El mariscal Al Sisi busca legitimarse en Europa
El dictador egipcio comienza este jueves su primera visita oficial a España
Con la región mediterránea convertida en un hervidero de crisis, el régimen egipcio pretende convertirse en el ancla de la estabilidad de una Unión Europea inquieta. Su presidente, el mariscal Abdelfatá al Sisi, está aprovechando este contexto de incertidumbre para recabar unos apoyos que le fueron esquivos justo después de ejecutar un golpe de Estado contra el primer presidente democrático del país, con más de mil muertos a manos de las fuerzas de seguridad en espacio de unos pocos días. No es casualidad que el martes conversara por teléfono con el primer ministro italiano, Matteo Renzi, que este miércoles se entrevistara en Chipre con el premier griego, Alexis Tsipras, y en la noche llegase a España para realizar su primera visita oficial.
La agenda de Al Sisi este jueves en Madrid será intensa. Tras celebrar un desayuno con un grupo de empresarios españoles y egipcios, Al Sisi será recibido en La Moncloa por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. En su encuentro, está previsto que ambos dirigentes firmen varios acuerdos de cooperación, que se anunciarán en una comparecencia pública. A continuación, el mandatario egipcio almorzará con los Reyes y Rajoy en el Palacio Real. Como cierre, se entrevistará con el presidente del Congreso de los Diputados, Jesús Posada.
“España y Egipto han gozado tradicionalmente de unas buenas relaciones, y el hecho de que en los últimos dos años no se hayan interrumpido es algo a tener en cuenta”, sostiene Hana Ebeid, una analista del Centro de Estudios Estratégicos Al Ahram. “Además, España acaba de declarar su respaldo a la candidatura de Egipto al Consejo de Seguridad. Para El Cairo, la alianza con los países del sur de la UE es importante para poder profundizar sus relaciones con los 28”, añade.
El viaje de Al Sisi a España se enmarca en una campaña de El Cairo para visualizar el apoyo de la comunidad internacional, y llega casi un mes después de recibir el espaldarazo de la Casa Blanca, que levantó el bloqueo impuesto a una parte de su ayuda militar tras el golpe. La aceptación del Gobierno de Al Sisi responde a un acto de realpolitik, pues ni se han reducido las violaciones de los derechos humanos, ni la transición democrática anunciada ha pasado de ser una simple fachada.
De hecho, aún no existe una fecha concreta para las elecciones legislativas que debían haberse celebrado el pasado verano. Al-Masry al-Youm, uno de los diarios más prestigiosos del país, publicó un reportaje la semana pasada que recogía la existencia de sobornos y torturas sistemáticas en comisarías y cárceles, un panorama parecido al anterior a la revolución de 2011. Estas carencias quedan ocultas bajo la coartada de la lucha contra el terrorismo, a la que se suman apelaciones genéricas a una reforma del islam.
Sin embargo, mientras asegura encarnar una visión moderada, el régimen ha intensificado la persecución de los homosexuales, extendiéndola a las redes sociales e incluso ha lanzado desde los ministerios un programa para luchar contra el ateísmo.
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