Todos contra el primer ministro en Italia
Varios colectivos reprochan a Renzi autoritarismo y retrasos en las reformas
Desde hace unos días, a los opositores ya clásicos de Matteo Renzi —los sindicatos, la vieja guardia del Partido Democrático (PD) o la cúpula de la patronal— se han unido con especial beligerancia algunos sectores que, durante los primeros siete meses de su Gobierno, habían optado por otorgarle un voto de confianza. Ahora, sin embargo, desde la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) a los principales editorialistas del país, pasando por destacados empresarios que se jactaban de ser sus amigos, han desencadenado a la vez, como movidos por un mismo resorte, una campaña contra Renzi en la que, más allá de reprocharle la tardanza cierta de las reformas prometidas, se le acusa de un autoritarismo desmedido e incluso de “un rancio olor a masonería”. El líder del PD ha apuntado que se trata del intento de doblegarlo por parte de los “poderes fuertes” de Italia, y les ha enviado un mensaje: “Pueden mandarme a casa, pero no podrán teledirigirme. No les voy a pedir permiso para hacer las reformas. No voy a ser una marioneta en sus manos”.
El fantasma de los “poderes fuertes” —aquellos que gobiernan desde lo oscuro— es recurrente en Italia. Normalmente, los políticos niegan que existan mientras les va bien, pero atribuyen a la eficacia de sus conjuros su eventual caída en desgracia. En un principio, Matteo Renzi prefirió negar la existencia de un complot orquestado en las alturas para sacarlo del poder, pero ahora parece darle más crédito: “En los últimos días se han lanzado contra el Gobierno directores de periódicos, empresarios, banqueros, prelados… A la mayoría le ha parecido un ataque estudiado. Yo, que soy beatíficamente ingenuo, prefiero creer en las coincidencias… Pero los poderes fuertes son aquellos que en los últimos 20 años han asistido silenciosos o cómplices a la pérdida de competitividad de Italia o a la destrucción del sistema educativo. ¿Y ahora quieren que yo haga en seis meses aquello que ellos no han hecho en 20 años?”.
Lo cierto es que la lista de enemigos es cada vez más larga y más potente. Se ha dado el caso, incluso, de viejos empresarios amigos que, sin venir a cuento, se han puesto de la noche a la mañana en su contra con una violencia verbal inusitada. Es el caso de Diego Della Valle, el dueño de la empresa de calzados Tod’s, quien ha acusado al primer ministro de ser “un charlatán”, que “puede decir cualquier estupidez y contradecirla al día siguiente”, alguien que “no ha trabajado nunca”. Pero tal vez el ataque más duro, tanto por lo inesperado como por la violencia del lenguaje, fue el que, el pasado miércoles, firmó Ferruccio de Bortoli, el director del Corriere della Sera, en la primera página del periódico de Milán bajo el título El enemigo en el espejo. De Bortoli, de natural elegante, empleó en esta ocasión la espada de matar desde el primer párrafo: “Tengo que ser sincero: Renzi no me convence. No tanto por las ideas y el valor, cuanto por cómo gestiona el poder. Si quiere verdaderamente cambiar este país, deberá cuidarse del más temible de sus enemigos: él mismo. Una personalidad egocéntrica es irrenunciable para un líder. La del presidente del Consejo de Ministros es hipertrófica. Ahora, habiendo solo un hombre al mando del país (y del principal partido), sin verdaderos rivales, la cosa no es irrelevante”.
Pero hay más. De Bortoli pone de vuelta y media al equipo ministerial —del que solo salva al ministro de Economía, Pier Paolo Padoan, el único que fue impuesto desde la presidencia de la República—, al que define como poco preparado, elegido para no hacer sombra al líder. Por si fuera poco, el director del Corriere exige a Renzi que explique si su acuerdo con Silvio Berlusconi —el llamado pacto del Nazareno, por la calle donde se encuentra la sede del PD— para reformar la ley electoral y el Senado tiene elementos secretos. Es ahí donde habla de “un rancio olor a masonería”.
Al director del Corriere della Sera se unió el domingo Eugenio Scalfari, fundador del diario La Repubblica. También arrancando en la portada, el veterano periodista ya avisaba en el título: “Hay solo agua en la olla que hierve sobre el fuego”. Para añadir después que no solo no ha cocinado todavía ninguna de sus tan cacareadas promesas —ley electoral, reforma del Senado, simplificación administrativa…—, sino que el agua de que disponía, “el favor de la opinión pública y el apoyo parlamentario”, está empezando a evaporarse. En su largo artículo, Scalfari llega a felicitarse de que el director del Corriere —“en un artículo que es un ataque en plena regla no tanto contra la política de Renzi sino contra su carácter y su modo de concebir la política”— se haya dado cuenta de que el actual primer ministro, al que define como “el personaje que nos gobierna”, es “un seductor fruto de los tiempos oscuros”. A las reticencias del Corriere della Sera y, ahora, del fundador de Repubblica hay que unir las críticas —estas no de última hora— que el primer ministro suele recibir de las páginas de Il Sole 24ore, el diario económico propiedad de Cofindustria.
En cuanto a los obispos italianos, han vuelto a las andadas. De nada ha servido que, el pasado mes de julio, el papa Francisco les mandara un mensaje muy claro para que evitasen su tentación recurrente de meter las manos en la política. Ahora, la Conferencia Episcopal italiana, dirigida por el cardenal Angelo Bagnasco, también se ha tirado a degüello contra Renzi acusándolo de “hacer solo eslóganes” y olvidar los verdaderos intereses de la familia. A todo ello se une la oposición cada vez más fuerte que el exalcalde de Florencia sigue encontrando en su propio partido y en los sindicatos, sobre todo a cuenta de la reforma del mercado del trabajo. Pero con esa oposición ya contaba.
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