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El escrutinio desde un pub escocés: pintas y banderas en tierra de nadie

Cientos de personas alargan la noche del jueves en los bares atentos a los resultados

Pablo Guimón
Un grupo de escoceses, en un pub de Edimburgo.
Un grupo de escoceses, en un pub de Edimburgo.RUSSELL CHEYNE (REUTERS)

“Lo siento, esto está completo”, aseguraba la sobreactuada portera del Phoenix Pub la noche de este jueves. Y tenía razón. El ambiente que se veía a través de las ventanas empañadas del local de la calle de Broughton era, cuando menos, agobiante. La gente apiñada trataba de llegar a la barra y, al fondo, los comentaristas en directo de la televisión escocesa iban exprimiendo los datos del recuento que llegaban con cuentagotas en una gran pantalla con subtítulos. Los primeros datos -una encuesta realizada por la consultora YouGov a través de Internet a tres mil votantes, la primera realizada después de cierre de las urnas- situaron al no ocho puntos por delante del sí, una ventaja algo mayor a la de la media de las últimas encuestas. Pero eso no parecía importar a la abrumadora mayoría de síes que decidió amenizar la espera del recuento con pintas de cerveza.

Era más de la medianoche, hacía ya más de dos horas que los colegios electorales habían cerrado. Y el Phoenix Pub y otros siete locales de Edimburgo fueron autorizados a servir bebidas hasta las tres de la madrugada. Entre ellos, también el teatro Taverse, que programó para la pasada noche la obra Yes/No plays, escrita por el dramaturgo escocés David Grieg a partir de conversaciones entre amigos con diferentes visiones políticas.

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El ambiente en la calle de Broughton fue como la celebración después de una final de fútbol. Con la peculiaridad de que aún no se sabía quién había ganado. Grupos de jóvenes ondeaban banderas gigantes, y saltaban y gritaban cuando algún coche que exhibía los mismos colores pasaba tocando el claxon. Otros soplaban vuvuzelas o reinventaban la letra del Yellow submarine con versos que la creciente carga etílica de los cantantes hacía incomprensibles. Una patrulla de la policía pasaba para controlar la situación. El espectáculo era escrutado por pacientes equipos de televisiones de medio mundo que compartían pizzas para llevar y miraban al cielo deseando que las cuatro gotas que empezaban a caer no se convirtiera en lluvia.

“La campaña del no solo ha querido asustar”, explicaba Michael, mientras tomaba unas latas de cerveza con sus amigos en la acera. “Si gana el sí, Escocia va a florecer. Créame, amigo, va a florecer. Dicen que nos pasará como a Irlanda, pero Irlanda no tiene petróleo. ¿Sabe quién tiene petróleo? Noruega. Y tiene la misma población que nosotros”. Mientras tanto, en la pantalla del pub, el recuento en la pequeña región de Clackmannanshire arrojaba un 54% de noes.

Había una noche larga por delante. Los escoceses ya habían decidido si querían seguir en Reino Unido o separarse. Pero durante esas horas que faltaban hasta el recuento definitivo, las pintas se tomaron en tierra de nadie.

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Sobre la firma

Pablo Guimón
Es el redactor jefe de la sección de Sociedad. Ha sido corresponsal en Washington y en Londres, plazas en las que cubrió los últimos años de la presidencia de Trump, así como el referéndum y la sacudida del Brexit. Antes estuvo al frente de la sección de Madrid, de El País Semanal, y fue jefe de sección de Cultura y del suplemento Tentaciones.

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