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El alcalde, el matón y el enmascarado

La Tuta, el narco al que el Gobierno prevé detener en una semana, imponía su ley a los políticos de Michoacán

Juan Diego Quesada
Captura del vídeo que muestra a La Tuta reunido con un exalcalde y otros funcionarios del Gobierno de Michoacán.
Captura del vídeo que muestra a La Tuta reunido con un exalcalde y otros funcionarios del Gobierno de Michoacán.

En una mesa están sentados un alcalde mexicano y un narcotraficante. El político guarda silencio, se encoge de hombros, asiente. El capo levanta la voz y se carcajea. Se vanagloria de controlar a la policía y de poder matar a un hombre si así lo quiere, "diosito santo" mediante. Durante la conversación golpea con los nudillos la mesa de plástico y le da palmaditas en la espalda al alcalde, como dejando muy claro una cosa: aquí mando yo.

La escena está recogida en un vídeo que circula estos días por YouTube. El que lleva la voz cantante es uno de los narcotraficantes más buscados de México, un antiguo profesor de escuela llamado Servando Gómez y apodado La Tuta. Se hizo muy popular por grabar mensajes dirigidos al Gobierno en entornos bucólicos, con vacas pastando de fondo. Las autodefensas, los vecinos y labradores que se levantaron contra el reino del terror que habían impuesto la Tuta y los suyos, Los Caballeros Templarios, andan buscándolo en cuevas recónditas de Michoacán. "Tuta, ¿andas por ahí?", gritaba uno de los líderes de la revuelta, Papá Pitufo, mientras trepaba días atrás por rocas escarpadas.

El alcalde ha corrido peor suerte, por el momento. Arquímedes Oseguera Solorio ha sido detenido por posibles vínculos con el narcotráfico, básicamente por su amistad con Servando. Las autoridades lo involucran en delitos de secuestro y extorsión. Oseguera, del PRD, el principal partido de la izquierda mexicana, no estaba a cargo de un lugar cualquiera. Gobernaba la ciudad de Lázaro Cárdenas, donde se encuentra el puerto de transporte de cargas más importante de México. El cartel operaba desde ahí uno de sus negocios más lucrativos, el de la minería ilegal, concretamente el del hierro extraído de las cuencas cercanas.

El otro protagonista de esta historia es un señor enfundado en una camiseta de fútbol, quien subió el vídeo a la red, un personaje cada vez más popular que se hace llamar el Uchepo Vengador. Suma más de 60.000 seguidores entre Twitter y Facebook. Su nombre viene de una especie de tamal, una tortita mexicana envuelta con hojas, aunque esta es de sabor dulce. Aparece con un gorro y una máscara. En la pared de la que parece ser su habitación cuelga las fotos del rostro de los templarios. "Quihubo, compas. Una vez más hay sorpresas en nuestro bello Michoacán", comienza a decir delante de la cámara, poco antes de dar a conocer el vídeo que deja al descubierto lo que era bien sabido pero que no deja de sorprender cuando se ve con los propios ojos: el narco había suplantado al Estado en Michoacán. Uchepo no ha revelado su identidad por seguridad y dice que más adelante podría responder a algunas preguntas que le planteó este periódico.

Lo que viene a continuación es la imagen del alcalde, su tesorero (también detenido) y La Tuta. Un cuadro que colgado en cualquier museo dentro de un siglo podría resumir una época. Hay otros cuatro tipos que no han sido identificados. Sobre la mesa, botellas de agua, servilletas de papel y un refresco de naranja . "Aquí queda claro que nos vamos a apoyar", suelta el profesor de buenas a primeras. Servando pontifica y los demás le dan la razón.

Entre las ocurrencias y los chistes del narcotraficante hay una frase que resume el papel que ha cumplido en estos años: "Me queda claro que el Gobierno federal ni el Gobierno estatal han erogado recursos. Nada". Gómez, siendo profesor de escuela, comenzó a interesarse por los problemas de los drogadictos. Parte de la base de los Templarios la conforman yonquis en rehabilitación permeables al discurso mesiánico y de salvación que le proponen gente como la Tuta o en mayor medida El Chayo, otro líder del cartel que fue abatido en marzo. Las autoridades lo dieron por muerto en 2009, y su presencia, un tanto fantasmagórica, causaba una honda impresión en los trabajadores del cartel que lo creían muerto.

Con ese batallón de leales, Los Templarios pudieron echar de Michoacán a Los Zetas, el cartel más sanguinario. Con ese éxito, la Tuta se presentó como un garante de la tranquilidad y la estabilidad social. La Tuta se ve como una especie de Robin Hood con diente de oro que cuida del pueblo de maleantes y de la dejadez de un Gobierno mexicano lejano y despreocupado. El Estado Soy Yo, venía a decir La Tuta a los que se acercaban a escucharle.

En realidad se había hecho cargo del negocio de los reyes que había destronado: tráfico de drogas, secuestro, extorsión a empresarios y asesinatos. Suele llevar una gorra, lo que es casi un imagen de marca y le gusta apostar fuerte en las peleas de gallos.

En un momento dado, en el vídeo con el alcalde se levanta de la mesa y hace como que habla por teléfono mientras dice "a güevo" y "me vale verga". Los presentes no paran de reír. La escena remite a una opereta de baja estofa pero la violencia en Michoacán no tiene ninguna gracia. En 2013, fueron asesinadas 990 personas, según un conteo de la Secretaría de Seguridad Pública de Michoacán, un estado con 4,3 millones de habitantes. El Gobierno de Peña Nieto ha desplegado desde enero un macrooperativo compuesto por policías y militares para recuperar un Estado que estaba en manos de gente como este señor tan lenguaraz.

En el paseo que se da entrando y saliendo de cámara, se observa que Servando Gómez lleva una pistola en el cinto y un walkie talkie. "A ese yo lo mato hijo de su puta madre, tú sabes", se le oye decir al capo, aunque no se entiende bien a quién se refiere. Aunque la conversación parece relajada y distendida, en todo momento blande un dedo amenazante. Aquí manda (mandaba) La Tuta. El Gobierno mexicano ha asegurado que lo capturará antes del 10 de mayo. Quedan siete días.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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