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El año más catastrófico para las aerolíneas malasias

El país despide 2014 con unas graves inundaciones y el tercer incidente aéreo

Familiares de los pasajeros del avión desaparecido esperan noticias en el aeropuerto de Surabaya.
Familiares de los pasajeros del avión desaparecido esperan noticias en el aeropuerto de Surabaya.B. (REUTERS)

El que termina es el año más catastrófico para las aerolíneas malasias. La desaparición del vuelo de AirAsia es el tercer incidente de un avión comercial vinculado a una compañía aérea de ese país en 2014, tras dos casos que afectaron directamente a la línea de bandera Malaysia Airlines. Además, Malasia padece en los últimos días las peores inundaciones en años, que han causado varios muertos y han obligado a evacuar a más de 130.000 personas. El año que termina ha sido un auténtico annus horribilis para el país asiático.

Dos barcos van y vienen continuamente de la costa oeste australiana a la zona del océano donde (probablemente) pudo caer el primer avión malasio siniestrado, un Boeing 777 de Malaysia Airlines con 227 pasajeros (la mayoría chinos) y 12 tripulantes que despegó de Kuala Lumpur con destino a Pekín, y que desapareció sin dejar rastro en la madrugada del pasado 8 de marzo. Han rastreado ya unos 9.000 kilómetros cuadrados de fondo marino (algo más de la superficie de la provincia de Almería). Sin éxito.

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Aunque abundan las teorías conspiratorias, lo único a lo que agarrarse es el dictamen de los expertos, que concluyen que a bordo del vuelo, el MH370, alguien apagó los sistemas de comunicación intencionadamente, cambió el rumbo del avión y lo llevó hasta el océano Índico. Alguien que sabía volar un avión comercial, tal vez uno de los pilotos. El aparato, del que no se ha encontrado ningún resto, acabó precipitándose en algún punto del océano Índico al acabarse el combustible.

Las causas del segundo siniestro, en julio, son más claras: el impacto de un misil, presuntamente disparado por los separatistas prorrusos, que provocó el estallido de la aeronave y su caída en territorio del este de Ucrania, escenario entonces y ahora de un conflicto bélico entre el Ejército de Kiev y los rebeldes. A bordo del MH17, que cubría la ruta entre Ámsterdam y Kuala Lumpur, viajaban 298 personas, en su mayoría holandeses, entre ellos un equipo de expertos en sida que se dirigía a un congreso mundial en Australia.

Ambos sucesos hicieron caer en picado las ventas de Malaysia Airlines, que notó un descenso del 33% de los pasajeros. El Estado, mediante su organismo de inversiones, decidió finalmente nacionalizarla para acometer una “completa reestructuración” de la misma. Además, los familiares de las víctimas del primer avión siniestrado, en su mayoría chinas, han venido denunciando con numerosas protestas la, a su juicio, mala gestión por las autoridades malasias del accidente. Algunos han ido a los tribunales.

Pero también en tierra ha habido catástrofes. Malasia se enfrenta cada año a lluvias torrenciales, pero ahora los Estados de Kelantan y Terengganu —situados en la costa nororiental—, han registrado precipitaciones durante las últimas dos semanas de forma ininterrumpida. En las áreas más azotadas por el temporal, pueblos enteros se hallan sumergidos bajo el agua y han quedado aislados por los cortes eléctricos y de los sistemas de comunicación, según informa la agencia estatal Bernama.

La ausencia del primer ministro, Najib Razak, cuando arreciaban las lluvias, provocó las iras de la opinión pública, especialmente tras hacerse públicas unas fotografías suyas junto al presidente estadounidense, Barack Obama, jugando al golf en Hawái. “El primer ministro necesita tomarse un descanso, es un ser humano y este año ha estado trabajando muy duro”, explicó el viceprimer ministro, Muhyiddin Yassin, a un rotativo local. Razak regresó el viernes y el fin de semana visitó zonas inundadas.

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