“Mamá, ¿siguen los malos?”
Los padres de la escuela judía cercana al lugar donde fue asesinada una policía creen que el centro era el objetivo
Para la policía es una hipótesis, para los padres de los alumnos es casi una certeza. El verdadero objetivo de Amédy Coulibaly —el terrorista que el pasado viernes mató a cuatro personas de confesión judía en un supermercado kosher— cuando la víspera mató a tiros a una policía en Montrouge podría haber sido la escuela-sinagoga que se ubica a poca distancia, en la periferia sur de París.
Cinco militares armados vigilan la salida de niños de la escuela
“Clarissa Jean-Philippe estaba allí para impedir a un terrorista ir más allá en su locura”, señaló así el presidente François Hollande, en su homenaje este martes a la agente asesinada. “Había una escuela situada a unos cientos de metros, que protegía con su presencia”, añadió antes de señalar que la investigación determinará si el colegio era el objetivo.
La Francia hebrea
• En Francia viven entre 500.000 y 600.000 judíos. Se trata de la comunidad más numerosa de Europa y la tercera del mundo, por detrás de Israel y EE UU. Sin embargo, en los últimos meses han aumentado las salidas de ciudadanos franceses con esa confesión que se trasladan a Israel. También se han incrementado los actos antisemitas.
• Existen más de 700 colegios y sinagogas en Francia. La seguridad se ha reforzado en todos ellos tras los atentados de la semana pasada en París.
Al igual que en el resto de los 717 colegios y lugares de culto judíos de Francia, las autoridades han reforzado la seguridad en este centro de tres plantas. El ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, lo anunció el lunes precisamente desde esta escuela, Yaguel Yaacov, creada en 1991. Acoge a unos 200 alumnos de hasta 10 años y a 30 bebés en su guardería. Varios militares armados protegen el lugar desde este martes las 24 horas del día. Cinco están presentes a la hora de salida del colegio, abriendo paso a los padres y los pequeños que salen de clase entre las vallas de seguridad. Antes de los ataques de la semana pasada, el lugar ya contaba con la vigilancia de policías antidisturbios.
"Los chicos están traumatizados, dibujan tiroteos", afirma una abuela
Pasadas las dos puertas de seguridad, junto a la caseta de los vigilantes privados, el panel del vestíbulo recuerda con fotos a los cuatro jóvenes judíos asesinados por Coulibaly en el supermercado kosher de Puerta de Vincennes antes de ser abatido. Un cartel retoma también uno de los lemas de repulsa a los ataques, que comenzaron el pasado miércoles con la matanza en la sede del semanario Charlie Hebdo: “Soy Charlie, soy policía, soy judío”. Otro militar patrulla con su arma por el patio interior. En clase, los profesores intentan tranquilizar a los pequeños, que el jueves vivieron el ataque contra la policía de Montrouge en primera fila.
“Este martes mi hija de seis años no quería salir del coche cuando llegamos al colegio. Me preguntó: ‘Mamá, ¿y si siguen ahí los malos?”, relata Stéphanie, de 40 años, con dos hijos en la escuela. “¿Se da cuenta? Niños con miedo de ir al colegio, militares a las puertas…”, comenta antes de recoger a sus pequeños. “Están traumatizados. Uno ha hecho en clase una pistola con bloques de Lego, otros hacen dibujos de tiroteos, llevan la cuenta del número de disparos que oyeron, el número de ambulancias...”, asegura Lilianne, de 55 años, dueña del pequeño negocio de alimentación kosher, situado entre el lugar del tiroteo y la escuela y cuyos nietos acuden al centro.
“El jueves por la mañana, cuando vi la calle cortada pasadas las 8.00, la hora de entrar al colegio, pensé que iban a por la escuela”, asegura Séverine, secretaria de 32 años al recoger a su bebé en la guardería. Coulibaly acababa de matar a tiros apenas un par de calles más arriba a la policía Clarissa Jean-Philippe. Enseguida le vino el recuerdo de la matanza de Toulouse, hace tres años, cuando Mohammed Merah mató a tiros a tres niños y un profesor en una escuela judía. “Cuando supe que [Coulibaly] tenía un chaleco antibalas y un Kalashnikov, enseguida pensé que en realidad iba a por nosotros”, asegura también Lilianne. “Afortunadamente para nosotros y, por desgracia para las víctimas de Vincennes, no lo consiguió”, concluye Séverine.
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