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El FMI fuerza a Grecia a aceptar más recortes para sellar el acuerdo

El Eurogrupo se cierra sin acuerdo, pero la negociación continúa

Varoufakis, este miércoles en el Eurogrupo.Foto: atlas | Vídeo: ATLAS / PHILIPPE WOJAZER (REUTERS)
Claudi Pérez

Con el acuerdo político prácticamente listo desde el lunes, un puñado de números separaba este miércoles a Grecia y Europa del final —al menos por un tiempo— de una catástrofe mil y una veces anunciada que no tiene pinta de llegar. Atenas y sus acreedores están a un paso del pacto. Pero ambas partes deben limar las últimas diferencias para evitar la salida del euro y los demás escenarios apocalípticos. La tensión está garantizada hasta el último minuto: los socios y sobre todo el FMI tratan de forzar a Atenas a aceptar recortes adicionales en pensiones y en otros flecos de menos enjundia. El Eurogrupo se cerró sin acuerdo tras una dura intervención de Alexis Tsipras: la antigua troika siguió negociando anoche con el objetivo de cerrar el acuerdo en las próximas horas.

Los Eurogrupos —reuniones de ministros del euro— desembocan rutinariamente en triunfalistas comunicados nocturnos que anuncian la salvación de Europa. El de este miércoles terminó pronto y mal: no hubo fumata blanca y puede que el acuerdo técnico se demore, en una última escalada de inevitable tensión como broche final de una negociación interminable. Pero todo el mundo da por hecho en Bruselas que ese comunicado pomposo anunciando el final de la saga griega acabará llegando antes de que acabe la semana. Probablemente, antes de que los jefes de Estado y de Gobierno abandonen Bruselas este viernes, tras dos días de cumbre de crisis: Grecia, Rusia, inmigración en el Mediterráneo y la salida de Reino Unido amenazan a la UE de norte a sur, a diestro y siniestro.

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No parece que vaya a llegar la sangre al río en ninguno de esos asuntos. Ni siquiera en el más peliagudo: la canciller Angela Merkel pronunció el pasado lunes las palabras mágicas —“la propuesta de Grecia es una buena base para el acuerdo”— y tras esa formidable señal política todo lo demás parece una suerte de teatro. Pero las instituciones anteriormente llamadas troika filtraron ayer un último documento con las correcciones que quieren en la oferta de Grecia: un esfuerzo adicional con flecos difíciles de aceptar para Atenas. Grecia no aceptó y el Eurogrupo se cerró sin el esperado acuerdo. Los ministros volverán a reunirse hoy para sellar el pacto antes del viernes, para que los líderes lo refrenden al final de una nueva eurocumbre. En el peor de los escenarios hay tiempo hasta el domingo, según las fuentes consultadas, para no volver a flirtear con la posibilidad de ver colas en las oficinas bancarias. El FMI, el BCE y la Comisión seguían anoche negociando directamente con Tsipras. “Seguiremos trabajando toda la noche si es necesario”, dijo al término de la reunión el jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.

El primer ministro griego reaccionó al contraataque del FMI y compañía envalentonado, acusando a la vieja troika —y en particular al Fondo— de “no querer el acuerdo”. Pero la solución técnica “está cerca”, explicaron fuentes de la negociación, y las palabras de Tsipras pueden ser una manera de dramatizar para vender en casa los recortes en pensiones que se verá obligado a aprobar en breve, si al final acepta el pacto.

Más reformas y más rápidas

  • Recaudación. La propuesta griega no es suficiente para los acreedores. Según la contraoferta del FMI, el BCE y la Comisión, Atenas tendrá que recaudar más y más rápido.
  • Objetivo. Las instituciones han aumentado el objetivo de recaudación en tres décimas: el 1% del PIB frente al 0,74% que proponía el Gobierno heleno.
  • Pensiones. Los acreedores pretenden que las reformas en pensiones se pongan en marcha el 1 de julio. Grecia proponía hacerlo en octubre.
  • Jubilaciones anticipadas. La subida progresiva de 62 a 67 años para las jubilaciones anticipadas no ha sido contestada por los acreedores, pero sí han especificado que la medida debe estar lista en 2022 en lugar de en 2025.

A Grecia incluso le viene bien la dureza del FMI. Si no se plasma en recortes exagerados, Atenas se beneficiará después de la reestructuración de deuda que pide el Fondo. Para seguir a bordo, el FMI exige que la deuda griega sea sostenible: la mejora de las condiciones respecto a las fijadas en el segundo rescate (que contenía metas fiscales más duras) requiere más dinero para Grecia o un alivio de la deuda. Merkel ha abierto la puerta a esa última posibilidad.

