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Maduro irá a la ONU para impulsar su entrada al Consejo de Seguridad

El presidente de Venezuela hablará en un foro internacional por primera vez desde que asumió el cargo tras la muerte de Hugo Chávez

Maduro, el lunes, en Miraflores
Maduro, el lunes, en MirafloresEFE

Nicolás Maduro ha anunciado este lunes desde el estado de Aragua (centro-norte del país) que llevará “la verdad de Venezuela” a la 69 Asamblea General de Naciones Unidas, que empieza el miércoles en la sede de la organización en Nueva York. Adelantó que con su versión de las cosas portará “la voz de la Alba”, en referencia a la Alianza Bolivariana para los Pueblos, que agrupa a Venezuela y a otros diez países aliados del régimen bolivariano, y también “la voz de la dignidad, la voz de Chávez”.

Será la primera vez que Maduro hable en ese foro global como presidente de Venezuela. En 2012 se dirigió a la Asamblea en el rol, casi literal, de “la voz de Hugo Chávez”. Entonces figuraba como ministro de Relaciones Exteriores en el gabinete del fallecido comandante. Este, que entonces transitaba la etapa decisiva de una campaña electoral e iniciaba, tal vez sin saberlo, la fase terminal del cáncer que padecía, optó por escribir un discurso que encargó a Maduro leer en la ONU.

En 2013, su año inaugural como presidente, Maduro envió al canciller Elías Jaua a Nueva York para intervenir en el cónclave mundial. Entonces el sucesor de Hugo Chávez dijo que había preferido evitar las “provocaciones” que en la ciudad norteamericana se habrían preparado para “atentar" contra su vida, según declaró.

Que en 2014 se decida a asistir en persona no quiere decir que las condiciones de seguridad hayan mejorado. El mandatario acude a respaldar la pretensión venezolana de ganar un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU como miembro no permanente.

La última vez que la Venezuela chavista intentó hacerse de una silla en el Consejo de Seguridad, en 2006, se vio bloqueada por Estados Unidos, que impulsó la candidatura alternativa de Guatemala para ocupar el escaño del grupo latinoamericano. Luego de tres votaciones sucesivas, que no resolvieron nada, Panamá tuvo que postularse como fórmula de compromiso.

La próxima votación para renovar a los miembros del Consejo de Seguridad tendrá lugar en octubre. Entonces Caracas debe obtener dos tercios de los votos de 193 países en plenaria, una mera formalidad, pues en esta ocasión lleva sus recaudos mejor preparados. Funcionarios de la Cancillería venezolana se jactan de haber concertado desde julio el respaldo unánime para su candidatura de la bancada latinoamericana y caribeña. Desde el fallido asalto inicial de 2006, Chávez –junto con su Canciller, Maduro- desarrolló una agresiva diplomacia que cristalizó en nuevos organismos regionales como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), ambos concebidos para excluir a las dos potencias anglosajonas del hemisferio, Estados Unidos y Canadá.

En inusual sincronía, este domingo sendas notas editoriales de los dos principales diarios estadounidenses alertaron sobre el inminente acceso de Venezuela al Consejo de Seguridad. Si el New York Times sugería a las mayores democracias de la región, como Brasil, México y Colombia, prevenir que Caracas las represente mientras “rápidamente se convierte en una vergüenza para el continente”, el Washington Post no se quedaba atrás al dictaminar que “Venezuela no se merece un asiento en el Consejo de Seguridad”. Para los editorialistas de este periódico, el Gobierno de Barack Obama “podría ayudarse a sí mismo y enviar un mensaje al señor Maduro redondeando los 65 votos necesarios para mantener a Venezuela fuera del Consejo de Seguridad”.

La incorporación al Consejo de Seguridad llegaría como un espaldarazo para el Gobierno de Maduro en un momento en el que, con tan solo 17 meses de gestión, enfrenta una severa crisis económica, caracterizada por una escasez crónica de bienes de consumo e insumos industriales, y la más alta tasa de inflación del planeta. Caracas achaca estas dificultades a una “guerra económica” que le habría sido impuesta por el imperialismo y la burguesía local, del mismo modo en que atribuye el reciente brote de enfermedades infecciosas como el dengue y el chikunguña a una “guerra bacteriológica”.

Luce probable que, al incorporarse a la batalla diplomática, Maduro denuncie ante la Asamblea General estas agresiones de “cuarta y quinta” generación, como gusta en calificarlas. Durante su intervención televisada de este lunes, aseguró que en Nueva York cumplirá con su deber de “buscar un mundo de paz donde cesen los bombardeos y las masacres”, en alusión al reciente ataque israelí contra Gaza.

Maduro no especificó qué día volará a Estados Unidos. Pero, retó: “Guardando todas las medidas de seguridad del caso, no será un editorial del Washington Post o del New York Times los que detengan el viaje que voy a hacer”.

Mientras el mandatario venezolano prepara la visita, recibió noticias de un revés diplomático desde Washington. En la capital norteamericana, la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Organización de Estados Americanos (OEA), emitió este lunes un comunicado en el que manifiesta su “profunda preocupación por el deterioro del derecho a la libertad de expresión en Venezuela ante los recientes hechos ocurridos en el país, entre los que se encuentran la continua estigmatización por parte de altos funcionarios públicos de medios de comunicación y periodistas críticos, procesos sancionatorios y despidos de comunicadores, así como presuntos bloqueos de la señal de internet de medios de comunicación”.

Venezuela y algunos de sus aliados hemisféricos, en especial Ecuador, han encabezado desde hace meses una dura ofensiva contra los organismos de defensa de los derechos humanos del sistema interamericano, a los que tachan como una “burocracia” adversa a sus gobiernos progresistas.

El pronunciamiento de la Relatoría representa uno de los últimos actos de su actual titular, la abogada colombiana Catalina Botero, quien será sustituida el 6 de octubre en el cargo por el uruguayo Edison Lanza.

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