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Al menos 10 muertos en un nuevo ataque israelí a una escuela de la ONU en Gaza

Israel asegura que tiró contra “tres terroristas” que se desplazaban en moto

La morgue improvisada en la consulta dental de la Clínica Kuwaití de Rafah tiene solo una nevera, traída de una heladería, donde solo caben cadáveres menudos. Entraba bien el de Mohamed al Jashef, de 10 años, muerto en un bombardeo ayer por la mañana cuando salía de un refugio de la ONU a comprar dulces. Dos horas antes también cupieron los cuatro niños muertos de la familia Al Ghul, de Rafah, llegados tras el bombardeo israelí que reventó su casa cuando todos dormían. Los cadáveres adultos de ambos bombardeos esperaban amortajados a que alguien los reconociera, alineados a temperatura ambiente en el suelo de la antesala del dentista. El Ejército israelí admitió por la tarde que tiraron contra “tres terroristas” que viajaban en moto en las inmediaciones del refugio de Rafah, al sur de la franja de Gaza. El cráter y la escasa metralla de un proyectil sofisticado eran bien visibles a unos 8 metros de la entrada principal de la escuela media hora después del ataque de las 10.45.

Con el niño Al Jashef murieron en la entrada de la escuela otros ocho palestinos que habían buscado asilo bajo las siglas de Naciones Unidas, entre ellos varios desplazados. También murió uno de los guardas, Hayem Abu Hilal, que cuando explotó el proyectil estaba sentado en el recinto de la escuela. La habilitaron como refugio por la ONU en previsión de la ola de civiles palestinos que dan tumbos por Gaza desde que comenzó la operación militar israelí. Ya suman 460.000 desplazados, de los cuales más 2.700 se hacinan en la escuela atacada en Rafah. Son civiles de las zonas surorientales de la Franja, devastadas por la artillería, la aviación y los tanques de Israel. Solo entre el viernes y el domingo murieron en la región más de 200 palestinos bajo las bombas. La matanza del bombardeo del domingo fue la tercera entre los refugiados palestinos que buscaron el amparo de la ONU desde que comenzó la operación militar israelí, iniciada el pasado 8 de julio.

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Unos jóvenes del refugio de Rafah baldeaban media hora después del ataque los grandes charcos de sangre en el patio del colegio. A menos de diez metros del portón de la escuela, pintado del azul que distingue a Naciones Unidas, un agujero estrecho y profundo en el asfalto indicaba el impacto. El director de regional en Rafah de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), Yousef Musa, recordaba las dos matanzas anteriores en sendos bombardeos en escuelas refugio de las zonas norteñas de Beit Hanún y Yabalia. En cada una murieron 16 personas bajo la artillería y los tanques israelíes. Un portavoz del Ejército israelí aclaró el domingo por la tarde que las Fuerzas Armadas “no se ha puesto a los civiles entre sus objetivos”.

En Gaza han muerto ya 1.766 palestinos desde que Israel comenzó su operación militar sobre la Franja, hace 27 días. Tres cuartas partes de los fallecidos eran civiles. Más de 350 eran niños, según UNICEF. También han muerto 64 soldados israelíes en combate y tres civiles alcanzados por proyectiles disparados desde Gaza, gobernada entre 2007 y 2014 por el grupo islamista Hamás, considerado grupo terrorista por EE UU y la UE.

El viernes por la mañana, el mando israelí dijo sospechar que los milicianos de Hamás habían capturado a un teniente llamado Hadar Goldin. Acusaron a las milicias de haber roto la tregua de tres días que acababa de comenzar a las 8 de la mañana. El domingo, el portavoz del Ejército israelí Peter Lerner dijo que “los datos recopilados permiten suponer que Goldin murió en el ataque inicial” de los milicianos. Israel desató en la mañana de viernes un implacable fuego de artillería que devastó la zona de Rafah donde se sospechaba la captura de Goldin. El brazo armado de Hamás aseguró el sábado que los combates ente sus fuerzas y el Ejército se libraron una hora antes del comienzo alto el fuego. En Hamás dicen suponer que el teniente murió en los bombardeos israelíes junto a sus presuntos captores.

Mohamed Bahabsa, de 20 años, estaba aún dentro de la escuela refugio de Rafah cuando explotó el proyectil que mató a 10 personas a las 10.45 de ayer. Él también quería salir a comprar “galletas y bizcochos” para su familia, pero la metralla lo alcanzó en el hombro y en las dos piernas. A mediodía se sentaba a la sombra frente a la atestada Clínica Kuwaití de Gaza. Hablaba bajo, apretando los dientes, con la camiseta ensangrentada y agujereada por la metralla. El alto el fuego del viernes le había hecho creer “que podría regresar a casa” al este de Rafah, tras 15 días en el refugio. Llegó a las siete y media. La encontró destruida y se puso a “arreglar lo que podía”, hasta que “empezaron los bombardeos israelíes, muy poco después de las ocho”. Volvió a la escuela, donde lo bombardearon el domingo.

Los suburbios del este de Rafah son una cordillera de ruinas. El Ejército siguió atacando la zona, aunque diversos medios israelíes informaron ayer de la retirada de buena parte de las tropas hacia territorio israelí. Un portavoz militar habló de la “reubicación” de sus fuerzas hacia “otras zonas de la frontera”. Israel anunció el lanzamiento de “55 proyectiles” contra su territorio el domingo, mientras continuaban los esfuerzos diplomáticos en Egipto en busca de un alto el fuego duradero entre Israel y las facciones palestinas de Gaza.

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