Lo que queda por delante es, en gran medida, el melodrama de las grandes ocasiones tan típico de Bruselas. Tanto a Grecia como a sus acreedores les conviene que parezca que los ministros sudan sangre para llegar al acuerdo. Eso facilita su venta en los respectivos Parlamentos; en Atenas, pero también en Berlín. Pero aún queda negociación por delante, y los accidentes aun menos probables a veces ocurren. La vieja troika filtró sus enmiendas a la propuesta griega, con algún retoque de gran calibre en pensiones y un cambio de filosofía: los acreedores quieren más tijeretazos de gasto y menos subidas de impuestos.

Las diferencias entre ambas partes están ahí, pero distan mucho de ser excesivas, a pesar del alarmismo de algunos medios anglosajones. Los acreedores reclaman suavizar las subidas de impuestos a las empresas, duplicar los recortes en defensa, un ligero aumento del IVA y sobre todo una reforma de pensiones distinta. Ese es el capítulo clave: combina una formidable carga de profundidad política con el potencial financiero necesario para que los números cuadren. El FMI quiere pensiones más bajas y sigue insistiendo en algunos asuntos espinosos, como la eliminación de los pagos suplementarios a los pensionistas de bajos ingresos.

Las diferencias entre ambas partes están ahí, pero distan mucho de ser excesivas

Según los datos de Eurostat, el 45% de los pensionistas griegos sobrevive con una pensión inferior al umbral de pobreza (665 euros). El Gobierno griego asegura que en lo que va de crisis ha recortado las pensiones el 40%. Según los acreedores, Grecia tiene uno de los sistemas de pensiones más caros de Europa, con 2,65 millones de pensionistas y una población total de 11 millones de personas.

Si el acuerdo llega a tiempo, Grecia obtendrá una ampliación del actual rescate de al menos seis meses. Y dinero a cambio de esas reformas. Es posible que el FMI se haga a un lado y siga en la troika solo como observador, pero sin dar más ayuda. Y una vez se pacte empezará a hablarse del elefante en la habitación: Europa prepara una reestructuración de deuda, de manera que Atenas empiece a devolver el capital (y puede que los intereses) a más largo plazo. Antes de eso hay que salvar la enésima pelota de partido: Grecia debe pagar 1.500 millones de euros al FMI antes del 30 de junio. Un impago sigue siendo tan improbable como peligroso.

Los socios nacionalistas de Tsipras le hacen la vida difícil

M. A. SÁNCHEZ-VALLEJO

Mientras uno tras otro los líderes de la oposición proeuropea evacuan consultas en Bruselas –una descubierta de las instituciones para sondear su disposición ante la votación parlamentaria del hipotético acuerdo–, la dirección de Syriza intentaba este miércoles minimizar las críticas de cuantos consideran que el Gobierno de Alexis Tsipras está haciendo demasiadas concesiones a los socios. Con la mitad del Gabinete en la capital comunitaria, Tsipras envió a su secretario de Estado, Alekos Flaburaris, a ‘domar’ resistencias en la reunión de la secretaría política del partido. Panayotis Lafazanis, líder del ala radical de Syriza, dedicó parte del día a sus labores como ministro de Energía –glosando las bondades del futuro gasoducto ruso Turkish Stream, que pasará por Grecia– y lo máximo que se le oyó decir fue: “No toleraremos más austeridad”.

Fue el socio de Gobierno de Syriza, el nacionalista Griegos Independientes (ANEL, en sus siglas griegas), quien mostró la actitud más desafiante, afirmando que no suscribirán ningún acuerdo que no incluya un compromiso formal de alivio de la deuda. Su líder y ministro de Defensa, Panos Kamenos, ya ha advertido que votará contra un pacto que suprima el IVA reducido de las islas. Pero ANEL va más allá, y este miércoles, durante la votación de la ley que concede la nacionalidad griega a la segunda generación de inmigrantes, se alineó junto con Nueva Democracia contra el texto (votaron a favor Syriza, Potami y Pasok). Kamenos ya había advertido que rechazarían esa norma, pero su papel de electrón libre en un momento clave como este complica la vida a Tsipras. ANEL tiene 13 escaños, que hoy valen su peso en oro a la hora de sacar adelante o tumbar un acuerdo. Y, como es obvio, su líder no fue de los que pasaron por Bruselas.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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