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Los catalanes van, los escoceses vuelven

Lluís Bassets

Escocia ya no sirve. Una vez celebrado el referéndum, el nacionalismo escocés ha dejado de interesar al soberanismo catalán. Funcionó muy bien para ejemplificar la idea aislada de un referéndum de secesión autorizado por el Gobierno central. Es decir, era el ejemplo a restregar a Mariano Rajoy por su negativa a aceptar la propuesta de Artur Mas. Pero apenas sirve como espejo después del 18 de septiembre, fecha del referéndum perdido por Alex Salmond.

Las derrotas suelen ser poco inspiradoras, y al parecer no lo son ni siquiera cuando tienen, como es el caso de Escocia, los extraños rasgos de una derrota victoriosa, en la que las ideas y los proyectos no alcanzaron la mayoría requerida pero hicieron ostensibles progresos que ahora mismo ya están madurando de cara a las elecciones generales británicas del 7 de mayo.

Se vio entonces y se ve con mayor claridad ahora: Escocia no perdió el referéndum. Perdió la independencia pero ganó el país en su conjunto, porque consiguió más fuerza dentro del Reino Unido. Escocia quería ante todo ampliar su autogobierno y lo va a conseguir si las elecciones del 7 de mayo para la nueva legislatura de Westminster arrojan los resultados que señalan las encuestas. Y va a obligar, además, quieran o no en Londres, a que la estructura del Reino Unido evolucione hacia el estado federal.

Ahora lo que más le interesa al SNP es ser decisivo en Londres, cosa que fácilmente puede conseguir si se confirman los sondeos, que le dan 50 o más escaños sobre 59. Después de barrer a los conservadores de Escocia —ahora tienen un solo escaño en la actual legislatura de Westminster— se propone barrer a los laboristas, a los que desbordan por la izquierda y están sustituyendo entre los electores de las clases más desfavorecidas escocesas.

Sturgeon ha dejado aparcadas tres de las más destacadas propuestas del programa: la autonomía fiscal, el cierre de las bases de submarinos nucleares Trident y un nuevo referéndum de independencia, que ya no son prioridades para esta legislatura, sobre todo de cara a establecer alianzas parlamentarias o de Gobierno con los laboristas, los únicos con los que quiere asociarse.

Respecto al referéndum de salida de la UE, su propuesta es la más europeísta y la más consecuentemente soberanista. Los conservadores, obligados por la presión del UKIP, proponen el referéndum de salida sin más; los laboristas quieren congelar toda nueva transferencia de poderes a la UE si no hay un referéndum de por medio; y el SNP exige en cambio una doble mayoría del conjunto del Reino Unido y de las cuatro naciones constituyentes. Esta propuesta presupone que si vencen los tories, convocan un referéndum y el resultado es el Brexit (salida de la UE), entonces los escoceses irán a otro referéndum para salir del Reino Unido y quedarse en la UE. El separatista de un separatista europeo es un unionista... europeo.

Algo habrá hecho bien el SNP para que la derrota sea una victoria política e incluso un salto hacia delante en su poder y capacidad de influencia en el conjunto del Reino Unido. Entre las cosas que ha hecho bien está la claridad de sus propuestas de referéndum independentista, que llevó en el programa electoral con el que venció y obtuvo el Gobierno en Escocia y también la precisión de su programa europeo, social, económico y de defensa. Ambas cosas contrastan con la confusión y las ambigüedades perfectamente calculadas de CiU, partido que, a pesar del caracoleo independentista de los tres últimos años, llevará por primera vez la propuesta de independencia en el programa para las próximas elecciones del 27 de septiembre.

Salmond peleó en la campaña del referéndum por un modelo de sociedad escocesa independiente, no por una independencia en abstracto. La independencia escocesa es claramente europeísta y de izquierdas, mientras que en Cataluña se nos propone el camino inverso, primero decidir que somos independientes y luego ver qué tipo de país independiente queremos ser. No es fácil confiar en un camino en el que se deja para el final el contenido, que es el modelo de sociedad. No es seguro que los votantes de izquierdas quieran una independencia como la de Singapur, ni que los de derechas la quieran como la de Venezuela.

La independencia escocesa es un instrumento para obtener un modelo de sociedad, mientras que la catalana tal como se ha propuesto hasta ahora es un fin en sí mismo, cuyas bondades se presuponen siempre y en cualquiera de los casos. Los catalanes solemos creer que cuando los otros van nosotros ya volvemos, pero el caso escocés parece demostrarnos exactamente lo contrario. No sé muy bien si seremos capaces de mirarnos de nuevo en este espejo y aprender algo de Escocia.

