Señales de confianza en el futuro
Los mercados han celebrado las políticas emprendidas por el Gobierno mexicano encabezado por Peña Nieto
El viento vuelve a soplar a favor de México. Ahora que las costuras de la economía brasileña empiezan a tensarse y que, pese al respiro que ofrece el Mundial de fútbol, las perspectivas aparecen cada día más complicadas para el Gobierno de Dilma Rousseff, los inversores vuelven su mirada a la economía mexicana. El proceso de reformas emprendido por Enrique Peña Nieto ofrece muchas oportunidades de inversión, en un momento de elevada liquidez mundial a la búsqueda ansiosa de rentabilidad. Nadie quiere dejar de participar en el festín liberalizador, pero el entusiasmo está contenido. Los mercados han celebrado con alborozo las reformas del presidente, pero quieren hechos concretos antes de embarcarse en la aventura mexicana. No sería la primera vez que la oportunidad pasa de largo por el país y 2014, que parecía el año de México, no ha empezado con buen pie.
“Esperamos que el impacto de las subidas de impuestos se vaya diluyendo en 2015”
En el primer trimestre, la economía creció un 1,8% en términos interanuales, pero si se eliminan los efectos de calendario, el alza es de apenas el 0,6%. El crecimiento de Estados Unidos, del que tanto depende la economía mexicana, decepcionó a la baja, y el consumo se vio frenado por el impacto de algunas subidas de impuestos puestas en marcha por el Ejecutivo de Peña Nieto. BBVA Research ha revisado a la baja sus previsiones para el país del 3,5% al 2,4%, y Capital Economics, del 3,7% al 3%, lo que al ritmo actual supone que la actividad tiene que acelerarse considerablemente en la segunda mitad del año. “Esperamos que el impacto de las subidas de impuestos se vaya diluyendo en 2015”, apuntaban los analistas de Nomura en un reciente informe.
En la última década, México apenas ha obtenido algún beneficio de los tres grandes motores del crecimiento global: ni sus tasas de crecimiento han alcanzado los niveles de otros emergentes, ni el boom de las materias primas ha reportado grandes ingresos para el país, ni siquiera el auge de la deuda, con lo bueno y con lo malo que eso tiene, ha propiciado un aumento de las inversiones. Es el único país, entre los emergentes, donde el peso de la inversión extranjera directa ha caído por debajo de los niveles de 2004; si a principios de los años 2000 México y China tenían el mismo peso en las importaciones de Estados Unidos, el peso de China ha crecido hasta el 25% y las de México siguen estancadas en el 12%.
Mejor nota
A cambio, el país ha logrado un entorno de estabilidad macroeconómica y baja inflación, pero con unas tasas de crecimiento poco superiores al 2%, un ritmo incompatible con una mejora de la renta real. “México ha crecido por debajo de sus posibilidades”, sentenciaba Clàudia Canals, del departamento de economía internacional del área de estudios de La Caixa. “Es verdad que son tasas de crecimiento muy bajas, demasiado para un país con una renta per capita de 11.200 millones de dólares (8.229 millones de euros)”, explica desde Buenos Aires Sebastián Briozzo, analista principal de Standard & Poor’s para México.
La agencia de calificación ha elevado recientemente un escalón la nota del país (hasta BBB+) precisamente por la aprobación del programa de reformas, “que debería impulsar las perspectivas de crecimiento de la economía y la flexibilidad fiscal en los próximos años”, señalaba S&P en diciembre. Pero la agencia advierte que la nueva nota está muy condicionada. “El fracaso en implementar de forma efectiva las recientes reformas en los próximos años podría contribuir a un menor crecimiento y a una menor confianza de los inversores” y, con eso, “la resultante erosión del perfil económico y financiero de México podría llevar a una rebaja de la calificación”. Moody’s también elevó la nota del país en febrero y teme tanto un retraso en la tramitación legislativa como un débil desarrollo de las leyes.
"En México hay mucha capacidad del sector privado para financiar mayores inversiones"
Pese a todo, hay muchos factores que juegan a favor de México. La economía ha recuperado buena parte de la competitividad perdida, los países asiáticos ya no enarbolan la bandera de los bajos costes y sus divisas se han fortalecido tras más de una década de fuerte crecimiento e inversión. Además, la nación se beneficia de grandes recursos de gas natural barato que favorecen la producción eléctrica frente a otras fuentes energéticas, y “como México tiene un bajo nivel de endeudamiento, hay mucha capacidad del sector privado para financiar mayores inversiones”, subrayan los analistas de Bridgewater, el mayor fondo de inversión del mundo.
“El futuro es muy distinto de lo que era para México hace 10 años”, insiste Briozzo. “A diferencia de Brasil, que en promedio ha crecido un poco más estos años, allí no hay espacio político para abordar las reformas necesarias”, concluye. Esas perspectivas ya han tenido efectos sobre la inversión. La aportación de capital extranjera en la economía mexicana alcanzó los 35.000 millones de dólares en 2013 (25.716 millones de euros), muy por encima de los niveles alcanzados en años anteriores. “Esto demuestra que hay confianza en el país y en el Gobierno actual, ahora y de cara al futuro”, subraya Juan Ramón Cuadrado, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Alcalá y experto en economía latinoamericana.
Según un informe de IE Business School, México es el destino favorito de las empresas españolas en 2014, por delante de Brasil y Colombia. Ya hay más de 4.800 compañías españolas con inversiones en el país, sobre todo en el sector servicios, y con 43.000 millones de dólares (31.600 millones euros) de inversión acumulada, España se convierte en el segundo inversor extranjero directo en México, solo por detrás de Estados Unidos.
Más aún, BBVA Bancomer y Banco Santander controlan el 40% de los activos del sistema bancario, y muchas empresas como OHL, Abengoa, Gamesa, Iberdrola, Acciona, Codere o Gas Natural tienen una presencia mayoritaria entre las concesiones de infraestructuras y energía. En los últimos años el fenómeno se ha invertido y los grandes patrimonios mexicanos –Ernesto Tinajero, Gustavo Tomé, David Martínez, la familia Del Valle, el grupo ADO, Grupo Modelo o Bimbo México– han multiplicado sus inversiones en España en sectores hasta ahora muy controlados por los capitales españoles, como la banca.
Son muchas las expectativas que ha suscitado el plan reformista, pese a que algunas medidas, como los cambios tributarios, se hayan quedado por debajo de lo esperado. “La aprobación en un año de seis reformas del calado de las mencionadas [energía, fiscal, laboral, educativa, financiera y telecomunicaciones] no es frecuente en una economía de mercado”, apuntaba en su informe Canals. De hecho, según los expertos de Bridgewater, si las reformas se ponen en marcha en su totalidad, el crecimiento potencial de la economía mexicana podría aumentar dos puntos porcentuales, hasta el 5% anual, sobre todo gracias al impulso de la reforma energética.
El temor es que la tramitación parlamentaria de las leyes se dilate mucho en el tiempo, por enfrentamientos políticos, y que ello diluya el impulso reformista. “Quizá podría cumplirse aquello de ‘haga usted las leyes y déjeme a mí los reglamentos’, lo que podría conducir a rebajar sustancialmente las reformas en la práctica”, advierte Cuadrado.
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