El FN reelige a Marine Le Pen líder con la vista puesta en el Elíseo
La formación ultraderechista incorpora a la dirección a la tercera generación de la saga
Con el viento a favor y la mirada puesta en las presidenciales de 2017, el Frente Nacional (FN) ha consolidado el liderazgo de su presidenta, Marine Le Pen. Lo ha hecho con una unanimidad soviética. La práctica totalidad de los votos para elegir al líder del partido fue ayer para esta mujer que ha llevado a la ultraderecha francesa a sus cotas más altas, convirtiéndolo en el partido más votado en las últimas europeas.
Mientras el presidente, el socialista François Hollande, se hunde en las encuestas y el nuevo jefe de la oposición, Nicolas Sarkozy, ha sido elegido en su partido, la UMP (Unión por un Movimiento Popular), con menos apoyos de lo esperado, Marine Le Pen logra el 100% de los votos, tiene los sondeos a favor y prepara, segura, al partido para conquistar el poder. “Somos los únicos que garantizamos la República Francesa. Los únicos capaces de formar un gobierno para el pueblo”, ha proclamado, exultante, en el cierre del 15º congreso del FN celebrado en Lyon este fin de semana.
Este congreso era el primer gran encuentro del FN desde que Marine Le Pen tomó las riendas del partido en enero de 2011 y será el último antes de las presidenciales de 2017. Los sondeos le auguran el éxito en primera vuelta y sobre ellos ha cabalgado eufórico el partido, “Estamos en crisis”, bromeaba esta semana la líder ultraderechista a la revista Paris Match. “En crisis de crecimiento”.
Nadie en el partido disputa el liderazgo a Marine Le Pen. Era la única candidata a presidirlo. En contra solo ha obtenido un puñado de votos nulos de casi 23.000. La formación asegura disponer de 83.000 afiliados. El congreso elegía también al comité político (10 miembros) y al comité central (120 miembros), en el que se han abierto paso los más próximos a la presidenta, cuyo discurso social ha logrado situar al partido en lo más alto de su historia. “¿Quién podía imaginar hace cuatro años que llegaríamos hasta aquí?”, se preguntaba Marine Le Pen en su vibrante discurso de ayer. Marion Maréchal-Le Pen, la más votada para incorporarse al comité político, ha rehusado el nombramiento de vicepresidenta para evitar la imagen de exceso de familiares, un gesto que difícilmente puede ocultar la fuerza de un apellido que está marcando la historia reciente del país.
Un asunto de familia
El éxito de Marion Maréchal-Le Pen es la demostración de que el Frente Nacional (FN) es un asunto de familia. Nieta del fundador Jean-Marie Le Pen, presidente de honor, y sobrina de Marine Le Pen, esta joven ultraconservadora ha irrumpido en el décimoquinto congreso del FN con una fuerza arrolladora. El sábado, su candidatura para formar parte del comité político, el gobierno efectivo del partido formado por una decena de personas, fue la más votada, con el 80% de los sufragios, por delante de hombres fuertes en el aparato como Louis Aliot (pareja de Marine Le Pen), Steeve Briois, alcalde de Hénin-Beaumont, o Florian Philippot. “Es una mujer valiente”, ha dicho Marine Le Pen sobre su sobrina. “Es competente y tiene una cualidad superior: se llama Le Pen”.
Marion Maréchal-Le Pen fue ya hace dos años el símbolo del éxito del FN, cuando el partido obtuvo en las legislativas el 17,9% de los votos. Entró en la Asamblea Nacional como diputada por el departamento de Vaucluse, al sureste del país, en la zona que, aparte del norte, es bastión de la ultraderecha. Tenía solo 22 años y es la más joven de los electos que ocupan el hemiciclo.
Es más conservadora que su tía en el terreno social y algunas fuentes aseguran que su abuelo, celoso todavía del poder que le ha usurpado su hija, prefiere a su nieta. “Lleva la política en los genes”, ha dicho de ella, orgulloso, el fundador del partido. Marion Maréchal-Le Pen suele participar casi a título personal en las manifestaciones contra el matrimonio homosexual, un gesto en el que no cuenta con el apoyo oficial del nuevo Frente Nacional, sumido en un lavado de cara desde que Marine Le Pen tomó las riendas en 2011. No obstante, tras la reelección de su tía se ha mostrado satisfecha y ha asegurado la unidad de la formación en torno a ella.
El discurso de Marine Le Pen que se abre paso en el electorado francés resonó ayer de nuevo en Lyon. La líder ultraderechista trazó un retrato catastrófico de la situación francesa, del paro y la desesperanza social, arremetió con dureza contra Hollande y Sarkozy —“se han equivocado en todo”, afirmó— y, por supuesto, culpó de la crisis a la Unión Europea y a la inmigración masiva “que diluye nuestra identidad”. La pérdida de soberanía y el empobrecimiento de la población mientras se acoge a inmigrantes que disponen de “todo gratis” son las armas esenciales de una formación que está logrando recabar el voto del descontento. “Ellos son el pasado”, dijo respecto al Partido Socialista y la derechista UMP. “Nosotros somos el futuro”.
La debilidad del Estado frente a la mundialización ha dejado huérfanos a millones de franceses, acostumbrados a ser guiados por un Estado fuerte y altamente intervencionista, explica un diplomático francés experto en política europea, que remata: “Es una crisis de identidad”. A la luz de tal sentimiento, se entiende mejor el éxito de una mujer que asegura: “Francia tiene necesidad de un verdadero jefe. Es urgente. Aquí estoy ante los franceses”.
El FN, armado ideológicamente de ultranacionalismo con la promesa de “reconducir Francia”, necesita ahora recursos humanos para poder presentar candidaturas en las citas electorales más próximas: las departamentales y las regionales. El partido genera expectativas en los sondeos incluso donde aún no dispone de candidatos. Nicolas Bay, nuevo secretario general, quiere presentar políticos de la formación en los 2.052 cantones cuyas elecciones se celebran el año próximo.
El FN ha reunido en Lyon a siete partidos europeos de extrema derecha como el Vlaams Belang flamenco o el Partido por la Libertad del holandés Geert Wilders. Ha sido particularmente importante la presencia de dos dirigentes de Rusia Unida. Las buenas relaciones con el Kremlin de Le Pen —contraria a la política de sanciones contra Moscú— han sido recordadas esta semana por la prensa francesa. El FN ha logrado un crédito de nueve millones de euros del First Czech-Russian Bank, con sede en Moscú. La dirección del partido ha alegado necesitar dinero y ha denunciado, a su vez, el escándalo de que la banca francesa no le facilite créditos. Obtener mayor financiación es crucial para que el FN pueda afrontar las próximas citas electorales.
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