando las medidas de seguridad. Pero no será nada fácil hacerlo. Lo primero que ha anunciado es el cierre de 80 mezquitas para esta semana. El Estado intenta controlar lo que se dice desde el púlpito, pero los yihadistas no siempre están dispuestos a aceptar el imán que el Gobierno asigna. En agosto del año pasado fueron arrestados ocho islamistas cuando forzaron a un imán a bajarse del púlpito en la mezquita de Omar Ibn Al-Khattab, en el barrio de la Corniche, en Susa.

De esa mezquita han partido para Siria, al menos seis tunecinos, según comentaba a este diario el feligrés Mouez Labidida. El templo se encuentra ahora bien controlado por la policía. Tanto es así que cuando Labidida hablaba con este diario aparecieron dos coches con agentes armados y después cuatro autos más con agentes secretos. Querían saber qué había contado el imán del centro a este diario. Las pesquisas duraron media hora. El problema es que los yihadistas ya saben que ese centro está más que controlado. Y es muy fácil improvisar una mezquita en cualquier casa particular.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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