Los Huthi de Yemen disuelven el Parlamento y se hacen con el poder
El golpe de mano de los rebeldes chiíes impregna de sectarismo la lucha por el poder
Los rebeldes Huthi de Yemen han anunciado este viernes la disolución del Parlamento y la formación de un consejo presidencial para dirigir el país de forma transitoria durante los próximos dos años, en una declaración difundida por la televisión estatal. La medida, que muchos yemeníes interpretan como un golpe de Estado, agrava la lucha de poder que ya provocó la dimisión del presidente en enero y amenaza con exacerbar el sectarismo.
“Es un golpe bajo la tapadera de una Declaración Constitucional que da a los Comités Revolucionarios todos los poderes”, ha denunciado un respetado periodista yemení, Khaled al Hammadi, en su cuenta de Twitter.
Aunque legalmente sólo el presidente está capacitado para realizar una declaración constitucional, los Huthi han presentado como tal el anuncio que han hecho desde el Palacio Presidencial. De acuerdo con sus términos, el Parlamento va a ser sustituido por una Asamblea de 551 miembros procedentes de los comités revolucionarios que han formado en todas aquellas localidades que han logrado controlar desde el pasado septiembre. Esa Cámara elegirá a los cinco miembros del consejo presidencial encargado de gestionar los asuntos del país.
Durante la lectura del texto, la televisión ha mostrado la presencia a varios dirigentes políticos, incluidos los dimitidos ministros de Interior y Defensa, dando a entender que contaba con el apoyo de otras facciones. Sin embargo, el Islah (el poderoso partido suní), los grupos del sur del país y las tribus de Mareb han rechazado el nuevo órdago de los Huthi, que pertenecen a la minoría chií del norte, y a los que acusan de estar financiados por Irán. Su intento de control sólo puede alentar el sectarismo.
“Por ahora, la situación está tranquila; ha habido algunos amagos de protesta, pero los Huthi, que tienen todo controlado, reprimen cualquier movimiento popular”, explica a EL PAÍS un residente en Sanáa. Sin embargo, hay noticias de protestas en otras partes del país.
Yemen se encuentra en un vacío de poder desde el pasado 22 de enero cuando el hasta entonces presidente, Abdrabbo Mansur Hadi, presentó su dimisión ante el chantaje de los Huthi. El pasado domingo, ese grupo rebelde dio un plazo de tres días al resto de las fuerzas políticas para nombrar un consejo presidencial transitorio. Las conversaciones, con la mediación del enviado especial de la ONU, Jamal Benomar, no lograron un acuerdo.
Los partidos tradicionales querían garantías de que los milicianos iban a retirarse de ministerios y otras instituciones clave, además de dejar libres a Hadi y varios miembros de su Gobierno que permanecen bajo virtual arresto domiciliario. Algunos pedían además que se reuniera el Parlamento y anunciara elecciones anticipadas, algo a lo que los Huthi se opusieron con el argumento de que su mandato había expirado y carecía de legitimidad.
Los rebeldes controlan de facto la política yemení desde el pasado septiembre, tras haber aprovechado el descontento popular con la retirada de los subsidios a los carburantes para extender su presencia a la capital. A decir de los observadores, ese avance sólo fue posible porque contó con el apoyo de fuerzas leales al expresidente Ali Abdalá Saleh, derribado por las protestas populares de 2011 después de tres décadas en el poder. La actitud que Saleh adopte ahora resultará clave para el éxito o fracaso de los Huthi.
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