Putin afianza a Ankara como actor clave en la pugna del gas
La anulación del canal South Stream favorece la vía anatólica
Tal vez sea un regalo envenenado, pero es un regalo. El anuncio del presidente Vladímir Putin de que suspende el proyecto de gasoducto South Stream —concebido con el propósito de conectar directamente bajo el mar Negro a Rusia con la UE a través de Bulgaria— para en su lugar ofrecer a Turquía la oportunidad de convertirse en la principal vía de paso de sus exportaciones de gas hacia el sur de Europa, alteró a principios de mes los mapas continentales de la energía.
La sorpresiva decisión adoptada por el Kremlin tras la escalada de sanciones impuestas por Bruselas por el conflicto de Ucrania mantiene con cara de póquer a los altos cargos y expertos consultados en Ankara.
“Turquía es la ruta más razonable para llevar el gas ruso hacia el sur de Europa”, admitió el ministro de Energía turco, Taner Yildiz, la semana pasada ante una delegación de periodistas europeos. Su Gobierno, sin embargo, quiere reducir la dependencia de las importaciones de gas combustible —que ahora origina la mitad de la energía eléctrica del país y cuyo consumo se quiere limitar al 30% en 2023—, para favorecer las fuentes renovables y autóctonas, y también para poder sacar partido de las nuevas centrales nucleares turcas, de fabricación rusa.
La alternativa más clara al fallido South Stream es el proyecto Corredor del Sur o Trans Anatolia (Tanap), que ya está diseñado en Turquía y que discurre a lo largo de 1.850 kilómetros desde la frontera de Grecia hasta la de Georgia, donde enlazará con el futuro gasoducto de sur del Cáucaso, procedente de los yacimientos gasísticos Shah Deniz 2 del mar Caspio, situados al sur de Bakú. “Vamos a iniciar las obras en 2015, y esperamos que el gas de Azerbaiyán fluya hasta Turquía en 2018”, precisa Saltuk Duzyol, director general de Tanap, participada por las compañías estatales azerbaiyana —Socar (58%)— y turca —Botas (30%)— y por British Petroleum (12%).
El atasco energético
- Un tercio del gas que consume Europa procede de Rusia y el 55% de éste pasa por Ucrania, por los gasoductos Yamal, Brotherhood y Soyuz.
- Rusia anuló el proyecto del Corriente del Sur (South Stream) el 1 de diciembre. Su presupuesto era de 16.000 millones de euros. La capacidad era de 63.000 millones de metros cúbicos anuales.
- La alternativa más clara es el proyecto Corredor del Sur o Trans Anatolia (Tanap), con una capacidad de 16.000 millones de metros cúbicos anuales. Discurre a lo largo de 1.850 kilómetros desde Grecia hasta Georgia. Podría ampliarse hasta Italia (canal Tap) o Austria (ramal Nabucco).
- No hay opciones al gas ruso. La producción noruega es insuficiente. España e Italia ofrecen como alternativa el suministro de gas de Argelia, pero no hay interconexiones.
“Tanap formaba parte inicialmente del proyecto Nabucco, que fracasó por no tener garantizada las fuentes de suministro”, explica Duzyol en la sede de la compañía en Ankara. Los responsables del Corredor Sur de Anatolia no descartan ahora una prolongación del gasoducto a través de los Balcanes del ramal Nabucco Oeste hasta Austria, pero en los mapas que se manejan en Tanap la opción favorita de conexión europea es el llamado proyecto Trans Adriático para enlazar con Brindisi, en el sur de Italia, tras recorrer Grecia y Albania, y en el que participa con un 16% la compañía española Enagas.
Expertos turcos en el sector de la energía temen ahora que la oferta de Putin para aprovechar la conexión directa bajo el mar Negro de la red de gas rusa con la turca pueda perjudicar el desarrollo del proyecto Tanap suscrito con Azerbaiyán y de su ampliación hasta el territorio de la Unión Europea. También alertan del riesgo de una excesiva concentración de la energía procedente de Rusia, que suministra al país más de la mitad de sus importaciones de gas natural.
“La congelación de las negociaciones de adhesión a la UE ha generado un vacío geopolítico en Turquía que ha sido ocupado por el Kremlin, como se ha visto ahora tras la cancelación del proyecto South Stream”, sostiene el profesor de sistemas de energía Volkan Ediger, de la Universidad Kadir Has de la capital turca. Ediger, que fue asesor para asuntos de energía del presidente de la República de Turquía entre 1998 y 2010, advierte de que Moscú no busca sólo cooperación en un sector económico, sino “una relación transversal” con Ankara.
“Rusia le ha regalado a Turquía una potente herramienta de negociación con la UE al ofrecerle que se convierta en el gran centro de distribución de energía para el sur de Europa”, reconoce un representante de la Delegación de la Comisión Europea en Ankara. “Pero puede convertirse en un regalo envenenado al incrementarse la dependencia del gas ruso”.
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