El último abrazo a Osama Bin Laden en Tora Bora
Fotos difundidas ahora muestran cómo vivía el líder de Al Qaeda y su relación con Al Suri
Un abrazo en las frías cuevas de Tora Bora (Afganistán) en otoño de 2001 y una misión: diseñar la nueva yihad, la bomba sucia, la guerra química y bacteriológica. Ese fue el encargo que recibió Mustafá Setmarian, alias Abu Musab al Suri, de 57 años, sirio español casado con una madrileña, cuando abrazó a Osama Bin Laden y besó su mejilla. Los norteamericanos habían invadido Afganistán tras los ataques del 11 de septiembre y el líder de Al Qaeda se había refugiado con sus principales acólitos en las montañas. “Me reuní por última vez con el jeque Osama, que Dios le proteja, en noviembre de 2001 y me comprometí a la yihad. Me dio un beso, un brazo y me encargó diseñar la nueva yihad”, escribió Setmarian para sus seguidores en su boletín electrónico.
Ahora, 14 años después, las fotografías difundidas por la fiscalía de distrito de Nueva York demuestran que este sirio de "cabello pelirrojo, 1,70 de altura, ojos verdes y barba de corte elegante" —así le describía la policía española en los años ochenta en un documento oficial— no mentía. Varias de estas instantáneas muestran a Al Suri en compañía de Bin Laden.
Hoy, Bin Laden está muerto —capturado por los marines en su refugio pakistaní de Abottabad (Pakistán)— y Setmarian, desaparecido tras ser detenido en octubre de 2005 en Pakistán. El fundador de Al Qaeda en España, nacido en Alepo (Siria) e hijo de un maestro de escuela, pertenecía a los Hermanos Musulmanes cuando recaló en Madrid. Tenía un puesto de objetos árabes en el Rastro y viajaba compulsivamente a Pakistán. Se casó con la madrileña Helena Moreno, la hija de un obrero convertida al islam, y escaló puestos en Al Qaeda después de trasladarse a Londres a trabajar con Abu Qutada, el icono de los salafistas en Europa, y establecerse en Kabul trabajando para los talibanes y para el mula Mohamed Omar. El siguiente salto fue la dirección de los campos de entrenamiento de Derunta y Al-Ghuraba, donde entrenaba a los terroristas sirios en venenos y sustancias químicas.
Cuando se cumplen diez años desde la detención de Setmarian en Pakistán y su entrega a los norteamericanos, su paradero es un misterio. Al igual que otros, fue engullido por los agujeros negros de la CIA. EL PAÍS reveló fichas militares secretas de los presos de la cárcel de Guantánamo (Cuba) donde se aseguraba que Mustafá había sido entregado al Gobierno sirio de Bachar el Asad. Algunas informaciones sin confirmar aseguraron que fue puesto en libertad por el régimen sirio en venganza al Ejecutivo norteamericano cuando se inició la guerra en Siria. Helena, su esposa y madre de cinco hijos, profesora en un país árabe, lo negaba la semana pasada a este periodista y calificaba estas informaciones de “tortura” para ella y su familia. “No sé nada de mi marido desde que fue detenido hace diez años”, se reafirma. El CNI y la policía española, tampoco dan crédito a su puesta en libertad y creen que sigue preso en las oscuras cárceles sirias.
Bin Laden está muerto y Mustafá, uno de sus mejores discípulos, desaparecido, pero el legado de ambos continúa. Los lobos solitarios que han comenzado a actuar en distintas partes del mundo son la herencia de Mustafá Setmarian. En su extenso tratado sobre la yihad urbana escribió que la célula más peligrosa y clandestina es la que integra uno mismo. Algunos están siguiendo sus órdenes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.