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Las milicias y partidos de Libia pactan un alto el fuego

El Ejército, los grupos armados y los dos Parlamentos negocian un Gobierno de unidad

Javier Casqueiro
Partidarios del general Jalifa Heftar, en Bengasi.
Partidarios del general Jalifa Heftar, en Bengasi.ABDULLAH DOMA (AFP)

Las partes políticas y militares que llevan meses en conflicto en Libia han cerrado en las últimas horas la primera declaración creíble para detener el fuego en los distintos frentes abiertos en el país y se han citado para iniciar esta semana una ronda de conversaciones con el objetivo de pactar un Gobierno de unidad. La novedad se ha precipitado tras las charlas mantenidas bajo el auspicio de la ONU la semana pasada en Ginebra por representantes de varios partidos y milicias. Durante el fin de semana se han sumado al acuerdo las fuerzas armadas oficiales comandadas por el general renegado Jalifa Heftar y la coalición de guerrillas rebeldes e islamistas de Trípoli y Misrata encuadradas bajo la coalición Fajr Libia (Amanecer de Libia).

Libia vive en el caos permanente y la violencia diaria casi desde la caída hace más de tres años del dictador Muamar Gadafi, forzada por una operación de la OTAN. Pero el último año ha sido especialmente duro y difícil. Tras el verano, el enredo político derivó en conflicto armado en un país ya acostumbrado a funcionar sin estructuras de Estado y con una gran importancia petrolífera pero con dos Gobiernos, dos Parlamentos y varias milicias dominando las ciudades, puertos y aeropuertos más importantes.

Los intentos de pacificación y las conversaciones han sido constantes y frustrantes. El último, impulsado en la sede de la ONU en Ginebra por el diplomático español Bernardino León, enviado especial de la ONU para Libia, ha avanzado más que ninguno y ha logrado, por primera vez, una serie de compromisos aceptados por todos los actores implicados.

Entre el miércoles y el jueves se reunieron en Ginebra 19 dirigentes de distintos partidos y de colectivos sociales de diversas zonas del país. Las charlas se desarrollaron en buena sintonía con dos objetivos: pactar un alto el fuego permanente y empezar a pensar en un Gobierno común aceptado por todos. A Ginebra acudieron representantes del Gobierno libio reconocido internacionalmente y con base en Tobruk, a 1.400 kilómetros al este de la capital, pero no del Congreso General Nacional con sede en Trípoli, teóricamente sin legitimidad tras las elecciones celebradas el 25 de junio pasado pero que volvió a entrar en escena este otoño tras un recurso aceptado por el Tribunal Supremo del país.

Tras las bambalinas y las salas de reuniones de Ginebra , Bernardino León, mantuvo otro tipo de reuniones. El viernes viajó a Ankara para citarse en secreto con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y el presidente del Congreso General Nacional libio, Nuri Abu Sahmain. Erdogan le recomendó al político libio—con ascendente sobre las milicias islamistas de Fajr Libia que controlan Trípoli y Misrata— que acudiera a Ginebra y participase en las reuniones.

Ese mismo viernes, Fajr Libia (una coalición que se estima que concentra el 80% de las 140 milicias contabilizadas en el territorio) anunció el cese del fuego en todos los frentes que mantenía abiertos. Y ayer el Estado Mayor del Ejército libio, que se ha aliado con los soldados mandados por el general Jalifa Heftar, comunicó también que detendría todas las operaciones militares a partir de las 10 de la noche.

Estos anuncios allanan los últimos escollos para que la próxima ronda de contactos bajo el mandato de la ONU reúna a todos los protagonistas del conflicto que no han querido sumarse aún a las conversaciones. Las charlas podrían comenzar mañana mismo, y ya no en Ginebra sino en Libia o incluso en Túnez, donde la UNSMIL (la misión especial de la ONU) tiene su sede. Un total de 100 de los 110 diputados del Congreso General Nacional reunidos ayer en Trípoli votaron a favor de sumarse a las conversaciones si se éstas empezaran a celebrar dentro de Libia, en concreto en la localidad de Ghat, en el sur.

Para empujar un poco más en esa dirección y ante las presiones y amenazas internas que aspiran a socavar esta solución, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas advirtió ayer que tiene preparado su comité de sanciones para actuar contra quienes no favorezcan el diálogo.

Sin embargo, la situación en el país no deja de ser sumamente volátil. El sábado un grupo yihadista atentó en el centro de Trípoli lanzando desde un coche un artefacto explosivo contra la sede vacía de la embajada de Argelia. Tres personas fueron heridas.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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