Cuauhtémoc Cárdenas pide la renuncia de la cúpula del PRD
El fundador del principal partido de la izquierda mexicana asegura que se ha diluido como institución y como opción política
Un llamamiento a refundar al Partido de la Revolución Democrática (PRD) ha llegado de la misma voz que lo creó hace 25 años. Cuauhtémoc Cárdenas ha irrumpido en la debacle que vive la principal formación política de la izquierda mexicana. El tres veces excandidato a la presidencia ha pedido la dimisión de la dirigencia a través de una carta enviada a los militantes este domingo. “El PRD se ha ido diluyendo como institución y como opción política ante la ciudadanía y la opinión pública”, advirtió Cárdenas.
La respuesta al texto de Cárdenas, hijo del expresidente Lázaro Cárdenas y quien es conocido como el “líder moral del PRD”, llegó la tarde de este lunes. Carlos Navarrete, el actual dirigente del partido, ha dicho en una conferencia de prensa que tratará de reunirse en privado con Cárdenas para tratar el tema. “La propuesta será valorada por el Consejo Nacional el próximo 29 de noviembre”, agregó Navarrete.
Cárdenas pretende que tras la dimisión de Navarrete y su secretario general se forme una dirección provisional que represente la pluralidad de las corrientes. Esta será la encargada de convocar a un congreso que actualice las bases ideológicas para el partido y que elegirá a los nuevos liderazgos.
La matanza de Iguala ha profundizado una crisis que el PRD ha arrastrado desde que Nueva Izquierda, una de las corrientes que forman al partido, asumió el poder, en 2008, e impuso su visión. Cárdenas enlistó en su carta algunas críticas a esa estrategia: “la imposición de prácticas sectarias y clientelares en su vida interna; una línea política de contradicciones, corrupción e incumplimiento de los estatutos… alianzas electorales equívocas… y por las desafortunadas y cuestionables decisiones tomadas por la dirección nacional a partir de la desaparición de 43 estudiantes”.
Los militantes del PRD que simpatizan con otras corrientes aseguran que Nueva Izquierda (NI), conocida coloquialmente como Los Chuchos, ha favorecido al pragmatismo sobre los principios de la izquierda. Jesús Zambrano y Jesús Ortega, dos de líderes más visibles de NI y expresidentes del PRD, firmaron el Pacto por México, donde aliaron al partido con el Gobierno de Enrique Peña Nieto, del PRI, su histórico rival. También fueron muñidores de algunas alianzas con el PAN, la derecha, para derrotar al PRI en algunos de sus bastiones. De esas coaliciones surgieron personajes como Ángel Aguirre, el defenestrado gobernador de Guerrero. El PRD también postuló a José Luis Abarca a la alcaldía de Iguala y quien señalado por las autoridades como quien dio la orden para la detención de los estudiantes de Ayotzinapa.
“El PRD se encuentra en una grave situación de postración y agotamiento… Está a punto de disolverse o de quedar como una simple franquicia político electoral subordinada a intereses ajenos a los de su amplia base militante”, señaló Cárdenas.
Los recientes señalamientos han comenzado a encontrar apoyos. El senador Alejandro Encinas, muy cercano a Andrés Manuel López Obrador —que abandonó el PRD por diferencias con Los Chuchos—, y René Bejarano, un polémico pero influyente miembro de Izquierda Democrática Nacional, otra de las principales corrientes del partido, se han sumado a la petición de Cárdenas, que entre sus credenciales cuenta con ser el primer Jefe de Gobierno (alcalde) electo del Distrito Federal, un puesto que la izquierda retiene desde 1997.
El PRD se fundó en 1989 después de que Cárdenas abandonó el PRI, donde encabezaba una corriente democratizadora. La unión de este bloque crítico del partido hegemónico con los sectores de la izquierda que habían permanecido marginados como los comunistas, socialistas y sectores obreros dieron forma a un partido que a la fecha tiene 4.5 millones de militantes y que con Andrés Manuel López Obrador llegó a ser la segunda organización más votada en las presidenciales de 2006 y 2012.
Una férrea oposición a Nueva Izquierda comienza a hacerse uniforme en un partido que por décadas se ha caracterizado por la pluralidad de opiniones y la ríspida relación entre sus corrientes.
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