La Liga Árabe debate crear una fuerza militar conjunta
El proyecto es hacer frente al avance del Estado Islámico y al expansionismo de Irán
Los líderes árabes que este sábado se reúnen en la localidad egipcia de Sharm el Sheij van a debatir la formación de una fuerza militar unificada. La propuesta, cuyo borrador aprobaron el jueves los ministros de Exteriores que preparan la cumbre anual de la Liga Árabe, busca hacer frente a las amenazas regionales. Aunque se trata de una vieja aspiración, el auge del Estado Islámico (EI) y el expansionismo iraní han imbuido de urgencia al proyecto. Sin embargo, las diferencias entre los países miembros suscitan dudas de que se consiga.
“Los ministros árabes han acordado la formación de una fuerza militar unificada”, anunció el secretario general de la Liga Árabe, Nabil Elaraby. “La fuerza será un cuerpo de intervención rápida para hacer frente a las amenazas de seguridad que afectan a las naciones árabes”, añadió.
La decisión llega en medio de la sorpresa por el ataque saudí contra los rebeldes Huthi de Yemen, al frente de una coalición. Pero no es la primera vez en los últimos años que los árabes muestran su voluntad de actuar militarmente para defender sus intereses al margen de la supervisión extranjera, especialmente de EE. UU., que venía siendo la norma. Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos enviaron tropas a Bahréin en 2011, y Emiratos y Egipto han bombardeado recientemente Libia por su cuenta.
La diferencia es que, en Yemen, Riad ha mostrado interés en buscar el apoyo de otros países árabes más allá de la fuerza Escudo de la Península creada en el marco del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). Una coalición más amplia da mayor legitimidad a la ofensiva y amplia base de reclutamiento, ya que la población autóctona de las seis monarquías del CCG apenas suma 25 millones de habitantes. Irán, el rival saudí por el liderazgo de la región, tiene 78 millones.
Si los jefes de Estado y de Gobierno árabes aprueban el proyecto de resolución, los jefes de Estado Mayor de los 22 integrantes de la Liga tendrán que reunirse en el plazo de un mes para establecer el presupuesto y la composición. Según los datos que se han conocido del borrador, la fuerza propuesta estará formada por hasta 40.000 soldados de élite, respaldados por aviones de combate, barcos de guerra y vehículos blindados. Aún no se ha decidido si tendrá su cuartel general en El Cairo o en Riad, las dos opciones contempladas.
Sin embargo, no todos los miembros muestran el mismo entusiasmo. El ministro de Exteriores iraquí, Ibrahim al Jaafari, ha defendido que se necesita más tiempo para organizar la fuerza, una forma educada de mostrar el recelo de su Gobierno. Para defenderse del EI, Bagdad depende en gran medida de la ayuda de Irán que le ha enviado armas y asesores militares. Lo mismo sucede en Siria, aunque este país tiene suspendida su participación en la Liga desde 2011, por la brutalidad con la que el régimen de Bachar el Asad reprimió las protestas populares.
La idea de una fuerza militar común no es nueva. La Liga Árabe ya se dotó de un pacto de seguridad poco después de su fundación en 1945. En él se perfilaban los elementos para un sistema colectivo de defensa, pero los intereses enfrentados de su veintena de miembros hicieron que pasaran casi quince años hasta que se aprobó el mando árabe unificado. En 1967, la guerra de los seis días dejaba el proyecto en agua de borrajas. Cuatro décadas después, la cumbre de Riad habló de reactivar el acuerdo para establecer una fuerza de paz que pudiera desplegarse en lugares como el sur de Líbano, Darfur o Irak. No tuvo seguimiento.
Hasta que el pasado febrero el presidente egipcio, el general Abdelfatah al Sisi, defendió la creación de una fuerza árabe unificada para hacer frente al EI y otros grupos extremistas. Poco antes, Al Sisi había enviado a la aviación a bombardear a una filial del EI en Libia que decapitó a una veintena de ciudadanos egipcios. Para su Gobierno, la inestabilidad en Libia y el yihadismo constituyen una amenaza existencial.
Una preocupación parecida sienten Arabia Saudí y las otras monarquías de la península Arábiga ante lo que perciben como un creciente avance iraní en tierras árabes a través de sus alianzas con grupos chiíes. De ahí, el bombardeo a los Huthi, pero también los miles de millones de euros con los que han respaldado a Al Sisi, cuya alianza consideran imprescindible frente a todo tipo de islam político.
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