Segundo atentado yihadista contra chiíes de Arabia Saudí en ocho días
El sectarismo pone contra las cuerdas a las autoridades del primer exportador de petróleo
Un atentado ha matado este viernes a cuatro personas en Arabia Saudí, incluido el presunto autor, al parecer disfrazado de mujer, según ha informado el Ministerio del Interior. Se trata del segundo ataque terrorista en ocho días y de nuevo ha tenido como objetivo una mezquita chií de la Provincia Oriental, donde se concentra la mayoría de la población saudí que sigue esa rama del islam. El portavoz de Interior ha asegurado que la policía ha impedido una matanza mayor. Como la semana pasada, el Estado Islámico (EI) se ha declarado responsable. El coronel Patrick Ryder, portavoz del Pentágono, ha señalado que Washington no puede confirmar la autoría del EI. "No tenemos indicios de que el EI sea ahora una amenaza para Arabia Saudí", ha afirmado Ryder.
La actividad de ese grupo en el primer exportador de petróleo despierta una enorme inquietud. Aunque las autoridades anunciaron hace poco la detención de varias células del EI, los dos atentados subrayan que cuenta con simpatizantes en el reino dispuestos a dejarse la vida para matar a otros. En una reciente entrevista con EL PAÍS, el portavoz de Interior, el general Mansur al Turki, denunciaba intentos de desestabilizar Arabia Saudí tras su intervención en Yemen, pero pese a la obsesión oficial con Irán, todas las pistas apuntan a que la mayor amenaza son los yihadistas.
Nueve muertos en Bagdad
El Estado Islámico también ha asumido la autoría del doble atentado que en la medianoche del jueves al viernes ha matado a nueve personas en Bagdad. Los dos coches bomba, que han hecho explosión en los aparcamientos de los hoteles Ishtar y Babylon, también han causado numerosos heridos, además de romper los cristales de varias ventanas. La policía ha dicho que había logrado neutralizar un tercer vehículo preparado para estallar.
Tanto el Ishtar (antiguo Sheraton), situado enfrente del famoso Palestina donde se alojaron los periodistas que cubrieron la invasión estadounidense, como el Babylon, un poco más al Este, habían sido renovados hace poco y suelen estar muy concurridos los jueves, víspera del fin de semana local. Las autoridades levantaron el toque de queda el pasado febrero, cuando las fuerzas de seguridad echaron a los yihadistas del EI de varias zonas alrededor de la capital y desmantelaron una red de fabricación de explosivos.
A través de Twitter, el EI ha difundido un comunicado en el que identifica al autor del atentado como Abu Jandal al Jazrawi. El texto ensalza que lograra su propósito “a pesar del alto nivel de seguridad” que existía en torno a la mezquita de Al Anud, en el centro de Dammam. Desde que el viernes pasado, otro terrorista causara 21 muertos y un centenar de heridos en una aljama de Qatif, 25 kilómetros más al norte, la comunidad chií de la Provincia Oriental ha organizado grupos de voluntarios para cachear a las personas que acuden a las plegarias.
También la policía había reforzado su presencia y, según la versión oficial, su intervención impidió que los terroristas lograran penetrar en el templo, justo a la hora del rezo de mediodía. “Una persona con ropa de mujer hizo estallar un cinturón explosivo a la entrada de la mezquita cuando agentes de seguridad se aproximaron para comprobar su identidad”, explica el comunicado. El terrorista y otras tres personas resultaron muertos. Cuatro personas más tuvieron que ser hospitalizadas.
Las mujeres saudíes a menudo se cubren la cara con el niqab, un velo facial que apenas deja ver los ojos. Pero tras el ataque de la semana pasada, los responsables religiosos habían decidido que no acudieran mujeres, lo que hizo que la presencia del terrorista disfrazado llamara la atención. Un primer comunicado había atribuido la explosión a un coche bomba.
“[La protección policial] no es suficiente; muchos ciudadanos están pidiendo que la ley criminalice el sectarismo y el discurso del odio de la ideología wahabí que financia Arabia Saudí”, se queja Ali Adubisi, director de la Organización Saudí Europea para los Derechos Humanos, en declaraciones a EL PAÍS. “El discurso oficial pide que se combata a los chiíes”, asegura.
El EI, como otros grupos extremistas suníes, considera a los chiíes herejes indignos de vivir y ya ha explotado las diferencias sectarias en Siria e Irak, presentándose como defensor de la comunidad suní frente a los chiíes. Aunque estos apenas llegan al 15% de todos los musulmanes, son mayoritarios en Irak donde tras la intervención estadounidense que derribó a Saddam Husein, han dominado el Gobierno. Sin embargo, en Arabia Saudí los chiíes se sienten discriminados y acusan a las autoridades de alentar el sectarismo con su interpretación del islam. La respuesta oficial a los atentados resultará clave para evitar la radicalización de esta minoría.
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