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Tribuna
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Brasil perplejo

Juan Arias

Los electores brasileños están perplejos ante unos comicios con no pocas incógnitas. Se entrelazan en ellas sentimientos contradictorios. Las encuestas presentan a un 70% de los electores con deseos de cambio y, sin embargo, la candidata de la continuidad, la presidenta Dilma Rousseff, del PT, domina la carrera. Y esa es la primera perplejidad. Ella se compromete en su propaganda a ser la más capacitada para llevar a cabo los cambios que la sociedad exige. Alega contar un balance positivo de Gobierno, sobre todo en el campo social.

La otra candidata, la ecologista Marina Silva, que aparece como prototipo de la bandera del cambio, ofrece una manera nueva de gobernar en contraste con lo que llama “vieja política de pactos y corrupciones”. Es, sin embargo, acusada de haberse formado en la política que anatematiza, pues militó más de 25 años en el PT, fue ministra del expresidente Lula y se presenta con uno de los partidos (PSB) que formaron hasta este domingo parte del Gobierno de Dilma, es decir, de la política tradicional.

El tercer candidato con mayor aceptación, Aecio Neves, del PSDB del expresidente Fernando Henrique Cardoso, surge también como alternativa, ya que alega haber sido oposición en los 12 años que lleva gobernado el PT. Pero es una alternativa que ya fue derrotada tres veces seguidas en las urnas, dos con Lula y una con Rousseff.

Las encuestas presentan a un 70% de los electores con deseos de cambio y, sin embargo, Rousseff, del PT, domina la carrera

Como un tercer elemento, surge el bloque de los llamados anti-PT, aquellos que votarían, aún tapándose la nariz, a cualquier candidato con tal de llevar a la oposición al partido del Gobierno. Lo acusan de haber ocupado el Estado, al que subordinaron al partido, y a Dilma de dejar al país con inflación alta, baja productividad, intereses por las nubes e incertidumbre en el delicado tema del empleo.

Entre estos últimos votantes los hay que se muestran perplejos ante la candidatura atípica de la ecologista y evangélica Marina, pero que tampoco quieren que siga gobernando el PT. De ahí que muchos votarán en primera vuelta a Neves y en la segunda a Marina, si es que ella pasa a segunda vuelta y se enfrenta a Dilma. Los que, al revés, prefieren a Marina al candidato del PSDB, votarán a Marina, pero si en estas semanas Neves la superara y acabara disputando las elecciones contra Dilma, lo votarían a él con tal de derrotar al PT.

El viejo refrán de “mejor malo conocido que bueno por conocer” puede hacerse realidad en estas elecciones, en las que aun los que preferirían un cambio de Gobierno dudan aún ante el miedo a lo desconocido, sobre todo en lo referente a la ambientalista. Reconocen que Brasil no está bien; que los índices económicos asustan; que el Gobierno no ha sabido ofrecer unos servicios públicos dignos de la riqueza que posee el país y de las exigencias de una sociedad que crece en modernidad más que sus gobernantes. Y les disgusta el rosario de casos de corrupción que se acumulan sobre el Gobierno. Al mismo tiempo, no dejan de ver que Brasil ha mejorado, se ha hecho valer internacionalmente y ha realizado indiscutibles conquistas sociales.

Es posible que esa perplejidad, que esas dudas que azotan a los electores brasileños les lleven a pensar el voto hasta momentos antes de votar. De ahí que los analistas subrayen que cualquier resultado es posible y que no pueden excluirse las sorpresas.

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