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Al menos 17 muertos en combates entre yihadistas sirios y soldados libaneses

Los islamistas, ligados al Frente Al Nusra y el Estado Islámico, se adentran en Líbano para liberar a uno de sus líderes, detenido por el Ejército libanés

Natalia Sancha
El Ejército libanés bombardea las afueras de Ersal.
El Ejército libanés bombardea las afueras de Ersal.AFP

Los combates entre combatientes islamistas sirios del Frente Al Nusra y el Estado Islámico (EI) contra el Ejército libanés han dejado al menos 17 muertos, entre ellos 11 soldados libaneses, y 30 heridos en las últimas 48 horas. Otros 18 policías libaneses permanecen secuestrados por los islamistas sirios atrincherados en la ciudad libanesa de Ersal, a 12 kilómetros de la frontera con Siria.

Los combates se han intensificado en la tarde de este domingo con un intercambio de morteros entre las posiciones de los rebeldes y del Ejército libanés en lo alto de las montañas que rodean Ersal. Los islamistas se han hecho con el control de un puesto militar libanés. 

La captura por parte del Ejército libanés el sábado de Imad Ahmed Jomaa, un líder islamista vinculado al EI, fue el detonante para que decenas de islamistas sirios de Al Nusra y del EI —hasta 2.000, según algunos testigos— se adentraran en Líbano para liberarle. Los islamistas se han hecho con el control de la ciudad y de la comisaría local. “Han cogido varios vehículos policiales, las armas que había en la comisaria y a 18 policías. Hemos intentado negociar su liberación pero no cederán hasta que les sea devuelto su líder”, informaba en conversación telefónica Ahmed Flety, vicealcalde de Ersal. En un vídeo colgado en Internet, los policías se veían obligados a declarar que desertaban del Ejército libanés como protesta pora la injerencia de la milicia chií Hezbolá (aliado del régimen de Bachar el Asad) en Siria.

A la guerra de morteros se ha sumado Hezbolá que, a pesar de intentar mantener un perfil bajo y ceder el protagonismo al Ejército libanés, ocupa posiciones clave a las afueras de Ersal. “Hezbolá está ocupando las casas abandonadas en las colinas que rodean Ersal. Ahora empezarán a lanzar morteros burkan, que son muy potentes, para acabar con los islamistas”, intenta contar Ab Qasam, simpatizante de Hezbolá, cuyo testimonio se ve truncado por el ensordecedor sonido de un mortero lanzado desde pocos metros atrás.

Ejército libanés y Hezbolá intentan desde territorio libanés cerrar el cerco a los islamistas enquistados en Ersal, mientras que la aviación siria lo hace desde su territorio bombardeando las montañas donde se ocultan los rebeldes. No es la primera vez que la guerra siria se desborda en territorio libanés; hace meses que reverbera en otros bastiones suníes al norte del Líbano. “Este ataque ha sido deliberado. Hace semanas que Al Nusra y el EI intentan entrar en Ersal. Hasta ahora había un acuerdo tácito entre los rebeldes y Ersal de que la entrada de combatientes sirios pondría en peligro a sus propias familias, que han buscado cobijo en esta ciudad como refugiados. Ahmed Jomaa no es ni siquiera un líder importante, sino una excusa para traer la guerra al Líbano” asegura amparado en el anonimato un funcionario de la alcaldía de Ersal.

Como se temía y tras números altercados entre rebeldes y Hezbolá en los últimos cuatro años, Ersal se ha convertido en el símbolo de la división de los libaneses frente al conflicto sirio y en el tablero de los primeros enfrentamientos directos entre grupos islamistas rebeldes sirios y uniformados libaneses. Oasis suní en medio de la explanada de la Bekaa, controlada por Hezbolá, Ersal se posicionó abiertamente y desde el inicio del conflicto en favor de los rebeldes. Hezbolá lo hizo a favor del régimen de Bachar el Asad.

Empujados desde Siria por Hezbolá y el Ejército sirio, que intentan acabar con las bolsas de rebeldes en la región de Qalamoun, un millar de combatientes islamistas se han refugiado en los últimos meses en las montañas que separan Líbano de Siria. A diferencia de otras zonas rebeldes, en Qalamun Al Nusra y EI colaboran en operaciones conjuntas. Desde el inicio del conflicto sirio, en marzo de 2011, Ersal ha sido simultáneamente el punto de salida para centenares de combatientes libaneses, que se han sumado a los rebeldes sirios, y de entrada para 120.000 refugiados sirios, que han cuadriplicado el número de habitantes de la ciudad.

Ante el recrudecimiento de los combates, decenas de vehículos huían este fin de semana de Ersal. A bordo de un camión, una veintena de niños, mujeres y hombres oriundos de la ciudad lograban escapar cruzando los puestos militares y con los rostros compungidos por el miedo y la falta de sueño. “Ha sido una noche horrible entre bombardeos y tiroteos. Hombres armados con banderines negros controlan el centro de la ciudad. Hemos podido escapar de milagro”, relataba Abu Mazen desde lo alto del camión.

Peor suerte han tenido el resto de los 35.000 libaneses y los 120.000 refugiados sirios atrapados en Ersal. Farah Hemede, libanesa de 42 años, relata desde la ciudad que ha logrado huir con los suyos a casa de familiares lejos de Ersal. Los refugiados sirios, sin vehículos ni lugar alguno donde huir, no pueden salir. “Varios morteros han alcanzado el campamento que habitábamos y varias tiendas han ardido. Hemos logrado huir a otro campamento más alejado. Llegamos a Ersal hace un año huyendo de la guerra en Qusair, y ahora la guerra vuelve a nosotros en Líbano. Ya no tenemos donde escondernos”, se lamentaba también por teléfono Abu Mazen, refugiado sirio y padre de cuatro hijos.

 

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