Comentarios

Es millor el immobilisme espanyol, Lluis?Si no vas amb compta, fermentaran les teves idees i donaran el que sempre han donat els catalans ensopits i massa acomodats en el confort del "farniente": un entorn plà i sotmés en el pais de la mediocritat institucionalitzada.No m'interpretis malament: totes les idees son legitimes quan proposen solucions, sino només son perdius marejades que compliquen més el trencaclosques del puzzle espanyol.Food for thought...
Yo creo que la gran lección de Escocia fue que quien decide es el pueblo escocés. Estoy de acuerdo que Escocia no perdió, sinó que ganó, pues se hará lo que votó la mayoría del pueblo escocés. Dejemos pues que los catalanes ganen, que elijan, que voten...
COPIAR y festejar fracasos es típico de políticos mediocres empeñados en vivir del cuento chupando del bote. A Artur Mas no le alcanzó la derrota histórica del 11-S, que aun festejan los catalanes, tampoco le alcanzó el fracaso de Montrael y Escocia. Tampoco le interesa el rechazo de la U.E. y el gran Capital a su plan separatista. Mas sigue dando la lata, aunque con menos eco, porque lo suyo es sólo vender humo y marear la perdíz mientras dure la crisis, para eludir su responsabilidad en ella, la que es mucha dada la muy abultada deuda catalana contraída durante el nefasto Tripartito y antes también. Su ''argumento'' es que ''España nos roba'' y la única solución es el separatismo. Y AUNQUE ha demostrado ya que quien nos robaba es el Cortijo CAT de Jordi Pujol y sus 40 ladrones, Mas insiste con su perorata delirante antiespañola, y por ende antieuropea. Lo siguen muchos garrulos, pero cada vez son menos. España sale ya de la crisis, y cuando se recupere, todos, menos una gran minoria intrascendente, se olvidarán de este culebrón infame sin pie ni cabeza. ''La pela es la pela'', y eso hace mas a la esencia filosófica CAT, que cientos de pamplinas y monsergas volando. Al tiempo!!
Los problemas de los ciudadanos en todas las latitudes están originados en la Economía de los países. Los nacionalismos no vienen a resolver absolutamente nada y si miramos el caso de la familia Poujol , pues ello nos convence de la insoportable levedad de estas tendencias. Estamos viviendo en un mundo que necesita integrarse , comprenderse, darse cabida los unos a los otros .Ya con eso, tenemos bastante en qué ocuparnos.
LA PRUEBA mas clara de que el separatismo de Artur Mas es puro humo lo da el hecho de que su ''argumento'' de que ''España nos roba'', de ser cierto se podría solucionar con un Estado Federal donde cada palo aguante su vela. Donde cada CC.AA. cobre y gaste sus propios impuestos a su gusto. Y así Catalunya mantendría el mercado español y europeo. Si hubiera separatismo se perderían ambos, y el Gran Capital, nada Cat y todo español y extranjero, huiría de un mini país Cat por falta de escala de mercado e instalación de fronteras aduaneras. Separarse de España y seguir en Europa es imposible por falta de unanimidad en al UE, Francia, Italia, Belgica, ademas de España lo vetarían porque todos ellos tienen separatistas internos. Esto es archisabido, menos para los ignorantes, y para los listillos vendehumos del Cortijo Cat. que cobraron de los Fondos Europeos de Compensación Territorial y otros.
SI los catalanes fueran tan listos y geniales como se creen, se hubieran dedicado a gobernar España, ''barriendo para casa'', of course, como ya hicieron durante el franquismo Fabian Estapé, la burguesía Cat y otros economistas y funcionarios Cat desde Madrid. Gracias a ellos la SEAT y todas las multinacionales se instalaron entonces en Cat. Ese era el Plan deTarradellas, un patriota Cat de verdad, en alto estratega en gran armonía con Adolfo Suarez. Se frustró con su muerte y el advenimiento del gran mediocre mangante, que llevó a Catalunya a encerrarse en la 2ª línea por detrás de Madrid, cuya economía ostenta hoy la primacía española. Los pujolistas tienen que explicar porqué durante la Dictadura a Cat le fue mejor, siendo La Vanguardia de España; y porque descendieron a 2ª línea, detras de Madrid, durante la Democracia. La única explicación es que fueron timados 24 años por el Cortijo del gran demagogo, pobre enano de espíritu, J.P. y sus 40 ladrones.
"Los nacionalismos no vienen a resolver absolutamente nada y si miramos el caso de la familia Poujol , pues ello nos convence de la" capacidad del latrocinio descarado para mejorar las finanzas de la Famiglia Siciliana Puiolo. Nada como un 3% aquí y un 4% por allá para salir de pobre a dueño de puertos (Puerto de Rosario, Argentina), hoteles (en Acapulco, México), y ferrari aquí y allá. Pareciera que el separatismo fuese la cobija del ladrón.
ENVEZ de gobernar España, los líderes Cat le regalaron España a los andaluces primero, a los castellanos luego, a los leoneses después, y a los gallegos ahora. Mientras todos ellos aprovechaban y barrían para casa, los enanos de espíritu Cat se dedicaron a rundinar, a vender humo ''diferencial'', y a mangar a gusto. Y así estamos, de tan ''diferentes'' que somos, tenemos de las peores educaciones de España, no dominamos ni el español ni el inglés, y nos hemos llenado de moros que nos acechan y exigen cada día mas. Vaya negoci!!

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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