El Ejército declara el estado de excepción en Tailandia por la turbulencia política
Los militares niegan que se trate de un golpe de Estado El primer ministro propone la celebración de elecciones el 3 de agosto
El Ejército de Tailandia ha declarado esta madrugada el estado de excepción, en un movimiento sorpresa con el que, según asegura, pretende restablecer el orden tras seis meses de turbulencia política, protestas y atentados que han costado la vida a 28 personas. Soldados en vehículos armados con metralletas patrullan las calles de Bangkok y han tomado el control de las cadenas de televisión. El Gobierno, sin embargo, sigue al frente del país. Los militares, que han impuesto también la censura en los medios de comunicación, han afirmado que “no se trata de un golpe (de Estado)”. El primer ministro, Niwatthamrong Boonsongphaisan, ha respaldado la decisión del Ejército y ha propuesto la celebración de elecciones el 3 de agosto, en lugar del 20 de julio como estaba previsto.
El Gobierno no fue informado de la decisión castrense antes del anuncio realizado en la televisión a las 3 de la mañana (cinco horas menos en la España peninsular). El jefe del Ejército, el general Prayuth Chan-ocha, dijo que han asumido el mando de la seguridad pública, debido a las continuas protestas, que han costado vidas y causado daños. “Tememos que esta violencia pueda dañar la seguridad del país en general. Así que, con objeto de restablecer la ley y el orden del país, hemos declarado la ley marcial [el estado de excepción]”, aseguró. “Pido a todos los grupos activistas que pongan fin a todas sus actividades y cooperen con nosotros para salir de esta crisis”. Manifestantes partidarios del Gobierno y contrarios a él están acampados en diferentes lugares de Bangkok. Los militares les han ordenado que permanezcan donde se encuentran y no emprendan marchas para evitar enfrentamientos.
Prayuth se ha reunido hoy con responsables de diferentes organismos gubernamentales y Gobiernos provinciales, pero no con miembros del Ejecutivo. Ha afirmado que el estado de excepción durará hasta que “el país sea seguro y haya estabilidad”. Mientras, la vida en la capital transcurre con normalidad, salvo la fuerte presencia de soldados. Colegios, empresas y sitios turísticos funcionan como de costumbre.
Los militares asumen las tareas relacionadas con la seguridad
El Gobierno, que rechazó el lunes las presiones de los manifestantes y un grupo de senadores para que dimita, ha saludado la iniciativa militar para restablecer el orden y ha dicho que, aunque no fue informado previamente, sigue al frente del país. “El Gobierno no tiene ningún problema con esto y puede gobernar el país de forma normal”, ha declarado esta mañana el ministro de Justicia, Chaikasen Nitisiri. Posteriormente, el primer ministro, Niwatthamrong Boonsongphaisan, ha señalado en un breve comunicado que el Gobierno espera que la declaración del estado de excepción “traiga la paz de nuevo a cada grupo y cada parte”. Niwatthamrong ha asegurado que confía en que la medida ayude a la celebración de elecciones, y que el Gobierno llevará a cabo reformas, que no ha detallado, antes de los comicios. Los manifestantes antigubernamentales, que pretenden derribar al Ejecutivo, defienden que no puede haber nuevas elecciones mientras no se produzcan reformas que pongan fin al dominio del multimillonario y exjefe de Gobierno Thaksin Shinawatra, hermano de la recientemente depuesta primera ministra Yingluck Shinawatra.
El ministro de Educación, Chaturon Chaisang, sin embargo, ha arremetido en su página en Facebook contra el movimiento del Ejército, que, según ha dicho, no es una respuesta a la crisis, y ha advertido que podría desembocar en “una situación en la cual los militares no tengan otra opción que dar un golpe”, informa Associated Press. Los problemas de Tailandia son “fundamentalmente problemas políticos que deben ser resueltos a través de los procesos políticos de la democracia (…) no mediante medidas militares o de seguridad”. La Constitución de Tailandia otorga al Ejército el derecho a declarar el estado de excepción en caso de necesidad urgente.
Jatuporn Prompan, líder de los denominados camisas rojas -los partidarios de los Shinawatra-, ha asegurado que su grupo puede aceptar el estado de excepción, pero “no tolerará un golpe u otra medida no constitucional”.
Tailandia está sumida en una profunda crisis política desde que en 2006 un golpe militar depuso al jefe de Gobierno, Thaksin Shinawatra, un antiguo magnate de las telecomunicaciones convertido en político. Thaksin fue acusado de corrupción, abuso de poder y falta de respeto al rey Bhumibol Adulyadej. Desde entonces, los partidarios y los detractores de Thaksin están enzarzados en una lucha de poder.
La última ronda de enfrentamientos comenzó en noviembre pasado, cuando manifestantes contrarios al Gobierno se echaron a la calle para intentar expulsar del cargo a la entonces primera ministra, Yingluck Shinawatra. Yingluck disolvió la Cámara Baja del Parlamento en diciembre, pero no logró poner fin a las protestas contra su gabinete. Las elecciones celebradas en febrero pasado fueron anuladas por el Tribunal Constitucional por haber sido interrumpidas en numerosas circunscripciones.
El embrollo político tailandés se hundió aún más a principios de este mes, cuando el 7 de mayo el Constitucional ordenó a Yingluck y a nueve miembros de su Gobierno que abandonaran el cargo por abuso de poder, una decisión que ha sumido el país en el limbo político y no ha aliviado la crisis. Niwatthamrong Boonsongphaisan, viceprimer ministro y ministro de Comercio con Yingluck, es primer ministro interino desde entonces.
Los militares tailandeses, que son percibidos como próximos a los manifestantes antigubernamentales, han dado 18 golpes de Estado, 11 de ellos con éxito, desde el fin de la monarquía absolutista en 1932. A lo largo de hoy, han publicado varios decretos; entre ellos, uno en el cual ordenan a cadenas de radio y televisión que estén preparadas para interrumpir en cualquier momento las emisiones y publicar comunicados militares. Al menos, 10 cadenas privadas de televisión con afiliación política, de ambos lados, han sido obligadas a cesar sus emisiones obligadas por el Ejército.
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