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David Cameron promete facilitar el acceso a la compra de viviendas

Los conservadores británicos presentan su programa electoral que busca explotar el nicho social

David Cameron ha desempolvado la antigua y exitosa bandera thatcherista que promete a las familias de rentas modestas el acceso a una vivienda de propiedad, en su intento de levantar una campaña con desenlace electoral incierto para los conservadores británicos. La extensión del programa que permite a los inquilinos de inmuebles de protección social adquirir su piso con generosos descuentos es el punto estelar de las propuestas que el primer ministro ha presentado este martes con las que pretende reeditar su gobierno. Cameron se ha reivindicado como el garante de la seguridad y bienestar de la clase trabajadora.

El líder incapaz de procurar a los tories una mayoría absoluta en las pasadas legislativas de 2010, forzándole a una coalición con los liberal demócratas, ha visto frustrada su estrategia inicial de centrar la campaña en los logros de un Gobierno que ha reducido el déficit y conseguido un atisbo de recuperación económica. Una idea demasiado genérica que no logra conectar con el elector. Cuando las últimas encuestas siguen proyectando un codo a codo de conservadores y laboristas, estos últimos, sin embargo, están mejor encarados para cerrar alianzas con otras fuerzas minoritarias que avalen su regreso al poder.

A lo largo de su discurso en la localidad de Swindon, Cameron volvió a apelar a los votantes a que le permitan “acabar el trabajo” de enderezar la economía, frente al “caos y la incompetencia” de las sucesivas administraciones laboristas de Tony Blair y Gordon Brown, que dejaron como legado el mayor déficit de los tiempos de posguerra. Pero en esta ocasión quiso poner el acento en la reclamada vocación interclasista de los conservadores que tan buenos réditos aportó a su antecesora Margaret Thatcher en su primera campaña de 1979 —el prólogo de tres victorias electorales consecutivas—, rememorando el mismo “sueño de una democracia de propietarios”.

En la práctica, esa iniciativa se traduciría en la ampliación del llamado “derecho de compra”, introducido por la Dama de Hierro en los años ochenta del siglo pasado, un sistema que promueve la adquisición de las viviendas protegidas por los inquilinos que las alquilan, a base de descuentos que un segundo Gobierno de Cameron fijaría en hasta el 70% de su precio real de mercado. El proyecto quiere sufragarse forzando a los ayuntamientos a deshacerse de las propiedades más caras de su parque inmobiliario (algunas habitadas hoy tan sólo por una familia, a pesar de sus generosas hechuras, según recordó Cameron), para sustituirlas por otras más económicas.

La medida destinada a combatir el índice de propiedad inmobiliaria más bajo de los últimos 30 años, y que afecta principalmente al vector esencial de los electores con edades comprendidas entre los 25 y los 35 años, fue presentada por Cameron junto a una agenda social que promueve la eliminación del impuesto sobre la renta para aquellos contribuyentes que cobran el salario mínimo, la ampliación hasta 30 horas semanales de las guarderías gratuitas para los niños de tres y cuatro años cuyo padre y cuya madre trabajan o la congelación hasta 2020 de las carísimas tarifas ferroviarias. Y vino precedida del anuncio de que un nuevo Gobierno conservador suprimirá el impuesto de sucesiones en aquellas propiedades con un valor igual o menor al millón de libras, en un guiño a unas clases medias que desde el espectro centrista son susceptibles de votar tanto a los conservadores como al laborismo.

Cameron necesita borrar esa imagen de los conservadores como “el partido de los ricos”, los grandes beneficiarios de sus políticas e inmunes a los drásticos recortes sociales, explotada por el Labour a falta de encarnar una alternativa rupturista. Y hoy martes se ha esforzado en encarnar esa imagen del “conservadurismo compasivo” que puede tener la llave de su victoria electoral si convence de que la clave está en que todos los británicos van a beneficiarse de la recuperación económica.

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