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EE UU forja una alianza de 10 países para combatir a los yihadistas

Contempla bombardeos y el refuerzo a socios locales, pero descarta una operación terrestre

L. ABELLÁN
Líderes de los países de la OTAN observan el viernes el vuelo de aviones militares en Newport
Líderes de los países de la OTAN observan el viernes el vuelo de aviones militares en NewportF. ARRIZABALAGA (EFE)

Occidente se moviliza para frenar el auge del yihadismo en Irak y Siria. Estados Unidos logró el viernes forjar una alianza de 10 Estados de la OTAN para combatir al llamado Estado Islámico (EI), el movimiento de radicales suníes que está sembrando el terror en Oriente Próximo. Esta coalición tendrá ahora que definir qué tipo de intervención desarrolla en la zona y, por encima de todo, intentará implicar a otros países vecinos interesados en neutralizar a los yihadistas. “Los derrotaremos, igual que hemos hecho con Al Qaeda”, prometió solemnemente el presidente estadounidense, Barack Obama, al final de la cumbre que la Alianza Atlántica ha celebrado durante dos días en Newport (Gales, Reino Unido).

Fuente: Institute for the Study of War
Fuente: Institute for the Study of War

El líder estadounidense aprovechó el encuentro bienal de países aliados para poner en marcha este proyecto incipiente, al que se sumaron el viernes Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Polonia, Dinamarca, Canadá, Australia y Turquía. Los ministros de Exteriores y de Defensa de esos Estados se reunieron para darle forma y enviar un mensaje contundente al Estado Islámico, que ha decapitado a dos periodistas estadounidenses y amenaza con asesinar a un británico. Tanto el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, como otros dirigentes —en privado— trazaron una línea roja para esta misión: una intervención terrestre. “No habrá soldados sobre el terreno”, señaló Kerry.

Aunque fue la decisión más importante de la cumbre, esta coalición central no lleva el sello de la OTAN, reacia a implicarse directamente en el avispero de Oriente Próximo. La organización, no obstante, prestará un apoyo indirecto. En primer lugar, político. El secretario general de la Alianza, Anders Fogh Rasmussen, dio la bienvenida a las intervenciones de estos países en Irak. “Celebro esas decisiones porque la comunidad internacional debe hacer todo lo que pueda para parar al llamado Estado Islámico”, aseguró. Más importante aún, la OTAN “ejercerá un papel de coordinación” entre los países que participen en el proyecto.

Diez en coalición

Diez países de la OTAN han acordado una "núcleo de la coalición" (core coalition) para luchar contra el Estado Islámico. La Alianza como tal se limita a dar un apoyo indirecto a ese grupo.

En esa coalición participan Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá, Australia, Turquía, Italia, Polonia y Dinamarca.

No se han divulgado los detalles de la colaboración para combatir el yihadismo, pero sí que no habrá una intervención sobre el terreno en Irak.

Rasmussen citó un plan para compartir inteligencia militar y específicamente para intercambiar información sobre los llamados “combatientes extranjeros”, yihadistas (en buena medida europeos) que viajan a Oriente Próximo para enrolarse en el conflicto, a favor de los grupos más radicales. Y si el Gobierno de Bagdad lo solicita, los aliados desplegarán una misión de entrenamiento para las tropas iraquíes.

La amenaza que supone el EI monopolizó la cena que los jefes de Estado y de Gobierno celebraron la noche del jueves en el castillo de Cardiff. Fuentes conocedoras del encuentro aseguran que los líderes de los 28 Estados miembros coincidieron en que el EI grupo representa una amenaza para Occidente mucho mayor que la de Al Qaeda —poseen más dinero, más poder y una estrategia más sanguinaria— por lo que es necesario combatirlos directamente.

Para atraer a sus aliados europeos, Obama les recordó el efecto que este conflicto podría tener sobre Europa, sabiendo que la mayoría de los occidentales que combaten con los radicales suníes en Siria proceden del Viejo Continente y podrían regresar a él o influir en los círculos que dejan allí. El propio François Hollande recordó que su país había rehusado intervenir en Irak en 2003 pero que en esta ocasión había decidido unirse a la coalición. Aun así, matizó que la estrategia no se puede limitar bombardeos, sino que pasa por diseñar una estrategia a más largo plazo, que Obama cifró en dos o tres años. También destacó la necesidad de preparar a la opinión pública para operaciones de este tipo.

En público, los dirigentes aliados fueron mucho más precavidos. El líder británico, David Cameron, rehusó hablar sobre bombardeos británicos en la zona —Washington ha efectuado ya más de 100, según precisó Obama. “No estamos todavía en ese nivel”, alegó Cameron. Hollande sí admitió abiertamente su intención de implicarse, aunque eludió concretar las operaciones en las que participará: “Estamos ya en discusiones, pero no voy a dar aquí detalles de lo que vamos a hacer”. Al igual que el líder estadounidense, el francés subrayó la importancia de implicar a países vecinos como Jordania. “No puede ser una alianza que venga solo de Occidente, sería el peor servicio que podríamos hacer”, advirtió.

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Los plazos de esta coalición son aún difusos. Obama aseguró que no actuará “de la noche a la mañana”, y anunció que el secretario de Estado emprenderá un viaje por Oriente Próximo para recabar apoyos.

De momento, Obama y sus aliados solo hablan de operaciones en Irak, aunque el Estado Islámico abarca también parte de Siria. En la cena de jefes de Estado, el líder estadounidense reconoció que, incluso si el problema remitiera en Irak, sigue quedando la guerra siria, de difícil solución. Tanto él como otros mandatarios insistieron en la importancia de que luchar contra los yihadistas suníes no implique en ningún caso un apoyo a su enemigo natural, el presidente sirio, Bachar el Asad, denostado por Occidente por iniciar el conflicto que está destrozando el país.

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Sobre la firma

L. ABELLÁN
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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