La UE impulsa nuevas sanciones a Rusia por su papel en Ucrania
La escalada del conflicto en Ucrania cimenta la voluntad política para endurecer el castigo Los europeos denuncian el “creciente apoyo” ruso a los separatistas
La Unión Europea prepara el terreno para una nueva ronda de sanciones contra Rusia. La escalada del conflicto en Ucrania el pasado fin de semana ha irritado a los socios comunitarios, que apenas unos días antes debatían sobre una posible apertura del diálogo con Moscú. Los jefes de Estado y de Gobierno han dado este martes luz verde a medidas adicionales contra Rusia, previsiblemente de castigo económico —las que más impactan en Moscú— y han instado a sus ministros de Exteriores a acordarlas este mismo miércoles.
“A la vista del empeoramiento de la situación, pedimos al Consejo de Exteriores que evalúe la situación y considere las acciones apropiadas, en concreto más medidas restrictivas”, asegura el texto firmado por los Veintiocho. Con las cautelas diplomáticas a las que acostumbra, la UE pide de este modo un paso adelante en las sanciones contra Moscú.
El ataque de los separatistas ucranios sobre Mariúpol, una ciudad estratégica del este del país que permanece bajo el control del Gobierno central, ha evidenciado que el presidente ruso, Vladímir Putin, no tiene intención de reducir la presión sobre sus vecinos. Con más contundencia que otras veces, los jefes de Estado y de Gobierno atribuyen a Moscú la responsabilidad de estos hechos —que el Kremlin niega— e instan al régimen a dar marcha atrás. “Es evidente el continuo y creciente apoyo que Rusia da a los separatistas, lo que subraya la responsabilidad de Rusia”, asegura el comunicado.
La maquinaria europea puede tardar aún unos días en concretar las sanciones, pero el mandato político es claro. Los expertos de la Comisión Europea y del cuerpo diplomático comunitario trabajan desde hace meses con varias hipótesis de sanciones adicionales, aunque hasta el momento permanecían en la recámara. Las fuentes consultadas aseguran desconocer aún el alcance de lo que podría aprobarse, pero lo más probable es que se trate de una ampliación de las sanciones económicas que se aplican desde el pasado verano y que limitan enormemente la financiación rusa, además de penalizar a los sectores de defensa y energía, claves para el país.
La declaración de los Veintiocho ha sido unánime, pero hasta poco antes de divulgarla ha existido la duda de si todos firmarían. Entre uno y tres Estados han amenazado con vetarla por discrepar de ese posible nuevo endurecimiento de los castigos a Rusia, que han dañado mucho al país pero han fracasado en su principal objetivo: disuadir a Putin de intervenir más en Ucrania. También influye el perjuicio económico que esas medidas —y las represalias que aprueba el Kremlin— provocan en los Estados miembros. Finalmente, la gravedad de la situación ha vencido las últimas resistencias.
En menos de dos semanas, la actitud de la UE hacia Rusia ha dado un giro radical. Persuadida de que el enfoque coercitivo no doblega a Putin, la alta representante para la Política Exterior Europea, Federica Mogherini, encargó al servicio diplomático que elaborara un informe para explorar otras vías. Sin recomendar un levantamiento de las sanciones, el documento planteaba la conveniencia de abrir los canales de comunicación —ahora prácticamente sellados— para lograr algún tipo de avance con el Kremlin que mejorase la situación en Ucrania. La feroz oposición de los países más críticos con Rusia (entre ellos Polonia y los bálticos) desactivó el intento.
Las nuevas medidas ampliarán las aplicadas en verano contra sectores clave
Más allá de los acontecimientos en el este ucranio, entre la última reunión de ministros de Exteriores, el pasado 19 de enero, y la de mañana miércoles se ha producido un hecho importante. Mogherini se reunió la semana pasada en Washington con el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, defensor de una actitud más agresiva contra el Kremlin a la vista de la escalada de tensión en Ucrania.
De hecho, Washington ha reiterado este martes su posición de que, si Rusia aumenta su papel desestabilizador en Ucrania, buscará en coordinación con Bruselas “modos de incrementar la presión” contra Moscú, según ha dicho un alto cargo de la Administración a los periodistas que viajaban con el presidente Barack Obama, informa Joan Faus. Obama abordó este martes por teléfono la situación en Ucrania con la canciller alemana, Angela Merkel, su principal interlocutora en esa crisis. Ambos manifestaron su "preocupación" por la escalada de la violencia y la "necesidad de hacer a Rusia responsable de sus acciones", según un comunicado de la Casa Blanca. También subrayaron la "importancia" de ayudar económicamente a Kiev.
EE UU ha pactado con la UE todas las penalizaciones impuestas a Rusia desde su invasión en marzo de la península ucrania de Crimea. A finales de diciembre, Obama firmó una ley del Congreso que le permite incrementar las represalias contra los sectores de defensa y energía rusos, pero descartó en ese momento recurrir a esa opción.
También la OTAN considera que los ataques de Mariúpol abren una nueva etapa en el conflicto y responsabiliza directamente a Rusia de lo ocurrido.
Atenas se desmarca de Bruselas
El Gobierno griego ha criticado este martes la declaración de la UE que advierte a Rusia del riesgo de nuevas sanciones y le insta a aplicar los acuerdos de Minsk para lograr un alto el fuego en el este de Ucrania. “La declaración de los jefes de Estado y de Gobierno ha sido publicada sin pedir el visto bueno de los Estados miembros, y en concreto de Grecia”, reza el comunicado de la oficina del primer ministro, que explica que Alexis Tsipras conversó telefónicamente del “fallo del procedimiento” con la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini.
Hace sólo unos meses, Tsipras criticaba con dureza la política de la UE hacia Rusia por Ucrania. Su discurso se ha ido matizando ante la inminente llegada al poder, pero no las simpatías hacia Moscú. Así, uno de los primeros líderes extranjeros que le felicitaron por su victoria fue el presidente ruso, Vladímir Putin. En justa correspondencia, Tsipras se entrevistó con el embajador ruso en Atenas tras tomar posesión. Grecia necesita inversiones, y a Rusia le interesa este país para el trazado alternativo al cancelado gasoducto South Stream, que atravesará el norte desde Turquía.
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