Las ciudades inglesas piden autonomía para salir a flote
Los recortes del Gobierno colocan a la mitad de las urbes en riesgo de quiebra financiera
La basura se acumula ante las puertas de las viviendas sociales de este barrio de Benwell, en Newcastle, que está entre el 1% de las zonas más deprimidas del país. Se ha empezado a recoger cada 15 días. “Las tensiones pueden surgir por algo tan sencillo como esto”, explica Anne Bonner, directora de un centro comunitario local. “La gente empieza a culpar a los inmigrantes por la suciedad de las calles. Pero la culpa no es de ellos, sino de los recortes del Gobierno central en la financiación local”.
Más de la mitad de las ciudades inglesas está en riesgo de entrar en “quiebra financiera” en los próximos cinco años, según un informe publicado en noviembre por la Oficina Nacional de Auditoría, organismo que somete a escrutinio el gasto del Gobierno. Newcastle, cuna de la revolución industrial que ha sido un exitoso modelo de transformación en ciudad de servicios, es una de ellas.
El Gobierno ha recortado en un 40% la financiación de las ciudades inglesas desde que llegó al poder en 2010, según la Asociación de Administraciones locales. Pero los recortes no han sido iguales para todas las ciudades, denuncia el laborista Nick Forbes, presidente del consejo local de Newcastle. “Si miras a un mapa de los recortes, parece un mapa político de Inglaterra”, asegura. “Las zonas conservadoras han tenido menos recortes que las laboristas”.
Ciudades y dinero
El Gobierno británico ha recortado un 40% la financiación de las ciudades inglesas desde que llegó al poder en 2010, según la Asociación de Administraciones locales.
En 2015-2016, el recorte medio en la financiación de las ciudades ha sido de un 8,8%, lo que representa un total de 2.600 millones de libras (3.700 millones de euros).
Newcastle tiene una población de cerca de 300.000 habitantes. La tasa de paro (15,6%) casi triplica la media nacional y los salarios también son más bajos que la media.
Londres, la ciudad inglesa que goza de más autonomía fiscal, recauda un 26% del dinero que gasta (frente al 69% de Nueva York).
El Gobierno de Cameron ha prometido más autonomía fiscal a las ciudades del norte.
Newcastle tiene cerca de 300.000 habitantes, un 12% de los cuales pertenece a un grupo étnico distinto del de “británico blanco”. Su tasa de paro (15,6%) casi triplica la media del país y los salarios están también por debajo de la media nacional. Pero, fuera de determinados barrios como Benwell, Newcastle no parece una ciudad deprimida. Comercios nuevos, restaurantes llenos, turistas. “Esta es la paradoja”, explica Forbes. “Hay menos dinero para los servicios públicos, pero la economía en el sector privado está empezando a crecer después de una recesión muy dañina. Es un lugar próspero en muchos sentidos. La cultura ha estado en el corazón de este renacimiento, de esa conexión entre nuestro pasado industrial y nuestro futuro tecnológico. Pero necesitas un sector público fuerte para respaldar esas actividades”.
Forbes es uno de los líderes municipales que ha levantado la voz. El imponente centro cívico donde se encuentra su oficina, levantado a finales de los años sesenta, representa la determinación de la ciudad por salir de la decadencia industrial a través de un Gobierno local fuerte. Pero hoy Forbes advierte de que pronto su Administración no va a ser capaz de proveer los servicios más elementales, y así se lo hizo saber al primer ministro. Asegura que está empezando a ver signos de agitación social entre la ciudadanía. Pegida, el partido xenófobo alemán, eligió Newcastle para celebrar su primer acto en Reino Unido en febrero.
“La gente está enfadada”, asegura Forbes. “Hay una sensación de que esta ciudad ha sido maltratada por el Gobierno. Y eso puede llevar a la gente a salirse del carril principal. Esa es mi preocupación. No es que esté prediciendo revueltas mañana o el año que viene. Mi preocupación es que, en tiempos de estrés económico, la gente busca a otra gente menos afortunada a la que culpar. Lo que hemos visto de este Gobierno es una táctica deliberada para volver a unas personas contra otras”.
La situación es común a otras ciudades del norte, como Birmingham o Liverpool. Forbes habla de “la mandíbula de la muerte”. “Una de las áreas de responsabilidad de la Administración local, acaso la más difícil, es proteger a los niños”, explica. “Con la crisis se ha triplicado el número de niños que necesitan ayuda. Las necesidades suben y el dinero para hacerlas frente baja. Esa diferencia entre la demanda creciente y los recursos menguantes es lo que llamamos la mandíbula de la muerte. Cada autoridad local con la que hable le dará su versión de la misma. Y cuando esa mandíbula esté demasiado abierta ya no habrá marcha atrás”.
La financiación de las ciudades ha saltado a la primera línea de la agenda política en las elecciones generales de la semana que viene. Ante el auge del sí en la recta final de la campaña del referéndum de independencia el pasado septiembre, los principales partidos prometieron más poderes a Escocia y abrieron la caja de Pandora. Las autoridades locales de las ciudades más importantes, eclipsadas durante años por la pujanza de Londres, reclamaron también su parte de autonomía fiscal. Al fin y al cabo, Manchester tiene una economía mayor que la de Gales, que cuenta con un buen número de competencias transferidas.
La financiación local será un tema prioritario en las elecciones generales del próximo 7 de mayo
En los presupuestos presentados en marzo por George Osborne, canciller del Exchequer, se transfirió el control sobre 6.000 millones de libras (8.380 millones de euros) del presupuesto de la sanidad pública a Manchester. Pocos habrían creído hace solo unos años que un Gobierno conservador podría hacer semejante gesto hacia un tradicional bastión laborista. El trato, explicó Osborne, podría extenderse a otras ciudades como Newcastle o Birmingham. Es parte de un gran plan que los tories han bautizado como “la central energética del norte”. De avanzar en esa dirección, estaríamos ante un giro en el tradicional centralismo del país.
Los motivos detrás de este cambio de actitud de los tories son económicos —mitigar la excesiva dependencia de la capital— pero también políticos: un intento de crecer en el tradicionalmente laborista norte urbano de Inglaterra. Para los laboristas, por su parte, nunca ha sido cómodo el debate sobre la devolución de poderes. Temen los efectos de la llamada West Lothian question, que señala la ilegitimidad de que los diputados escoceses en Londres voten sobre leyes en materias que Escocia tiene transferidas. Eso dificultaría, en la práctica, cualquier Gobierno progresista, por el peso de la izquierda al norte de la frontera. Pero si la West Lothian question se extendiera a las ciudades —¿por qué votan los diputados de Manchester, por ejemplo, sobre asuntos de sanidad?— el efecto se neutralizaría.
“Reino Unido es el país más centralizado, no solo de Europa occidental, sino de Europa del este también”, asegura Nick Forbes. “Es profundamente irónico que haya ciudades en China que tienen más libertades y flexibilidad financiera que en Inglaterra. Uno de los grandes temas en estas elecciones será el centralismo frente al regionalismo. Esto es algo que atraviesa a los diferentes partidos. Es una de las cosas interesantes de la política moderna: que trasciende a la política de partidos. Yo creo firmemente que la devolución de poderes a las regiones es buena. Todas las pruebas indican que devolver poderes a grandes ciudades como Newcastle, no solo es bueno para la democracia, sino que también es bueno para la economía”.
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