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La política exterior reabre heridas entre demócratas de EEUU

Las críticas de Hillary Clinton a Obama amenazan con enfrentarla a las bases antibelicistas de su partido

Marc Bassets
El presidente Barack Obama y su entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, en 2011
El presidente Barack Obama y su entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, en 2011Pete Souza (The White House)

La izquierda estadounidense no olvida. Doce años después, el voto de Hillary Clinton en el Senado a favor de autorizar la guerra de Irak parecía lejano. Pero las declaraciones de la ex secretaria de Estado cuestionando por tímida la política exterior del presidente Barack Obama resucitan viejas divisiones en el Partido Demócrata.

“Juega con fuego”, avisa Roger Hickey, activista veterano y codirector de la organización progresista Campaña por el futuro de América.

Hickey compartió escenario con Clinton cuando en 2006, en el foro anual que cada año celebra su organización, la senadora y exprimera dama defendió su posición ante la guerra de Irak. El público la abucheó. La victoria de Obama ante Clinton en la nominación demócrata, en 2008, se explica en parte porque Obama dijo no a la guerra; Clinton dijo sí.

Obama y Clinton enterraron el hacha. El presidente nombró a su rival secretaria de Estado, cargo que ocupó hasta 2013. Su lealtad fue incuestionable. Hasta esta semana.

Vietnam acabó con la tradición intervencionista de Truman y Kennedy. 

En una entrevista con la revista The Atlantic, Clinton vincula la negativa de Obama de armar a los rebeldes sirios con el ascenso de los yihadistas violentos en Siria y en Irak. Y cuestiona la falta de visión de Obama en un mundo de conflictos incontrolables que parecen desbordar a la Casa Blanca.

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La trifulca revela algo más que la rivalidad entre las dos figuras más destacadas del Partido Demócrata en la última década. “Clinton habla como una demócrata de Truman-Kennedy", ha escrito esta semana en The New York Times el columnista conservador David Brooks. Obama, en cambio, piensa como el jurista que es, añade Brooks. “Su política exterior se construye en torno a la reverencia a ciertos procedimientos: el compromiso, la inclusión, las reglas y normas”

El antecedente en el que los críticos de Obama siempre piensan es otro demócrata, Jimmy Carter, presidente tras el desastre de Vietnam. En aquellos años, la URSS invadió Afganistán y la revolución en Irán barrió con uno de los aliados capitales de EE UU en la zona, el sha de Persia.

Obama no se identifica tanto con Carter como con la tradición realista y cauta en las relaciones internacionales del Partido Republicano con presidentes como George Bush padre o su consejero Brent Scowcroft.

Clinton, con su defensa de una política exterior más robusta y desacomplejada, intenta seguir la tradición de presidentes demócratas como Harry Truman, que puso en marcha la contención a la Unión Soviética, y John F. Kennedy, que proyectó al mundo el idealismo norteamericano de los sesenta mezclado con la firmeza ante la URSS.

Los detractores de la exsenadora no olvidan que apoyó invadir Irak

Vietnam acabó con esta tradición. El ala antibelicista se impuso. Uno de los disidentes era el senador Scoop Jackson, defensor en el Partido Demócrata de una política exterior agresiva. Muchos demócratas de Scoop Jackson, como se les conocía, acabaron en las filas del movimiento neoconservador, que más de dos décadas después participaría en el diseño de la invasión de Irak.

El antibelicismo demócrata tras Vietnam, la retórica combativa de Ronald Reagan ante la URSS y la victoria en la Guerra Fría permitieron al Partido Republicano retratar a los demócratas como al partido de la política exterior débil y la mala conciencia ante el poder americano.

Desde entonces, cualquier demócrata con ambiciones presidenciales, siempre bajo sospecha de blando, se ha esforzado por acreditar sus credenciales en política exterior. Las intervenciones humanitarias del demócrata Bill Clinton en los noventa demostraron que la izquierda también podía intervenir y usar el poderío militar estadounidense para defender los derechos humanos.

La invasión de Irak en 2003 también fue demócrata. El presidente, George Bush hijo, contó con el amparo de los halcones progresistas, partidarios de defender los derechos humanos a golpe de misil, si era necesario. En el Senado la autorización de la acción bélica contó con 29 síes demócratas. Entre ellos, el de Hillaryn Clinton.

“Me equivoqué. Simple y llanamente”, escribe Clinton en Decisiones difíciles, sus memorias recién publicadas. Pero sus críticas a Obama, aplaudidas por los neoconservadores, reabren las divisiones.

“Es posible que Hillary piense en sí misma como una demócrata de Scoop Jackson, pero quedan muy pocos demócratas de Scoop Jackson en América, y si se presenta así [a las elecciones presidenciales de 2016] casi está invitando a que alguien desafíe su candidatura”, dice Hickey. Aunque no ha hecho oficial su candidatura, carece de rival y es la favorita, según los sondeos.

“Creo", vaticina Hickey, “que se retractará”.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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