China silencia el arte disidente
El país registró el mayor número de incidentes contra la libertad artística en 2014
China fue el país que registró más incidentes contra la libertad de expresión artística en 2014. Según los datos del informe anual de la organización internacional Freemuse, dedicada a la defensa de la libertad de artistas y músicos, el año pasado se registraron 38 incidentes de este tipo en la segunda economía mundial, más del doble que en 2013. Si bien en parte el alza se debe a una recopilación más precisa de datos, también pone en evidencia la creciente presión sobre el sector cultural del país, denuncia Ole Reitov, director ejecutivo de Freemuse.
El informe, no obstante, solo incluye los datos de aquellos países donde ha sido posible obtenerlos y reconoce que la situación es probablemente mucho peor en zonas donde es extremadamente difícil recabar información, como las áreas controladas por el Ejército Islámico o los talibanes.
Según los datos de la organización, en 2014 un total de 15 artistas fueron detenidos en China como represalia por su trabajo. Hubo dos casos de enjuiciamiento y dos casos de encarcelamiento. Otros 14 arrestados previamente siguen en prisión. Cinco fueron censurados.
Muchos de los casos documentados se localizan en Tíbet, “donde China bloquea sistemáticamente a los artistas que retratan un sentimiento nacionalista tibetano”, explica Reitov en conversación telefónica desde Copenhague. Advierte de que los datos que maneja su organización “probablemente son solo la punta del iceberg”. “Debido al sistema de censura, no es posible contar con estadísticas, cuántos libros no han llegado a publicarse, por ejemplo”, precisa. En ciertos casos, las autoridades alegan que no persiguen al creador por serlo, sino porque ha cometido otros delitos. Como Ai Weiwei, procesado por un caso de evasión de impuestos que el artista ha denunciado como motivado políticamente.
Entre los incidentes se encuentra la detención el pasado octubre en Songzhuang, en las afueras de Pekín, de tres artistas que participaron en un acto de lectura de poesía en apoyo a las manifestaciones prodemocracia de Hong Kong: el pintor Zhang Haiying, Ouyang Xiajie —poeta— y el artista tibetano Kuang Laowu.
Ese mismo mes el presidente chino, Xi Jinping, arremetió contra el arte “inmoral”. En un discurso a algunas de las principales figuras de los sectores creativos, aunque aseguró que se promovería la “democracia” entre los artistas —según citó entonces la agencia oficial Xinhua—, también insistió en la necesidad de que el arte estuviera al servicio de la ideología. Las palabras de Xi evocaban una serie de intervenciones de Mao Zedong, el fundador de la República Popular de China, que en 1942 ya dijo que el arte debía contribuir a la causa comunista.
“Por un lado dicen que la democracia debería promoverse en el mundo del arte, pero siempre hay un pero”, apunta el director ejecutivo de Freemuse. “¿Qué es lo que es inmoral? ¿Dónde están los límites?”.
El informe, que compila los datos disponibles de 50 países, encuentra una tendencia global al alza en las acciones para silenciar a los artistas: si en 2013 contabilizaba 199 incidentes, en 2014 ha recopilado 237. Junto con China, Rusia y Turquía son los peor clasificados, con 22 y 16 casos, respectivamente.
En el caso de Rusia, los incidentes afectan a artistas que han puesto en entredicho las posiciones nacionalistas del régimen, mientras que en Turquía suelen serlo aquellos que aluden a las minorías étnicas, como los kurdos o los armenios.
Reitov insiste en que el informe es incompleto. Muchas violaciones de las libertades artísticas nunca se llegan a conocer, como los miles de artistas que sufren amenazas en las zonas controladas por los talibanes o que son víctimas de los conflictos en Siria o Ucrania. “Lo más preocupante es la situación de aquellos países o regiones de donde ni siquiera podemos obtener datos, como las zonas bajo control de los talibanes o de Boko Haram en Nigeria”.
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