Mariúpol eleva la tensión
La ciudad fue escenario de una escalada de la violencia, con tres muertos, y de la deserción de militares ucranios
La ciudad de Mariúpol, en la costa del mar de Azov, llegó a alcanzar niveles máximos de tensión tras los enfrentamientos entre activistas de la autoproclamada República Popular de Donetsk (RPD) y fuerzas del Ministerio del Interior en una base perteneciente a este departamento. Los enfrentamientos, que se saldaron con tres muertos, 13 heridos y 63 detenidos en la noche del miércoles, supusieron una escalada de la crisis en Ucrania, que pese al acuerdo de Ginebra es aún un potencial objetivo de incursión rusa, según confirmó el presidente Vladímir Putin, en la sesión anual de comunicación multimedia con sus ciudadanos.
Dos son las versiones de lo ocurrido en Mariúpol. Según una de ellas, avalada por las autoridades ucranias, los activistas armados asaltaron la base. Según la versión de la RDP, los activistas fueron víctimas de una “provocación”, pues recibieron una llamada en la que se les comunicaba que “la base quería pasarse del lado del pueblo” y al llegar se encontraron con “miembros del Sector de Derechas”. Fuera como fuera, se lanzaron cócteles mólotov, hubo disparos, cristales rotos, un autobús destrozado y las verjas de la guarnición sacadas de quicio y convertidas en chatarra.
El jueves, los ciudadanos de Mariúpol fueron exhortados a acabar el trabajo a las tres de la tarde y marcharse a casa, según manifestó una simpatizante de la RPD por teléfono desde la ciudad, que, según esta fuente, ha estado tranquila pero tensa.
El incidente del miércoles pasado, en el que los militares tripulantes de seis carros de combate ucranianos se pasaron del lado de la RPD en Kramatorsk, había causado una expeditiva reacción del presidente ucranio en funciones, Alexandr Turchínov, que amenazó con disolver la 25 brigada motorizada de Dnepropetrovsk, la unidad del Ejército a la que pertenecían los militares convertidos en simpatizantes de los activistas prorrusos.
Los tanques fueron conducidos por sus tripulantes, participantes en la “operación antiterrorista”, desde Kramatorsk a Slaviansk portando como enseña la bandera rusa.
El incidente pone de manifiesto tanto el estado de las Fuerzas Armadas de Ucrania como la frágil lealtad de éstas a los dirigentes provisionales del Estado en Kiev.
La fiscalía de Donetsk ha incoado un proceso criminal por la entrega del equipo y armamento a las milicias prorrusas y a los soldados les amenazan penas de hasta 15 años de prisión.
Ante la Rada Suprema (el Parlamento) en Kiev, Turchínov prometió que los uniformados serían juzgados y que la brigada cuyos soldados “mostraron cobardía y entregaron las armas, será disuelta”, dijo.
Los oligarcas ucranios, por su parte, tratan de paliar con dinero la tibieza del Ejército. El vicegobernador de Dnepropetrovsk, Boris Filátov, ha dicho que las autoridades están elaborando un mecanismo para comprar las armas incontroladas y la entrega de “mercenarios”. El gobernador de Dnepropetrovsk es el oligarca Igor Kolomoski.
En Donetsk, la RPD envió a sus representantes al aeropuerto de la ciudad alegando que en las instalaciones de éste se habían refugiado “mercenarios”. Los representantes del RPD mantenían conversaciones con el director del aeropuerto. Durante el día, el cielo de la ciudad fue cruzado varias veces por cazas militares ucranios.
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