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Nuevos vuelos de drones sobre centrales nucleares francesas

Cinco incursiones durante la tarde del viernes se suman a las nueve previas

Un dron sobrevuela una central nuclear francesaFoto: atlas | Vídeo: Regis Duvignau
Carlos Yárnoz

Otras cinco centrales nucleares francesas han sido sobrevoladas por drones en la noche del pasado viernes pese a las alertas lanzadas por el Gobierno y la empresa EDF, el gigante energético que gestiona las instalaciones. El misterio de estos vuelos, de los que nadie se había responsabilizado hasta el sábado, ha afectado ya al menos a 13 de las 19 centrales existentes en Francia. Frente a toda lógica, la única organización que se dice “preocupada” por lo que está ocurriendo es la ecologista Greenpeace, mientras el Ministerio del Interior insiste en que todos los sobrevuelos han sido detectados pero que no ha derribado ninguno de los aparatos porque no representaban peligro alguno para las instalaciones.

El primero de los extraños vuelos se detectó el pasado 5 de octubre, en la central de Creys-Malville -actualmente en desmantelamiento-, pero no fue hasta el jueves pasado cuando el Gobierno y EDF informaron de que los drones habían merodeado ya por siete centrales, cuya seguridad está encomendada a la Gendarmería y, en último término al Ejército del Aire. Interior señaló ese jueves que ya había dado instrucciones de inutilizar o derribar esos sistemas no tripulados si entrañaban algún riesgo. Ese mismo día por la noche, se registraron otros dos sobrevuelos aparentemente coordinados en las centrales de Penly, al norte del país, y Golfech, al sur. Fueron casi a la misma hora, hacia las 21.00, pese a estar ubicadas a centenares de kilómetros.

El viernes, entre las cinco centrales afectadas se encontraba de nuevo la de Penly, además de las situadas en Flamanville, Saint-Laurent-des-eaux, Dampierre-en-Burly y Fessenheim, muy distantes entre sí. Sylvan Trottier, portavoz de Greenpeace Francia, señaló a este periódico que, según sus informaciones, una sexta instalación, la de Belleville-sur-Loire, también había sido visitada por otro dron.

Interior asegura que las fuerzas de seguridad han detectado todos y cada uno de los vuelos, pero resulta extraño que, hasta el momento, no haya difundido ningún dato sobre su procedencia y origen, o que no haya derribado ninguno o haya mostrado imágenes de los aparatos. Esas dudas son las que destaca Trottier, para quien todo resulta “muy inquietante”. El Gobierno repite que son drones pequeños que pueden adquirirse en comercios de juguetería, electrónica o fotografía. EDF opta por rechazar hablar del peso o la envergadura de los ingenios voladores. Y el portavoz de Greenpeace insiste a EL PAÍS en que “son diferentes tamaños”, algunos “con capacidad para transportar hasta 20 kilos de carga”.

Trottier se refiere así a que, en contra de lo que señala el Gobierno, “las centrales francesas son muy vulnerables, y especialmente desde el aire”. Para el portavoz ecologista, que niega toda relación de su organización con este extraño fenómeno, el principal peligro reside en “las piscinas en las que se almacenan los residuos nucleares” junto a las instalaciones. Una potencial explosión en cualquiera de ellas, dice, podría liberar radioactividad.El espacio aéreo de protección de una central francesa es de cinco kilómetros de perímetro y una altitud de mil metros.

Los drones que se venden libremente en comercios pueden tener una autonomia de 20 minutos de vuelo y pueden manejarse hasta cinco o seis kilómetros de distancia de su operador. La trayectoria puede ser programada previamente. Las imágenes que pudieran tomar de una central no parecen tener gran valor, puesto que tamnién están disponibles en los buscadores gratuitos en la Red.

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Por otro lado, jóvenes radicales protagonizaron este sábado duros enfrentamientos con agentes de la policía en Nantes (oeste de Francia) y Toulouse (sur), en unas protestas convocadas por la muerte de un manifestante el pasado domingo por un proyectil de la policía durante una marcha contra la construcción de una presa en Sivens.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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