China y Australia sellan un pacto histórico de comercio e inversión
Ambos países anunciaron un pacto de libre comercio que se firmará en 2015
Australia dio este lunes el paso definitivo para convertirse en uno de los grandes proveedores de materias primas de China. Aprovechando la presencia del presidente chino, Xi Jinping, tras la cumbre del G20, ambos países anunciaron en Canberra el fin de las negociaciones para un acuerdo de libre comercio que se firmará en 2015. El pacto permitirá a Australia la libre exportación de alimentos y productos de consumo a China. A la vez, facilitará la entrada del gigante asiático en el continente austral, en el que ya es el primer inversor.
“Estamos muy contentos de ver que, después de casi 10 años de negociación, los dos lados hemos anunciado esta conclusión”, afirmó Xi durante un discurso ante el Parlamento australiano. “Esto proveerá un mercado más grande, condiciones más favorables y un mayor apoyo institucional para nuestra cooperación”.
El primer ministro australiano, Tony Abbott, subrayó que el tratado supondrá miles de millones de euros para Australia. “Este acuerdo es el primero que China concluye con una gran economía y el más completo que ha firmado con nadie”, afirmó Abbott.
El pacto llega cuando la economía china frena su crecimiento y transita de la producción industrial a la economía de consumo. La transformación del gigante asiático está afectando también el crecimiento de la economía australiana, cuyo principal mercado de exportaciones se encuentra en China. En 2013, el 36,1% de todas las exportaciones australianas fueron a Pekín, según el Departamento de Asuntos Exteriores y Comercio australiano. El valor de los productos vendidos a este país alcanzó los 66.150 millones de euros y la mayor parte fueron minerales como el hierro, el carbón, el oro o el cobre. El tratado eliminará progresivamente los aranceles para las exportaciones a China en recursos naturales y alimentos como los lácteos, la carne de vacuno o el vino, que dan empleo a miles de granjeros australianos.
Mercado sin trabas
- Cuando se termine de aplicar el acuerdo, en 10 años, el 95% de las exportaciones australianas a China no pagarán aranceles. Son principalmente materias primas como los minerales y los alimentos.
- Pekín podrá introducir textiles, coches y productos electrónicos sin tasas. También acceder al sector financiero, uno de los pilares de la economía australiana.
- Australia en el segundo país en el que más invierte China, por detrás de Estados Unidos. La inversión se ha multiplicado por diez en una década. Entonces rondaba los 2.100 millones de euros, y hoy alcanzan los 22.360 millones.
Cuando se termine de aplicar, dentro de 10 años, el 95% de las exportaciones australianas a China no pagarán aranceles. Pekín podrá introducir igualmente textiles, coches y productos electrónicos sin tasas. También dará acceso a China al sector financiero, el otro gran pilar de la economía australiana, junto con la minería. Bancos, aseguradoras y fondos de inversión podrán acceder libremente al mercado chino, además de a las regiones semiautónomas de Hong Kong y Macao.
Las empresas financieras australianas también participarán en consorcios en China, siempre que su participación en la alianza no sea superior al 49%. A cambio, Australia facilitará la presencia de empresas chinas en su territorio y elevará de 137 millones de euros a 753 millones el límite de inversiones por parte de empresas privadas chinas en sectores considerados “no sensibles”.
La inversión china en Australia se ha multiplicado por 10 en una década. Entonces rondaba los 2.100 millones de euros, y hoy alcanza los 22.360 millones, lo que convierte Australia en el segundo país en el que más invierte China, solo por detrás de Estados Unidos.
La evolución en los últimos años representa un viraje radical en la corta historia de relaciones entre ambos países. Atraídos por la fiebre del oro que enloqueció al continente durante décadas, los ciudadanos chinos llegaron a Australia poco después de que comenzara la colonización británica, en 1788. Pero las instituciones coloniales no tardaron en poner en marcha la llamada “política de la Australia blanca”, que tenía como objetivo expulsar e impedir la entrada de inmigrantes asiáticos para asegurar que el nuevo país era eminentemente de ascendencia europea.
Australia tardó décadas en superar el estigma de esta política supremacista. Hoy en las calles de Sidney se habla mandarín y el país ve en Asia la clave de su futuro económico.
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