“Me gustaría ir a Madrid a conocer a Pedro Almodóvar”
El periodista y activista José Antonio Vargas es uno de los indocumentados que se podrán beneficiar de las medidas de Barack Obama
José Antonio Vargas tiene muy claro qué es lo primero que haría si tuviera por fin los papeles para vivir de forma legal en Estados Unidos, el país en el que lleva más de dos décadas como indocumentado.
“Viajaría a ver a mi madre. Eso es lo primero. Y luego iría a Madrid, soy un gran fan de Pedro Almodóvar y me encantaría conocer España”, cuenta a EL PAÍS una de las figuras más reconocidas del movimiento migratorio norteamericano desde que en 2011 reveló en The New York Times que no vive legalmente en el país en el que ganó un premio Pulitzer por su trabajo periodístico.
Los sueños del activista, que vio por última vez a su madre hace 21 años, cuando le envió a los 12 años a vivir a EE UU para que tuviera las oportunidades que no le ofrecía su Filipinas natal, tendrán sin embargo que esperar.
Pese a que espera ser uno de los hasta cinco millones de indocumentados que podrán beneficiarse de las medidas anunciadas este jueves por el presidente Barack Obama, el permiso que recibirá no le permitirá aún viajar libremente al extranjero y además será solo temporal.
Por eso, sostiene, las medidas de Obama no son más que un “primer paso” en una lucha que ahora debe volver al Congreso, donde los republicanos que ya dominan las dos cámaras deben dejar de usar a los indocumentados como “meros peones en una partida de ajedrez” y actuar de una vez para aprobar una ley migratoria. Porque ello, coinciden tanto defensores como detractores de la acción unilateral de Obama, es la única vía para dar una salida legal permanente a los más de 11 millones de indocumentados que viven en el país.
“No podemos seguir con este statu quo, este Congreso no ha hecho nada, especialmente en este tema sobre todo el Partido Republicano”, subraya Vargas.
“La mayor lucha será conseguir que el Congreso actúe y haga algo, no ya por un interés de partidos, sino por el de los ciudadanos”, agrega el activista, quien el pasado mes de julio estuvo a punto de ser deportado cuando fue detenido en el aeropuerto de Texas.
A pocas horas del anuncio oficial de Obama, a Vargas le costaba contener la emoción. A los años de miedo a ser descubierto como indocumentado se añaden los tres últimos de activa lucha para ayudar a que millones de sin papeles como él puedan regularizar su situación.
También Ben Monterroso luchaba este jueves por frenar las lágrimas. Porque el anuncio de Obama le toca muy de cerca al presidente de Mi Familia Vota, que también llegó hace 37 años de manera ilegal a EE UU. El ya regularizó su situación, pero todavía le quedan familiares, tan próximos como su hermana, que estaban a la espera de medidas como las de presidente para poder hacer lo mismo y “salir de las sombras”, como dicen en EE UU.
“Hoy tengo lágrimas de felicidad, porque voy a poder ir a casa, mirar a mi hermana y decirle: mi hija, ya no te tienes que preocupar más, puedes irte a trabajar y regresar sin tener miedo” a ser detenida, contó con voz ahogada en un acto en el que activistas aplaudieron las acciones ejecutivas de Obama.
“Pero a la par tengo lágrimas de tristeza, porque sé que no todo el mundo está incluido” en las medidas del presidente, agregó. Y es por estas personas, subrayó, por las que hay que seguir luchando. Porque las acciones ejecutivas de Obama, coinciden todos los activistas que ahora le aplauden, no son más que un “primer paso”, una mera batalla ganada en una guerra que viene de largo y cuyo fin aún no está a la vista.
Y el campo de batalla vuelve ahora al Congreso, como proclamó la presidenta del Consejo Nacional La Raza, Janet Murguía.
“Esto no es más que el comienzo de lo que esperamos que sea un proceso más constructivo que derive de una vez en una legislación para una reforma migratoria integral”, destacó. “El Congreso tiene la última palabra”.
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