Yitzchak Hofi, exdirector del servicio secreto israelí
Su éxito en el rescate de los rehenes de Entebbe quedó ensombrecido por las matanzas de palestinos en Sabra y Chatila
Yitzchak Hofi fue hasta ayer, cuando murió en Tel Aviv a los 87 años, uno de esos hombres de luz y sombra que Israel ha acostumbrado a parir desde la creación del Estado. Tan válidos son para él los calificativos de héroe nacional como de supuesto violador de las leyes de la guerra. Su legado está hecho de contradicciones que van de la mano de su cargo, el de quinto director del Mossad, el servicio secreto de Israel.
Haka, como era conocido, nació en la Palestina del mandato británico en 1927. A los 17 años se enroló en la Haganá, la guerrilla judía germen del Ejército actual. Formó parte de la Palmaj, la unidad de élite de esta irregular tropa. Ayudó a su meteórica carrera militar que uno de sus compañeros fuese Moshe Dayan, comandante en jefe e icono de guerrero incombustible. Su padrinazgo le impulsó, pero esa protección se sustentaba sobre su inteligencia. Hofi, por ejemplo, fue uno de los escasos militares que advirtieron en 1973 del peligro de un levantamiento de las naciones árabes vecinas contra su país. Apenas nadie previno aquella guerra en pleno Yom Kippur. Su vaticinio y su papel en la contienda, al mando del comando norte frente a Siria y Líbano, lo coronaron como “imprescindible pilar del Estado”, como lo llamó el diario Maariv.
Los fallos en la inteligencia de aquella guerra le abrieron las puertas del Mossad. Su predecesor, Zvi Zamir, fue defenestrado y sustituido por Hofi. Ocupó la dirección de la agencia entre 1974 y 1982. Suficiente tiempo para lo mejor y lo peor. Como recordaba ayer el primer ministro Benjamín Netanyahu, suya fue la estrategia que en 1976 puso fin al secuestro de un vuelo de Air France en Entebbe (Uganda). Soldados israelíes liberaron con vida a 252 de los pasajeros y tripulantes. La acción fue conocida como Operación Trueno o Yonatan, en honor del hermano mayor de Netanyahu, fallecido durante los hechos.
Más tarde, Hofi ideó también el asesinato de dirigentes de Septiembre Negro y fue pieza importante en la elaboración del acuerdo de paz con Anuar el Sadat en Egipto. Entre 1979 y 1981 ejecutó otra de las operaciones míticas del Mossad, Átomo, que concluyó con el ataque a un reactor nuclear en Irak. Su hundimiento llegó un año más tarde, cuando formó parte de la cúpula militar que “permitió deliberadamente” la entrada de milicias falangistas en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, en Líbano, donde se perpetraron matanzas infames hace justo 32 años. Así lo dictaminó una comisión de investigación interna. Israel se movilizó como nunca antes por la paz y contra los dirigentes como Hofi y como el entonces ministro de Defensa, Ariel Sharon.
Tras su caída en desgracia, aún mantuvo una importante labor de consejero nacional y asesor en comisiones de seguridad. Como tantos militares del país, ya sin uniforme fue premiado con un importante puesto gestor, el de jefe de la Corporación Eléctrica de Israel.
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