_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Inclusión, democracia y tolerancia en la OEA

En el Foro de la Sociedad Civil de la Cumbre, Cuba demostró su desinterés en integrarse al organismo hemisférico

"Pa’ lo que sea Raúl, pa’ lo que sea, no nos importa la OEA"; "CELAC sí, OEA no", son algunas de las consignas que cantaron los partidarios del régimen cubano durante los encuentros del Foro de la Sociedad Civil de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Panamá. Además, fueron reproducidas en el periódico oficial Granma, como para no dejar dudas.

Dos ámbitos donde los representantes del partido único de Cuba mostraron su dogmatismo e intolerancia política fueron los de los grupos de la sociedad civil dedicados a formular recomendaciones sobre "Gobernabilidad Democrática" y "Participación Ciudadana". En todos los casos, y siempre a los gritos, el planteo fue que no aceptaban la presencia de los referentes opositores cubanos que residen dentro y fuera de Cuba, lo cual es contradictorio con la idea de inclusión de Luis Almagro, secretario general electo de la OEA.

En cambio, los actores democráticos cubanos —excluidos de las relaciones de intercambio por parte de las embajadas en La Habana de todos los países de América Latina y Canadá— en un gesto de apertura no cuestionaron que los representantes oficiales no fueran realmente parte de la sociedad civil. En su mayoría, se trataba de integrantes de organizaciones gubernamentales y en algunos casos de funcionarios del gobierno.

De esta manera, la representación oficial cubana trató de impedir el funcionamiento de los mencionados grupos de la sociedad civil, pretendiendo imponer en este ámbito el dogmatismo político que reina en la Isla. Es decir, en lugar de aceptar los principios, las reglas y la institucionalidad que rigen en el organismo al cual fueron invitados a reintegrarse y participar, pretendieron imponer las prácticas políticas de un régimen antidemocrático que lleva ya más de medio siglo en el poder.

Muchos de los asistentes a la Cumbre pudieron sentirse "cubanos por un día", viviendo en carne propia cómo es pensar distinto en Cuba

El efecto positivo de esto, sin embargo, fue que muchos de los asistentes a la Cumbre en Panamá que representaban a distintas organizaciones de la sociedad civil de las Américas pudieran sentirse "cubanos por un día", viviendo en carne propia cómo es pensar distinto en Cuba. En efecto, pudieron escuchar consignas como las de "gusanos", para calificar a los demócratas cubanos y “mercenarios”, a quienes, como ellos, reciben fondos de la cooperación internacional. Pudieron descubrir que es imposible abordar los temas de su interés debido a que la comitiva cubana trató de imponer sus criterios boicoteando deliberadamente el encuentro. Y pudieron presenciar en vivo la acostumbrada práctica del régimen: el "mitin de repudio".

Lamentablemente no faltaron las agresiones físicas hacia los integrantes del grupo de gobernabilidad democrática integrado por la mayoría de las organizaciones asistentes, entre ellas las registradas oficialmente ante la OEA, cuando al salir del hotel El Panamá la representación oficial del gobierno cubano actuó como grupo de choque rompiendo los carteles "Democracia es respeto" que portaban los miembros de las organizaciones independientes. También les amenazaron cantando "machete, machete que son poquitos".

Lo peor de esta situación es que la mayoría de los gobiernos de los países que integran la OEA, en la práctica, terminaron siendo cómplices de estas agresiones, al negarle reconocimiento y protección a los actores democráticos cubanos.

De cara al futuro, a Luis Almagro le espera un gran desafío en su propuesta "incluyente". Nada menos que integrar al gobierno de Cuba, que no está dispuesto a aceptar la Carta Democrática Interamericana, y a sus organizaciones oficiales, que no están dispuestas a dialogar, escuchar y convivir de manera pacífica y respetuosa.

Gabriel C. Salvia es Director General del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL). @GabrielSalvia

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_