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El FMI advierte de que crece el riesgo de impago en Grecia

Un informe interno del organismo subraya que “crece la preocupación”

El ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, este jueves en el Parlamento.Foto: reuters_live
Claudi Pérez

Tras dos rescates que suman más de 240.000 millones de euros, el futuro de Grecia está en el aire por un pago que asciende a apenas 450 millones. El Fondo Monetario Internacional advirtió este jueves en un informe interno al que ha tenido acceso este diario que “sigue creciendo la preocupación acerca de que Grecia no sea capaz de hacer el pago” el 9 de abril, fecha en la que debe satisfacer un vencimiento de 450 millones al propio Fondo. Atenas ya contó el miércoles a los socios del euro que podría quedarse sin blanca ese día, con objeto de desbloquear las ayudas financieras, según una información de Reuters que fue desmentida por el Ejecutivo heleno. Llueve sobre mojado: no es la primera vez que alguno de los miembros del Gabinete de Alexis Tsipras amenaza con no hacer efectivos los pagos al FMI o incluso al BCE, como estrategia de negociación, para después proceder a desmentidos categóricos.

La preocupación es lógica. El propio Gobierno griego admite, en un documento de 26 páginas en el que detalla el plan de reformas que no ha conseguido pactar aún con los socios, que se está quedando paulatinamente sin dinero. Sigue habiendo ayudas financieras millonarias disponibles para que Grecia evite un susto, pero están estrechamente vinculadas a esas reformas y a un calendario para ponerlas en marcha. El tiempo se acaba y para el 9 de abril, el próximo jueves, Grecia podría tener que escoger entre cumplir sus compromisos con el FMI o pagar salarios y pensiones: el ministro del Interior, Nikos Voutsis, aseguró el miércoles que en esa tesitura el Gobierno griego no tendría dudas y se decantaría por la segunda opción.

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Las fuentes consultadas en Bruselas repiten una y otra vez que ese impago es muy improbable. Hay demasiado en juego, tanto por el lado griego –con el país abocado a un lío morrocotudo si eso ocurre–, como por el lado europeo, por el temor a un nuevo contagio en la periferia y, sobre todo, porque pondría en duda la credibilidad política del euro. Pero ya nadie en Europa pone la mano en el fuego. El rescate de la eurozona y el FMI puede llegar a poner a disposición de Grecia hasta 7.200 millones de los tramos pendientes de pago, a los que hay que sumar una partida adicional de 1.900 millones procedentes de los beneficios de los bancos centrales por operaciones con deuda griega, y un tercer fondo de más de 10.000 millones destinado, en principio, a recapitalizar los bancos si es necesario. Para ello, hay que acordar las reformas.

La ceremonia de la confusión es la norma en Bruselas en todo lo relativo a Grecia desde hace tiempo. Atenas da por hecho un acuerdo inminente, para la semana próxima. El Eurogrupo asegura que ese pacto no está próximo. El propio FMI, en el citado informe, explica que la lista de reformas filtrada es insuficiente. Y el BCE no deja de aumentar las líneas de liquidez de emergencia para la banca, en previsión de una posible fuga de capitales. La cacofonía no ayuda, y los datos van de mal en peor: la lista griega incluye un empeoramiento de las previsiones de PIB y desempleo, y cifra los ingresos fiscales adicionales en hasta 6.100 millones de euros, aunque la recaudación prevista de muchas de las medidas anunciadas (lucha contra el fraude, básicamente) es poco fiable, según fuentes europeas.

Las instituciones siguen viendo poca concreción en las reformas propuestas

La economía griega se ha parado, el paro vuelve a subir, los ingresos fiscales son menos boyantes de lo esperado y la huida de capitales de la banca sigue laminando el futuro de Grecia. Y aun así todas las fuentes consultadas en Bruselas subrayan que el impago que teme el FMI no se producirá. Aunque, paradójicamente, en los cuarteles generales de los acreedores empiezan a pensar qué sucedería en ese caso: si Grecia decidiera no satisfacer el vencimiento del 9 de abril “el impago no se declararía de manera automática”: los procedimientos internos del Fondo se activarían pero no habría un default fulminante. Sin embargo, podría desencadenar un impago en cadena en el resto de los acreedores: los préstamos bilaterales de los socios europeos, por ejemplo, están directamente vinculados a los créditos del FMI. Los seguros de impago (CDS) tampoco se activarían inmediatamente por el hecho de que las ayudas del FMI son una suerte de crédito bilateral. “Sin embargo un impago al Fondo es una señal política de primera magnitud que tendría graves consecuencias: el FMI suspendería todo contacto con Grecia, y el resto de instituciones podrían seguir el mismo camino”, según fuentes financieras en Washington. "Si no pagan al FMI tienen un mes de gracia en el que no pasa nada. Luego el banco mundial y los multilaterales suspenden todos los desembolsos, este es el efecto dominó", añaden fuentes próximas al FMI. 

Bruselas considera que Grecia tiene aún resortes de los que tirar para impedir males mayores: puede obtener fondos de sus empresas públicas, por ejemplo, antes que caer en un impago. El acuerdo sobre las reformas está lejos: algunas de las medidas detalladas en la lista, como las políticas sociales, van en la buena dirección, pero las instituciones anteriormente conocidas como troika siguen quejándose del insuficiente grado de detalle en las reformas. Esa primera batalla promete ser enconada, y previsiblemente terminará en un acuerdo el 24 de abril en Riga, en un Ecofin informal. A partir de ahí queda el mayor obstáculo: Atenas sigue lejos de poder financiarse en los mercados y debe negociar un tercer rescate, se llame como se llame, con condiciones asociadas, ya sean más duras o más suaves. Eso será en junio. Queda un largo camino del calvario hasta entonces.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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