La gran coalición alemana se agrieta
El parón económico acrecienta las críticas internas de democristianos y socialdemócratas
En caso de duda, la gran coalición que gobierna Alemania siempre tiene un documento al que agarrarse. El contrato firmado por democristianos y socialdemócratas recoge con detalle las exigencias de cada partido a cambio de aceptar compartir el poder. Una especie de trofeo que cada fuerza pueda mostrar a su electorado. Pero las crecientes dificultades económicas que afronta la gran potencia europea han avivado el descontento entre destacados dirigentes de una y otra formación política. Tanto entre los socialdemócratas del SPD como en los democristianos de la CDU y sus hermanos bávaros de la CSU están surgiendo voces críticas que reclaman a sus líderes repensar algunos de los acuerdos alcanzados tras cinco semanas de duras negociaciones a finales del año pasado.
El número dos del Gobierno y líder del SPD, Sigmar Gabriel, certificó el martes lo que ya habían anticipado centros de estudios y organismos internacionales: que la economía alemana crecerá este año y el próximo mucho menos de lo previsto. Gabriel se esforzó por lanzar un mensaje optimista, pero tuvo que responder varias preguntas sobre las críticas que le están llegando de sus propios camaradas por aceptar la política de austeridad impuesta por los democristianos de Angela Merkel. “Abogo por incrementar las inversiones en educación e infraestructuras. No debemos dar la impresión de que la consolidación fiscal es un fin en sí mismo”, había advertido el día anterior Ralf Stegner, vicepresidente de los socialdemócratas y representante del ala más izquierdista del partido. Estas críticas no han sido las únicas. Otros destacados dirigentes del SPD han sugerido que, tras las malas noticias que está dando la economía, habría que replantearse una de las medidas de las que más orgullosa está la canciller Merkel: la aprobación, por primera vez desde 1969, de unos Presupuestos que no generen deuda nueva. Expertos como el presidente del Instituto de Investigación Económica, Marcel Fratzscher, también reclaman a Alemania una decidida política inversora para ahuyentar el riesgo de recesión.
Gabriel concede que es necesario incrementar las inversiones, pero no quiere ni oír hablar de romper los compromisos asumidos por la gran coalición. “Endeudarnos no es la solución”, respondió rotundo el martes tras asegurar que este no es el momento para discusiones ideológicas. La estrategia del vicecanciller y ministro de Economía es clara: poner buena cara al mal tiempo confiando en que los nubarrones sean pasajeros.
Líderes democristianos proponen congelar la cuota femenina para no dañar la economía
Mientras el sector más izquierdista del SPD reclama cambios, los dirigentes más liberales de los democristianos también muestran su descontento. Hace tiempo que un reducido número de diputados reprocha a Merkel haber hecho demasiadas concesiones a los socialdemócratas pese a haberle sacado más de 15 puntos porcentuales de ventaja en las elecciones federales del pasado mes de septiembre. El enfriamiento de la economía ha envalentonado a este sector, que considera que las empresas ya tienen bastantes problemas como para sacar adelante ahora la ley que está en preparación para establecer a partir de 2016 una cuota femenina del 30% en los consejos de administración.
Los socialdemócratas han reaccionado indignados a la sugerencia de congelar la norma. “Es una desfachatez considerar que las mujeres en puestos directivos son una carga para las empresas”, respondió airada la ministra de Familia y responsable de la iniciativa, Manuela Schwesig. “Alargar las discusiones sería inútil porque está decidido que las cuotas van a llegar”, zanjó este miércoles Merkel el debate en una reunión con mujeres. Otros dirigentes democristianos han ido más allá al pedir que no entren en vigor medidas ya aprobadas, como el salario mínimo o la jubilación anticipada para los que han trabajado más años.
Es poco probable que estas críticas vayan a tener efecto a corto plazo. Tanto Merkel como Gabriel suelen responder a cualquier petición de cambio de rumbo con tres palabras: contrato de coalición. Lo pactado es sagrado para el Gobierno CDU-SPD. Pero las reclamaciones a ambos lados del espectro ideológico muestran la incertidumbre creciente por la marcha de la primera economía de la UE. “Gran preocupación. La verdad sobre nuestra coyuntura”, titulaba este miércoles a toda página el popular diario Bild.
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