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La recuperación china supone un respiro para Brasil

Como principal socio comercial, los movimientos del gigante asiático tienen un peso decisivo para la economía brasileña

Las acciones de China para estimular su economía con el objetivo de mantener una tasa de crecimiento superior al 7% suponen un respiro para Brasil –que tiene a Pekín como su mayor compañero comercial– y para el resto de Latinoamérica. En la bolsa brasileña, por ejemplo, algunas acciones de peso, como las de la minera Vale, cotizaron al alza ante la perspectiva de un inminente anuncio de nuevos incentivos económicos en el país asiático.

China fue el destino de más del 19% de las exportaciones brasileñas (9.500 millones de dólares) y fuente del 17,5% (9.700 billones de dólares) de las importaciones de Brasil durante el primer trimestre de este año. En las ventas brasileñas al exterior, por ejemplo, Pekín respondió por casi el doble del volumen registrado por los Estados Unidos, el segundo en el ranking por países. El intercambio de Brasil con el territorio asiático fue el que más aumentó en el primer trimestre de 2013, llegando a un alza del 22% de las exportaciones brasileñas. Entre 2000 y 2005, China ya había saltado de una modesta 12ª posición a la tercera del ranking de los socios comerciales de Brasil y avanzó hasta hacerse el socio número uno.

En la cesta de productos, las ventas al país asiático se concentran principalmente en productos minerales y agrícolas, como hierro, soja y petróleo – lo que se traduce en cuestionamientos constantes sobre la diversificación de las exportaciones brasileñas–. En las compras realizadas por Brasil destacan los bienes manufacturados, que son productos de mayor valor agregado, y tecnología.

“Estamos especializándonos en la exportación de materias primas, con más del 90% de las ventas externas totales concentradas en apenas cinco productos básicos. Esa parcela aumenta a medida que el comercio con China se intensifica sobre el resto”, explica Luís Afonso Lima, presidente de la Sociedad Brasileña de Estudios de Empresas Transnacionales y Globalización Económica (Sobeet).

“No sé si especializarse en esas productos es una decisión voluntaria de Brasil. Algunos países, como Chile, hicieron eso y les salió bien. ¿ Pero ese es el camino correcto o el modelo a seguir? Estoy un poco preocupado por el largo plazo, por la diversificación de la cesta de exportaciones, por los productos de mayor valor agregado”, añade Lima, que aún destaca el fuerte desarrollo del parque industrial chino que lo convirtió en competidor global en manufacturas.

Por otro lado, los chinos amplían sus tentáculos en Brasil en los sectores más variados. Las inversiones asiáticas van de la compra-venta de tierras a la industria de máquinas, pasando por proyectos de explotación de petróleo junto con Petrobras. Un estudio hecho por Lima el año pasado, a partir de los datos de la Red Nacional de Informaciones sobre Inversiones (Renai), del Ministerio de Desarrollo, muestra que entre 2004 y el primer semestre de 2012 China anunció 121 proyectos en territorio brasileño, que sumaron más de 25.000 millones de dólares. El año pasado, los chinos ganaron la subasta del Campo de Libra, con perspectivas de explotación de petróleo en el profundo pre-sal brasileño. Junto a la francesa Total y la anglo-holandesa Shell, las dos petroleras chinas CNOOC y CNPC se unieron a Petrobras para garantizar el suministro de la materia prima a largo plazo.

El avance chino en el comercio también se da a gran escala en Latinoamérica. Un informe de la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe (CEPAL) adelantó al final del año pasado que el gigante asiático superará a la Unión Europea como segundo mayor destino de las exportaciones del continente hasta 2016, quedando atrás solo de los Estados Unidos. Para que eso suceda, basta que los niveles actuales de crecimiento en las relaciones comerciales de Pekín con los latinoamericanos se mantengan. Entre 2000 y 2012, el comercio chino con Latinoamérica creció nada menos que 21 veces, lo que solo ratifica el protagonismo del país asiático en las relaciones con los países de la región.

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