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Tribuna
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Locos por China

¿Existen líderes dispuestos a que el gigante haga prevalecer los Derechos Humanos por encima del interés económico?

El próximo viernes 18 de julio llegará a la Argentina Xi Jinping, Jefe de Estado de la República Popular de China, para formalizar una importante cantidad de acuerdos de inversión. Obviamente, la delicada cuestión sobre las violaciones a los derechos humanos en China estará ausente en las conversaciones, a pesar de que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (CFK) se atribuye un liderazgo internacional en la materia.

Esta no será la primera vez en que un gobierno kirchnerista recibirá con los brazos abiertos al mandatario del régimen de partido único que gobierna en China. En el caso del gigante asiático, Cristina Fernández no condiciona la relación a la falta de legitimidad democrática de su gobierno, como en su momento lo hizo con Honduras y Paraguay. Como se dice popularmente en Argentina, “billetera mata galán” y aplicado a la política exterior “billetera mata derechos humanos”.

Pero sería muy injusto el limitar al gobierno de CFK este cuestionamiento a la demagógica defensa internacional que se hace de los derechos humanos, pues a ningún gobierno democrático de América Latina – ya sean de izquierda, centro o derecha - se le ocurriría plantear un reparo a China por las violaciones a las libertades fundamentales que allí se producen. Incluso, han claudicado casi todas las democracias desarrolladas y hasta puede pasar con países con tradición comprometida internacionalmente con los derechos humanos.

Como ejemplo, hace unos días organizaciones de la sociedad civil de la República Checa escribieron una carta abierta al Primer Ministro, Canciller y Ministro para los derechos humanos de su país pidiendo que renueven el compromiso checo en la defensa de los derechos humanos en el mundo. Entre los firmantes se destacan organizaciones de apoyo al Tíbet, la filial checa de Amnistía Internacional, la Biblioteca Václav Havel y la entidad humanitaria People In Need. Al respecto, Radio Praga destacaba que “funcionarios checos y chinos firmaron recientemente un acuerdo comercial, que incluyó un pasaje que dice que la República Checa respeta la integridad territorial de la República Popular de China y no apoya la independencia del Tíbet”.

Lo concreto es que para la concepción universal de los derechos humanos y el ideal de la globalización de la democracia, la dictadura china representa su mayor desafío no sólo pretendiendo ofrecer un modelo político, económico y social alternativo, sino internacionalizando la censura a las críticas. Y aquí vale la pena detenerse en algunos de los cuestionamientos a la mayor dictadura del mundo.

Durante la realización del examen periódico universal de China en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el día martes 22 de octubre del año 2013, el informe del organismo internacional señaló lo siguiente: los datos sobre la pena de muerte seguían considerándose secreto de Estado; existen casos de desapariciones forzadas; las instituciones psiquiátricas practican una “terapia correctiva” que se asemeja a tratamientos inhumanos y degradantes; se registran casos de secuestro y trabajo forzado de miles de personas con discapacidad intelectual, especialmente niños en condiciones de esclavitud en Shanxi y Henan; los practicantes de Falun Gong están bajo un régimen de restricciones muy fuerte; las campañas de “reeducación patriótica” han dado lugar a la clausura de monasterios budistas; la libertad de los medios de comunicación y del mundo académico se está deteriorando como se vio con casos de detenciones, agresiones y acoso de periodistas y profesores universitarios; encarcelamiento y/o detención arbitraria/desaparición, amenazas y actos de hostigamiento y tortura contra defensores de los derechos humanos así como de sus familiares, por ejercer pacíficamente su derecho a la libertad de expresión y uso excesivo de la fuerza contra manifestantes pacíficos; las mujeres con discapacidad están sometidas a la esterilización obligatoria y al aborto forzado; la estricta política de planificación familiar conduce al abandono de niños, sobre todo las niñas y los que sufren una discapacidad.

A pesar de estos serios cuestionamientos y muchos otros más, como la impunidad en la matanza realizada en la plaza Tiananmen hace veinticinco años; en los ámbitos políticos, académicos e inclusive en las notas periodísticas, la grave situación de los derechos humanos en China es mayormente ignorada.

Podría hasta comprenderse la falta de sensibilidad por parte de la comunidad empresarial, pero resulta insólito el análisis frívolo de la realidad china desde ámbitos en los cuales se supondría que no prevalece la lógica de “negocios son negocios”. Así, pueden encontrarse “centros de estudio” y “observatorios” sobre las relaciones con China, y hasta “grupos de amistad parlamentaria” con el régimen de partido único chino conformado por legisladores de todos los bloques políticos. En todos estos casos, el pequeño detalle del sistema político chino está ausente.

De esta manera, mientras un sector importante de la opinión pública enloquece ante las oportunidades que supuestamente ofrece el gigante asiático, los periodistas Juan Pablo Cardenal y Heriberto Araújo advierten en el epílogo del extraordinario libro “La silenciosa conquista china” que “el sistema que – aún siendo imperfecto – más prosperidad, bienestar, justicia, libertad e igualdad ha dado al ser humano de cuantos ha concebido el Hombre – la democracia – debe competir ahora con el ‘consenso de Pekín’, como se ha etiquetado al modelo chino”.

Habrá que ver entonces si hay líderes democráticos dispuestos a competir con China y sus aliados en la defensa de valores universales, haciendo prevalecer a la Declaración de Derechos Humanos de 1948 por encima del interés nacional estrictamente económico. 

Gabriel C. Salvia es Director General del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL). Twitter: @GabrielSalvia

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