La idea del segundo hijo pierde atractivo en China
Menos parejas de lo que esperaba el Gobierno han solicitado tener un segundo vástago
“¿Tener otro hijo más? Ni se me pasa por la cabeza... Uno ya es suficiente responsabilidad”, asegura tajantemente Yao Yi, de 32 años, gerente de una escuela infantil de kung-fu en el noreste de Pekín y madre de una niña de ocho años. Su hija asiste a una selecta escuela pública y los días libres recibe clases extras de pintura, música y kung-fu, un gasto de dinero y tiempo considerables. “No lo podría hacer con otro hijo”, dice Yi.
Yao Yi y su esposo, un hombre de negocios, son una de las parejas jóvenes de clase media de las que el Gobierno chino esperaba que el año pasado solicitaran tener un segundo niño, después de que en 2013 se relajara de manera significativa la política de un solo hijo implantada en los años 80. Con las nuevas normas, pueden solicitar permiso las parejas en los que uno de sus miembros es hijo único. Hasta entonces tenían que serlo los dos.
Un exceso de 34 millones de varones
Pese a que la diferencia se ha reducido en los últimos seis años consecutivos, la proporción de nacimientos anuales de hombres con respecto a los de mujeres sigue siendo anormalmente alta. En 2014 nacieron en China 116 niños por cada 100 niñas. Una década antes, esa proporción era de 121,2 varones por cada 100 mujeres. La proporción natural es de aproximadamente 105 niños por cada 100 niñas.
Ello se debe a una combinación de la política del hijo único con la preferencia tradicional por los descendientes varones, sobre todo en el medio rural. El personal sanitario tiene vetado informar del sexo del feto y los abortos selectivos están prohibidos, pero no es imposible encontrar maneras de saltar esa prohibición. Según el autor He Yafu, “si no hubiera existido la política del hijo único, aunque la mentalidad tradicional está aún muy arraigada en algunas zonas, la gente hubiera podido cumplir su deseo de tener un varón simplemente teniendo varios hijos”.
El desequilibrio, acumulado a lo largo del tiempo, ha creado una “bolsa” de 34 millones de varones más que mujeres, más que toda la población de Canadá, o las de Portugal, Grecia y Bélgica juntas. La televisión estatal CCTV la ha calificado de “épica” y “la más seria y prolongada del mundo”. En un país donde la soltería es casi un anatema, esos “hombres sobrantes” suscitan preocupación sobre posibles problemas de violencia sexual o el incremento de lacras que ya son muy reales, como el tráfico de mujeres procedentes de otros países vecinos más pobres.
En su informe de 2014 sobre tráfico de personas en el mundo, el Departamento de Estado de EE UU señala que la desproporción entre varones y mujeres “puede servir para aumentar la demanda tanto de prostitución como de mujeres extranjeras como novias para los hombres chinos, y ambas pueden procurarse por la fuerza o por la extorsión”, de países como Birmania, Vietnam, Mongolia, Camboya, Laos y Corea del Norte.
Pero en su primer año, la relajación no ha dado los resultados esperados. De los 11 millones de parejas que cumplen el nuevo requisito, tan solo en torno a un millón, o el 9%, han pedido los permisos necesarios, según las cifras de la Comisión de Planificación Familiar. El Gobierno esperaba 2 millones. En Pekín, una urbe de 20 millones de habitantes, solo 30.000 parejas solicitaron la autorización. En Shanghái fueron 16.000, únicamente el 4,6 % de los candidatos potenciales.
En parte porque la idea de un solo descendiente ya está arraigada tras 30 años de política del hijo único, y en parte porque la sociedad china está cada vez más desarrollada, “hoy día la gente ya no desea tanto tener hijos, especialmente en las ciudades. Incluso los que solicitan permiso para un segundo niño no es seguro que vayan a acabar teniéndolo”, dice el demógrafo He Yafu, autor del libro El Incontrolable Control de la Población.
En una sociedad cada vez más competitiva, el gasto para que el único vástago llegue lo más lejos posible puede obligar a que padre, madre y los dos pares de abuelos le dediquen sus recursos económicos. Una encuesta que publicaba el diario Qiangjiang Evening Post cifra en 100.000 yuanes (14.328 euros) el gasto de criar un hijo hasta los 12 años, en un país en el que la renta disponible media es de 20.167 yuanes (2.887 euros) anuales. En otros casos, como puede ocurrir en otras economías desarrolladas, las parejas no quieren volver a pasar las complicaciones de criar un bebé o no quieren sacrificar su carrera laboral.
Esta escasez de nacimientos abre la puerta a una bomba de relojería –un rápido envejecimiento de la población combinado con un desequilibrio anormal en el número de hombres y mujeres, debido a la preferencia tradicional por un hijo varón– que el Gobierno chino contempla con espanto.
Según la Oficina Nacional de Estadísticas china, la población total del país creció en 2014 un 0,52%, para quedar en 1.370 millones de personas. Pero la población activa descendió por tercer año consecutivo y perdió 3,7 millones de personas, para quedar en 915,83 millones. Esa tendencia crecerá aún más en el futuro, con consecuencias negativas en la demanda interna, la capacidad de producción y la competitividad, según los expertos.
La ONU calcula que para 2035 el país contará con casi 400 millones de jubilados, más del 25% de la población. Dada la muy limitada infraestructura de la Seguridad Social china, no es de extrañar que instancias como el Gobierno local de Shanghái hayan lanzado un llamamiento directo a las parejas cualificadas para que tengan ese segundo hijo.
Pekín confía en que a medida que pase el tiempo y se conozca más la nueva política, las parejas se animen a tener otro bebé. La Comisión de Planificación Familiar espera un aumento significativo en el plazo de dos a tres años. Mientras tanto, el Gobierno ha endurecido las normas contra los abortos selectivos por razón del sexo del feto. Aunque ya estaba prohibido informar del sexo del niño en las ecografías, las parejas no podrán enviar muestras de sangre al extranjero para conocer de esa manera si esperan un varón o una niña. Aunque no es suficiente.
La población total de China creció en 2014 un 0,52 %, pero la población activa descendió por tercer año consecutivo
Según el experto en población Yi Fuxian, de la Universidad de Wisconsin-Madison, a la vista de los problemas que se perfilan el Gobierno chino acabará permitiendo “pronto, quizá en dos o tres años” que cualquier pareja tenga dos hijos. También sugiere medidas complementarias, como “rebajar el alto coste de la vivienda o conceder incentivos fiscales a las parejas que tengan más de un hijo”.
Algunos funcionarios de la Comisión de Planificación Familiar parecen estar de acuerdo. Según cita el diario hongkonés South China Morning Post, el subdirector de ese organismo en la provincia de Shanxi, Mei Zhiqiang, propuso en una reunión esta semana la abolición por completo de esa política: “Debemos asegurarnos de que nuestro sistema y nuestra política permiten a nuestros hijos tener dos hijos... y deben tener dos hijos”.
Aunque está por ver si esas medidas darían resultado. Yao Yi lo tiene muy claro: “Un hijo no es un juguete. No voy a tener otro porque alguien quiera que lo tenga”.
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