El jefe del Estado Mayor abre la puerta a que haya tropas de combate en Irak
El general Martin Dempsey declara ante el Senado que recomendará a la Casa Blanca su uso si falla la estrategia de ataques aéreos
El jefe del Estado Mayor Conjunto de EE UU, Martin Dempsey, ha abierto este martes la puerta a la posibilidad de que militares estadounidenses puedan trabajar hombro con hombro asesorando sobre el terreno a militares iraquíes en la lucha contra el autoproclamado Estado Islámico (EI). “Si las circunstancias cambian, recomendaría al presidente [Barack Obama] que [soldados estadounidenses] trabajaran asesorando cerca del combate y acompañando a soldados iraquíes en ataques concretos", ha explicado Dempsey en una comparecencia ante el Comité de Servicios Armados del Senado.
"Mi punto de vista por el momento es que esta coalición es la manera adecuada de actuar", ha declarado Demspsey. "Pero si no es así, y existen amenazas contra Estados Unidos, entonces sin ninguna duda iré al presidente y le recomendaré que podría incluir el uso de fuerzas militares de EE UU sobre el terreno".
Las palabras del general en Capitol Hill chocaban con la retórica desplegada en las últimas semanas por el presidente Barack Obama al asegurar a los ciudadanos estadounidenses que no se mandarían tropas a misiones de combate. “No seremos arrastrados a otra guerra sobre el terreno en Irak”, dijo el mandatario en su discurso de hace una semana a la nación. De hecho, el portavoz de Obama matizaba las palabras de Dempsey durante unas declaraciones a la prensa a bordo del Air Force One que llevaba al presidente a Atlanta. "Creo que de las palabras del general Dempsey ha quedado claro que se refería a un escenario hipotético en el cual pueda haber una situación futura en el que él pueda hacer recomendaciones tácticas al presidente que incluyan el uso de fuerzas de combate", dijo Josh Earnest.
Pero para parte de los senadores presentes en la comparecencia y algunos comandantes de las Fuerzas Armadas todo se reduce a una cuestión semántica, ya que en opinión de estos últimos eso es algo que ya sucede desde el momento en que pilotos de combate están bombardeando posiciones del EI en Irak.
“Si llegamos al punto en el que creo que nuestros asesores deberían acompañar a las tropas iraquíes en ataques contra blancos específicos [del EI], se lo recomendaré al presidente” Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto de EE UU
El jefe del Estado Mayor fue consciente de que, de alguna manera, estaba contradiciendo la política oficial de la Casa Blanca, por lo que puntualizó que era cierto que Obama había establecido que no habría fuerzas de combate sobre el terreno pero que el mandatario también le había dicho que consultara con él “en cada caso”. EE UU dispone de cerca de 1.500 militares desplegados en Irak en tareas de asesoramiento y protección de sus instalaciones y personal. La cifra ha crecido progresivamente desde mediados de junio.
Con el Pentágono ya bombardeando a las afueras de Bagdad y la nueva ofensiva contra el EI iniciada, el presidente de Estados Unidos se reunirá mañana miércoles en la sede del Comando Central de EE UU en Tampa (Florida) con el general Lloyd Austin, máximo responsable militar de EE UU en Oriente Próximo, para revisar la estrategia contra los yihadistas en Irak y Siria.
Austin recomendó recientemente a Obama el despliegue de un pequeño número de Fuerzas Especiales junto a las unidades de combate iraquíes para que les asistieran y aconsejaran durante la batalla contra el Estado Islámico. Obama rechazó la propuesta del general y habrá que esperar a la reunión en Tampa para ver si esto cambia.
La negativa de Obama no fue la primera que sufría Austin. En el año 2010, el general recomendó al mandatario que no sacara a todas las tropas de Irak y que dejara un número en torno a los 24.000 (de un total de 45.000) para garantizar que los logros obtenidos no eran arrebatados por la insurgencia. Hoy hay quien dice que si Obama hubiera escuchado entonces a Austin quizá, solo quizá, se podría haber evitado la ascensión del EI.
Más de tres horas y media ha durado la comparecencia ante el Comité de Servicios Armados de Dempsey y Chuck Hagel, el secretario de Defensa. El mensaje que lanzaron es que la ofensiva de EE UU contra el EI en Irak y Siria dispondrá de bombardeos regulares y será larga y compleja, pero el factor clave para conseguir derrotar por completo a los extremistas será el apoyo de la población y las fuerzas locales.
“Este no será un esfuerzo fácil ni corto, será complicado”, afirmó el secretario de Defensa. “Requerirá progreso político en la región y socios efectivos en Siria e Irak. Sabemos que este esfuerzo llevará tiempo”, añadió. “Es un problema generacional”, terció el general, que reveló una campaña “persistente y sostenida”. Y coincidieron en que, por muy exitosa e intensa que pueda ser la ofensiva, el EI solo será verdaderamente “derrotado” cuando la población local “rechace” sus postulados extremistas.
“Vamos a destrozar al EI en Irak, restaurar la frontera [entre Irak y Siria] y frenar al EI en Siria”, apuntó Dempsey. El matiz verbal entre los resultados en Irak y Siria es significativo pero comprensible. Se basa en el hecho de que en el primer país, EE UU cuenta con asesores militares propios y aliados extranjeros sobre el terreno -las fuerzas iraquíes y kurdas-, mientras en el segundo carece de colaboradores sobre el terreno dada su enemistad con el régimen de Bachar al Asad.
Al Asad es un enemigo común para el Gobierno estadounidense y para el EI, lo que genera comparaciones incómodas en Washington. Hagel insistió en que, en su estrategia militar y política contra el yihadismo, EE UU “no cooperará” con el régimen sirio. “Estados Unidos seguirá buscando una solución política al conflicto sirio, el fin del régimen de Al Asad y seguiremos contrarrestando a Al Asad con presión diplomática y económica”, afirmó.
Hagel explicó que los bombardeos de EE UU en Siria golpearán la “capacidad logística de control y comando” de los yihadistas del EI en ese país, incluidos sus feudos seguros. Mientras, en paralelo, Washington entrena en el plazo de un año en Arabia Saudí a un grupo de unos 5.000 rebeldes moderados sirios, a los cuales también proporcionaría armas. Sin embargo, el plan de entrenamiento y armamento -por valor de 500 millones de dólares- necesita de la aprobación del Capitolio, algo que hace unas semanas parecía muy difícil de lograr pero que, tras el anuncio de Obama la semana pasada, parece bastante probable de que ocurra.
EE UU llevaría a cabo, detalló el secretario de Defensa, un “riguroso” programa de preselección de esos rebeldes para asegurarse de que no son cercanos a los postulados yihadistas. Inicialmente, recibirían armas pequeñas, vehículos y equipamiento militar básico. Y si prueban su “eficiencia” en el campo de batalla, Washington proporcionaría más adelante una “asistencia más sofisticada” a los comandantes en los que más confiara.
A largo plazo, apuntó Dempsey, el objetivo es que esas fuerzas no solo luchen en Siria sino que “traigan estabilidad” a ese país para tratar de erradicar la presencia del EI y consolidar la suya como opositores moderados a Al Asad. Pero ambos admitieron que esa empresa no será nada sencilla.
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