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Bolivia decide si da un cheque en blanco a Evo Morales

La victoria que pronostican los sondeos, gracias en gran medida a la bonanza económica, dejaría a la oposición muy mermada

JAVIER LAFUENTE (ENVIADO ESPECIAL)
Una mujer camina frente a una pintada en El Alto (Bolivia).
Una mujer camina frente a una pintada en El Alto (Bolivia). J. KARITA (AP)

Quien más y quien menos en La Paz conoce a alguien que lo ha vivido. Hace no más de 15 años, en Sopocachi, uno de los barrios más animados del centro de la capital, el acceso a la discoteca de moda lo determinaban los rasgos de la cara. Si eran indomestizos, casualmente siempre había una fiesta privada y no se podía entrar. Entre los que entonces eran adolescentes criollos, que un amigo acabase la noche con una chota, forma peyorativa de calificar a una chica mestiza que trataba de pasar por blanca, no terminaba de estar bien visto, recuerdan ahora varios de ellos ya entrados en la treintena. Hoy esos prejuicios son marcas del pasado.

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Si en algo hay unanimidad en este país de poco más de 10 millones de habitantes es que la llegada al poder en 2005 de Evo Morales ha abierto un camino de no retorno en cuanto a la inclusión de una parte de la sociedad. Uno de los factores que ha contribuido a este despegue es la buena salud económica de la que goza Bolivia. Los altos precios de las materias primas y los hidrocarburos, que Morales recuperó para los bolivianos al poco de llegar al poder pero que fueron descubiertos durante el Gobierno de Jaime Paz Zamora, han repercutido en que los ingresos por exportaciones pasen en una década de 2.000 millones de dólares a 10.000 millones. El país jamás tuvo unas reservas internacionales como las de hoy en día, en torno a los 15.000 millones de dólares. El empleo es casi pleno en todo el país.

Los bolivianos acuden este domingo a las urnas para decidir, en definitiva, si le dan un cheque en blanco a Evo Morales con una contundente victoria como pronostican los sondeos o renuevan la confianza en él, sin más, para que afronte otros cinco años en los que deberá avanzar en la construcción de un proyecto nacional. Morales se opta a una segunda reelección. Pese a que la Constitución de 2009 autoriza una sola, y el triunfo de ese año debería considerarse ya como una reeleección, la interpretación del gobierno es que Morales convocó elecciones anticipadas en 2009, por lo que no terminó su primer mandato.  El 70% de los encuestados considera que el país va por el buen camino y el 80% aprueba la gestión del presidente. La intención de voto para Morales, sin embargo, se reduce a un 59%, tres puntos más que los que obtuvo en 2005 (54%), por debajo del porcentaje logrado hace cinco años (64%) y lejos del 70% que pretende alcanzar el oficialismo. Pese a ello, si se cumplen los sondeos, la diferencia de Evo con el segundo y el tercero —los conservadores Samuel Doria Medina, de Unidad Demócrata (UD) con el 13%, y el expresidente Tuto Quiroga (8%)— serían tan abismal que no solo obtendría los tan deseados dos tercios de la Asamblea, sino que pondría en un brete a la oposición.

La intención de voto para Morales es del 59%, por el 13% de Doria Medina y el 8% de Tuto Quiroga

Sería la tercera vez que Doria Medina cae ante Morales y la segunda en la que Quiroga pierde unas elecciones contra el mandatario. Pese a que altos cargos del Gobierno aseguran, no sin una pizca de orgullo y resentimiento por el pasado, que les encantaría una victoria arrolladora con el argumento de que reforzaría su proyecto, miembros del Gabinete y del partido de Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS), admiten que no tener nadie enfrente quizás no sea lo más beneficioso para el país. La necesidad de crear una alternativa sólida que refuerce la democracia, aunque termine conviviendo con el MAS, parece primordial para muchos actores políticos del país, ya que, de lo contrario, Morales no respondería ante nadie más que él.

Entre los riesgos de una victoria sin paliativos, los detractores del presidente temen que se agudice la estructura clientelar que, en su opinión, el presidente ha construido durante nueve años. También que el control sobre los medios de comunicación, cada vez menos independientes, sea  mayor, pese a que el Gobierno ha insistido en que no promulgará una ley de medios. Entre las medidas más criticadas de su segundo mandato está la decisión, en 2011, de implantar el sufragio universal para elegir a los jueces, que en ningún momento ha mejorado la justicia en el país. En Bolivia, el 80% de los presos están pendientes de sentencia.

Frente a su discurso y retórica izquierdista, la política económica de Morales ha terminado por ser pragmática. Ha tenido que ceder a los intereses de los empresarios, sobre todo en el departamento de Santa Cruz, el motor económico del país, y en el que puede vencer por primera vez. También los empresarios han dado su brazo a torcer. Una entente entre dos polos que un lustro atrás casi se habían declarado la guerra. Los cambios en Bolivia, que hace unos días celebraba 32 años de democracia, se han acelerado. No son de extrañar, pues, anécdotas como la que recordaba esta semana un candidato a diputado. Un amigo suyo, de clase media alta, había acudido a una parrillada. Cuando al acabar la celebración uno de los chicos se iba, la madre del anfitrión, al ver un coche de alta cilindrada en la puerta y los rasgos del conductor, se dirigió al chico y le dijo: “Ahí está tu chofer”. “No, señora, es mi padre”.

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Sobre la firma

JAVIER LAFUENTE (ENVIADO ESPECIAL)
Es subdirector de América. Desde 2015 trabaja en la región, donde ha sido corresponsal en Colombia, cubriendo el proceso de paz; Venezuela y la Región Andina y, posteriormente, en México y Centroamérica. Previamente trabajó en las secciones de Deportes y Cierre del diario.

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