Obama destaca el avance contra el Estado Islámico en Irak
El presidente recibe al primer ministro iraquí, pero evita adquirir compromisos concretos
La reunión celebrada este martes entre Barack Obama y Haider al Abadi suponía una suerte de termómetro mutuo en un momento clave. El presidente de Estados Unidos buscaba calibrar si el primer ministro iraquí cumple con su promesa de impulsar un Gobierno inclusivo que atenúe las tensiones sectarias, determinar el alcance de su acercamiento a Irán y analizar el estado de la campaña militar contra la milicia yihadista suní del autodenominado Estado Islámico (EI). Para el chií Al Abadi, en su primera visita a la Casa Blanca, la prioridad era conseguir más apoyo militar, económico y humanitario de EE UU.
Ambas posiciones se cruzaron durante más de una hora en el Despacho Oval. Fue la segunda reunión —la primera fue el pasado septiembre en Nueva York— de los dos mandatarios desde que Al Abadi fue designado primer ministro de Irak tras forzar Washington la salida de su predecesor, Nuri al Maliki, al que acusaba de atizar la tensión religiosa que facilitó el auge del EI.
La rápida expansión de los extremistas en el norte de Irak forzó a EE UU a volver a involucrarse militarmente en el país árabe. Tras la retirada de todas sus tropas en 2011, los fantasmas y traumas de Irak reaparecieron: Obama, que se había opuesto a la intervención de 2003 y que había hecho del fin de la guerra bandera política, se vio obligado a mandar en junio a asesores militares y en agosto a lanzar una campaña de bombardeos aéreos contra posiciones del EI.
Consciente de las lecciones del pasado —la de Irak fue una guerra sin victoria, y mucho más larga y cara de lo previsto—, el Gobierno estadounidense se ha esforzado en evitar triunfalismos en la ofensiva contra el EI, que en septiembre se extendió a Siria.
Alejándose ligeramente de ese discurso prudente, Obama subrayó este martes ante Al Abadi el “progreso serio” conseguido en la lucha contra los yihadistas, y se mostró seguro del éxito de la campaña de la coalición internacional encabezada por EE UU, aunque admitió que no ocurrirá “de la noche a la mañana”.
En la víspera, el Pentágono lo había traducido en cifras: el EI ha perdido entre un 25% y un 30% del territorio que controlaba en Irak en verano de 2014. Hace tres meses, solo había cedido el dominio del 1%.
El Pentágono indica que los yihadistas han perdido un 25% de territorio
La reunión pretendía ser una escenificación de los avances, de los lazos compartidos de una relación “robusta e inalterable”, según señaló un comunicado conjunto. La Casa Blanca también difundió otro comunicado profuso con detalles de la mejora de la cooperación militar, política y económica.
Pero, pese a ese aire de optimismo, Obama evitó grandes compromisos: anunció un paquete de 200 millones de dólares (187,5 millones de euros) en ayuda humanitaria a Irak y la continuación del sistema de créditos para la compra de material de defensa, pero declinó revelar si EE UU entregará a los iraquíes nuevas armas y helicópteros.
Tampoco trascendieron los siguientes pasos de la campaña militar, tras la expulsión, hace dos semanas, del EI de Tikrit gracias a los bombardeos estadounidenses. El Pentágono reveló hace dos meses que preveía iniciar entre abril y mayo el asalto a Mosul, el mayor feudo yihadista en Irak, en la que sería la primera gran prueba de fuego para medir la capacidad del Ejército iraquí.
En su visita a Washington, Al Abadi busca fondos, más apoyo militar y ayuda humanitaria
Entre 2003 y 2012, Estados Unidos invirtió cerca de 25.000 millones de dólares en entrenar y equipar al Ejército iraquí. Pero las fuerzas de Irak no lograron frenar el avance del EI en el norte del país. La campaña actual también incluye un programa de entrenamiento, pero, a diferencia de la intervención anterior, los militares norteamericanos no tienen funciones de combate. Obama ha pedido al Congreso que acepte excepciones, pero su solicitud está estancada.
Para nerviosismo de EE UU, esa ausencia ha sido compensada en parte por asesores militares iraníes y milicias chiíes respaldadas por Teherán, con la que Washington no tiene relaciones diplomáticas pero comparte un objetivo común en la lucha contra el EI. Preguntado por el papel de Irán, Obama pidió que todas las milicias operen bajo el control de Bagdad y que respeten la “soberanía” iraquí, en lo que coincidió con Al Abadi.
El primer ministro iraquí prometió “tolerancia cero” con posibles abusos de derechos humanos. La organización Human Rights Watch denunció en un informe en marzo que milicias chiíes que cooperan con Bagdad destruyeron propiedades y pueblos suníes y secuestraron a 11 personas. El miedo de Washington es que la tensión sectaria siga alimentado el yihadismo.
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