El kirchnerismo no tiene heredero
Todas las encuestas vaticinan que hay tres candidatos favoritos para ganar las presidenciales, y ninguno es kirchnerista
El kirchnerismo no supo o no quiso crear en 12 años un heredero de Cristina Fernández, alguien que pueda continuar su política de confrontación con el Grupo Clarín, con las “grandes corporaciones hegemónicas” y con buena parte de la Justicia. No se atisba ningún dirigente que desee mantener la misma tensión que mantuvo ella con Estados Unidos y que elija a Venezuela y Rusia entre sus grandes referentes internacionales. Todas las encuestas vaticinan que sólo hay tres candidatos con verdaderas opciones de ganar las presidenciales del próximo octubre. Y a ninguno se le podría llamar kirchnerista.
En el núcleo más próximo a Cristina Fernández no hay nadie con opciones de ganar. A su hijo Máximo Kirchner le apasiona la política, fundó la organización juvenil La Cámpora y asesora muy de cerca a su madre, pero siempre actuó entre bambalinas. Ahora solo podría aspirar a la alcaldía de algún municipio patagónico. Su voz no se conocía en el país hasta que aceptó hablar en una película sobre el padre hace dos años. Nunca se presentó a unas elecciones y su primer mitin lo pronunció el pasado septiembre, a sus 37 años, ante 40.000 militantes de La Cámpora. Allí advirtió que habrá kirchnerismo para rato. “Si Cristina es tan mala o no sirve, si están tan interesados en terminar con esta experiencia política, si quieren acabar con el kirchnerismo, ¿por qué no dejan y compiten con Cristina? Le ganan a Cristina y sanseacabó. Y nosotros volveremos a la calle para reconstruir la fuerza política y volver a gobernar la Argentina en los próximos años”.
El problema es que la Constitución argentina impide ejercer la presidencia durante tres mandatos consecutivos. Y Fernández lleva dos. En los últimos años aparecieron estrellas rutilantes en su entorno que apagaban enseguida. En 2011 se barajó como posible sucesor la figura de un economista de aspecto juvenil a quien Fernández designó como vicepresidente. Hoy, Amado Boudou es el único vicepresidente en la historia de Argentina que ha sido procesado durante su mandato. Su objetivo prioritario para los próximos meses será eludir el banquillo y la cárcel.
La Constitución argentina impide ejercer la presidencia durante tres mandatos consecutivos. Y Fernández lleva dos
El año pasado se promovió también la figura de otro personaje ultra kirchnerista: Jorge Capitanich, gobernador de la provincia de El Chaco. La presidenta lo designó como jefe de Gabinete y él se comprometió a pronunciar una conferencia de prensa todas las mañanas. Capitanich venía con fama de persona dialogante. No había mejor escaparate que las conferencias de prensa diarias para aspirar a la presidencia. Pero se desgastó tanto en apenas un año que esta semana fue relevado del cargo y solo aspira a la alcaldía de Resistencia, la capital de la provincia de El Chaco, con 385.000 habitantes. Si en un futuro lejano aspirase a ser presidente, sus rivales siempre le recordarán el momento en que rompió un ejemplar de Clarín hace varias semanas en la Casa Rosada.
Se podría pensar como sucesor en el ministro de Economía, Axel Kicillof. Ni Capitanich, ni el vicepresidente, Amado Boudou, ni ninguno de los otros ministros ha gozado de tanto poder como Kicillof. Pero Kicillof no tiene tirón en las encuestas, “no mide”, como suele decirse en los mentideros políticos argentinos. Y ni siquiera ha planteado su candidatura. Hay otro ministro kirchnerista que sí que tiene buenos resultados en las encuestas. Se trata del ministro de Transporte, Florencio Randazo. Pero Randazo está lejos de los tres primeros candidatos. “Randazo nunca ganó una elección, no tiene una estructura de intendentes (alcaldes) o gobernadores peronistas que lo apoyen”, recuerdan sus detractores próximos al Gobierno.
Y así llegamos a los tres dirigentes a los que todas las encuestas dan como favoritos: el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, el centroderechista Mauricio Macri; el antiguo kirchnerista y ahora diputado opositor Sergio Massa, del Frente Renovador, y el gobernador peronista de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli (pronúnciese Sioli). Macri está en las antípodas ideológicas de Fernández y de buena parte de su electorado; Massa es un traidor para ella, y Scioli es tal vez el político a quien más ha vejado Cristina Fernández en público, a pesar de que navegan en el mismo barco oficialista.
Scioli aguantó, aguantó y aguantó todas las vejaciones de la presidenta, de La Cámpora y de todos los movimientos de base kirchneristas que lo consideran un peronista de derechas. Solo de vez en cuando contraatacaba con algún gesto de esos que duelen a la presidenta y se dejaba ver junto a directivos del Grupo Clarín. A cambio de tanta paciencia, que algunos llaman sumisión y otros fortaleza pragmática, Scioli ha logrado mantenerse con opciones de ser presidente.
La presidenta confiaba en que podría modificar la Constitución y reelegirse. No consiguió la mayoría necesaria en las legislativas de 2013
La presidenta no ha expresado de forma explícita su apoyo a ningún candidato. Y puede que no lo haga nunca. Si apoyara a Randazzo frente a Scioli y Randazzo saliera derrotado en las primarias de agosto, la presidenta habría perdido frente a Scioli. Así que para continuar preservando cotas de poder en los próximos cuatro años a Cristina Fernández le queda la posibilidad de llenarle a Scioli la lista de su candidatura con diputados y senadores kirchneristas. Incluso, podría forzar que Scioli llevara en su lista como vicepresidente a Axel Kicillof o a alguien parecido. Pero ese dato no preocupa a Scioli lo más mínimo. Aparte de que se lleva bien con Kicillof en Argentina hay una frase con la que suele terminar cualquier discusión porque nadie discrepa en ese punto: “En la Argentina, el que manda es el que firma la chequera”. Es decir, el que maneja la plata desde la Casa Rosada es el que impone su voluntad.
¿Por qué no supo el kirchnerismo crear un candidato a lo largo de 12 años? “Porque Cristina confiaba en que podría cambiar la Constitución y presentarse a un tercer mandato”, comenta un colaborador de Scioli. La presidenta no consiguió en las elecciones legislativas de 2013 una mayoría suficiente para reformar la Constitución. Y hoy tiene que soportar a Daniel Scioli como el candidato oficialista mejor situado.
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