La falta de aranceles derivó en el paro de ArcelorMittal en México
La planta mexicana de la transnacional registró una caída de ventas de acero de un 70% en el último trimestre de 2014
Al anuncio del cierre temporal de la mayor planta en México de ArcelorMittal, que produce el 6% de acero en el mundo, ha seguido el silencio de la empresa y la abundancia de rumores. No se sabe la duración del paro ni el número exacto de trabajadores que afecta (fuentes sindicales calculan que son 3.000 de los 13.000 empleos que genera). El propio gobernador de Michoacán, Salvador Jara, ha salido al paso para aclarar que no se contemplan despidos, aunque ha reconocido que se trata de un asunto que no está enteramente en sus manos. “Lo que ha hecho la empresa es un borregazo”, afirma Francisco Rivera, presidente de la Asociación de Periodistas de la Costa. Borregazo: un anuncio que sugiere consecuencias alarmantes (el cierre de la fábrica de acero más grande de México y la pérdida de miles de empleos) para poner un tema sobre la mesa. Que el Gobierno mexicano respalde la imposición de aranceles a empresas extranjeras, especialmente chinas, que exportan el metal al país a precios con los que es imposible competir.
Las razones que han llevado a ArcelorMittal se resumen en números. Para finales de 2015, la transnacional espera ganancias de entre 6.500 y 7.000 millones de dólares, por debajo de los 7.200 que facturó en 2014. Los porqués, explican empresarios del ramo, yacen en que la empresa, de por sí afectada por la sobreoferta de acero en el mundo, se enfrenta en el mercado local a competidores chinos, rusos y turcos que entran al mercado en condiciones mucho más favorables que los de compañías locales.
En el caso de la planta de Lázaro Cárdenas, en la costa del Pacífico, la caída fue más pronunciada. Sicartsa facturó durante el último trimestre de 2014 un 70% menos de lo que había ganado en el mismo periodo en el año anterior, según datos de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación. “El mercado internacional está contraído [debido a la sobrepuerta de acero] y el mercado es pequeño”, explica Benjamín Rodríguez, empresario local y miembro del Comité Ciudadano para restablecer la seguridad en Michoacán en 2014.
"El asunto es que no solo ArcelorMittal, sino las productoras de acero, se enfrentan a precios de compañías principalmente chinas y rusas que compiten en el mercado a precios muy bajos. Mientras el Gobierno mexicano no ponga un arancel, no tenemos cómo defendernos", explica Rodríguez. Las negociaciones, según los cálculos más optimistas, podrían alargarse hasta mayo.
La transnacional espera ganancias de entre 6.500 y 7.000 millones de dólares, por debajo de los 7.200 que facturó en 2014
Sicartsa, una siderúrgica situada en el puerto de Lázaro Cárdenas, en la punta sureste de Michoacán, fronteriza con Guerrero y a unos kilómetros de los yacimientos de hierro más abundantes del país, fue adquirida por ArcelorMittal en 2006. Si bien es la más grande del puerto —el más importante en cuanto a intercambio de cargas en México—, la patronal y los trabajadores de la ciudad comparten el orgullo de quien vive en importante un sitio industrial construido en lo que, hasta hace unos años, era solo palmeras, montañas y playa. “Somos el puerto más estratégico de nuestro país. Tenemos la oportunidad de estar conectados a la región más poblada, que es el centro de México y El Bajío, y tenemos comunicación directa con el puerto de Long Beach, en Estados Unidos”, afirma Rodríguez. “Y solo hasta ahora es que estamos solucionando el problema que teníamos de imagen”.
El problema de imagen se resume en los años de violencia provocada por los grupos narcotraficantes que operaban en la zona, en especial Los Caballeros Templarios, hicieron que Lázaro Cárdenas ocupara las primeras planas no por su potencial económico sino por una espiral de violencia que acumulaba muertos y muertos en los diarios. Uno de ellos, un directivo de ArcelorMittal, Virgilio Camacho, asesinado por denunciar el robo hormiga de hierro en yacimientos controlados por la empresa. Los ladrones eran hombres pagados por Los Caballeros Templarios y su jefe era el propio Servando Gómez La Tuta, detenido el 27 de febrero pasado.
Pero esos tiempos han quedado atrás, coinciden empresarios y periodistas de la región. Francisco Rivera asegura que aun el asesinato del contralmirante José Luis Corro, cometido hace solo unas semanas y quien se desempeñaba como capitán del puerto, ocurrió por razones que no están vinculadas al crimen organizado, como lo afirmó en su momento el comisionado de seguridad nacional, Monte Alejandro Rubido. Benjamín Rodríguez coincide: “Hemos tenido un enorme avance en el puerto y esta situación [el paro de ArcelorMittal] pone en riesgo empleos y, por tanto, la estabilidad del puerto”. La preocupación por la posible pérdida de empleos alerta a una región golpeada, que además es limítrofe con los municipios más violentos de Guerrero (otra de las regiones más peligrosas del país), responde a que esta crisis entorpezca su avance. Repite: “Necesitamos esos empleos para revertir esa mala racha, de esos años bajo el crimen organizado. Vamos a repuntar. Tenemos un futuro. Michoacán tiene futuro”.
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