La exigencia griega de reestructurar la deuda bloquea el acuerdo con los socios
Los acreedores hacen concesiones en pensiones para acelerar el pacto
“Hay movimiento. Hay movimiento real”, asegura una alta fuente europea. La reunión entre el primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, y los jefes del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, el mecanismo de rescate europeo, Klaus Regling, y el Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, terminó con ciertas concesiones por ambas partes que han derivado en un “proyecto de viabilidad” de nueve folios. Los acreedores siguen pidiendo más dureza a la reforma de pensiones y el IVA, pero ofrecen algunas concesiones: en pensiones, mantener un suplemento a los pensionistas con ingresos más bajos hasta finales de 2019 (Atenas quería hasta 2020, pero la contraoferta de ayer de los socios adelantaba el final de ese bonus a 2017), y sobre todo tipos reducidos de IVA (del 13%) para la electricidad y los productos alimentarios básicos. “Tsipras no quiere firmar”, según las fuentes consultadas, “y espera gestos adicionales tanto en IVA como en pensiones, pero acepta ya otras exigencias como elevar la edad de jubilación a 67 años en 2022”. Y sin embargo ese no es el quid de la cuestión: la delegación griega, según dos altos funcionarios, reclama ante todo una promesa más explícita en el asunto de la reestructuración de deuda, tomando como base el acuerdo del Eurogrupo en noviembre de 2012, que accedía a un alivio de la deuda si Atenas conseguía superávit fiscal primario (antes del pago de intereses) y cumplía con el programa. Grecia se ha agarrado a las dudas del FMI sobre la viabilidad de la deuda pública, que asciende al 180% del PIB griego y que debería bajar al 120% en 2020. Con metas fiscales más holgadas y una recuperación mucho menos brillante que cuando se aprobó el segundo rescate, esa rebaja en el endeudamiento griego es muy dudosa. “Grecia quiere esa concesión por encima de todas para alcanzar el acuerdo a nivel técnico, pero esa decisión es de los ministros de Economía, incluso de los jefes de Estado y de Gobierno”, según las citadas fuentes.
La canciller alemana Angela Merkel abrió la puerta a esa posibilidad el pasado lunes. Pero no se trata de una decisión fácil ni para Alemania ni para otros países como Eslovaquia, Eslovenia o las repúblicas bálticas, que se oponen a ese alivio, o para España, Irlanda y Portugal, cuyos Gobiernos temen que fuerzas políticas en la línea de Syriza –Podemos, los socialistas portugueses o el Sinn Féin irlandés—se agarren a esa bandera. En Bruselas no quieren ni oír hablar de principio de acuerdo técnico, ni siquiera de acercamiento. Fuentes alemanas negaban tajantemente a media tarde la cercanía del acuerdo, y apuntaban a la posibilidad de seguir con las reuniones a la vista de que los jefes de Estado y de Gobierno están en Bruselas hasta mañana viernes. Pero otras fuentes aventuran que la negociación alcanza sus últimas horas: Grecia tiene que pagar dentro de cinco días al FMI, y antes de sellar el pacto Tsipras tiene que ir a su Parlamento, donde las cesiones pueden pasarle factura dentro incluso de su propio partido. Las dudas sobre los bancos no dejan demasiado tiempo: sin un acuerdo atado y bien atado que haya pasado por el parlamento griego y por los de los acreedores, el margen de maniobra de Tsipras se reduciría prácticamente a la nada el lunes ante la fragilidad de su sistema financiero. El BCE ha aprobado un nuevo aumento de las líneas de emergencia, que están ya cerca de los 90.000 millones de euros, y ha asegurado que se reunirá mañana de nuevo si es necesario. Todo eso arroja la necesidad imperiosa de alumbrar un acuerdo técnico a lo largo del día de hoy, para convocar a los parlamentos –los griegos necesitan 48 horas para redactar la normativa legal y convocar al suyo—y llegar a la apertura de los mercados (y de los bancos) el lunes sin apreturas.
Grecia quiere usar como base del acuerdo su propia propuesta con algunas modificaciones, dijo un portavoz del Ejecutivo de Tsipras. Los acreedores han preferido enviar su nueva propuesta al Eurogrupo, que está reunido desde la una de la tarde de hoy jueves. “La decisión está en manos de los griegos, que han retrocedido respecto al lunes”, ha asegurado a su entrada el siempre pesimista Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas alemán. El comisario Pierre Moscovici ha explicado que el pacto “está al alcance de la mano” y ha pedido “responsabilidad política”. “Nos reuniremos las veces que sean necesarias para lograr un acuerdo”, ha cerrado el español Luis de Guindos.
En español se contraen deudas, enfermedades y matrimonios. El matrimonio de Europa y Grecia, que data de 1981, contrajo una larga enfermedad en forma de interminable crisis, marcada por una montaña de deuda prácticamente impagable. En las próximas horas debe cristalizar la negociación para evitar un divorcio que dejaría graves secuelas en Grecia, pero también en Europa, con una reedición de la crisis del euro por el contagio y serias, formidables dudas sobre el futuro del euro como proyecto político. “El último kilómetro hasta alcanzar la meta va a ser duro”, decía hoy el analista Kirshna Guha, que anticipaba “drama hasta el último momento”.
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