“Crimea no era como Cataluña, nunca hubo banderas rusas en las ventanas”
Olga Dukhnich, profesora en la universidad de Simferópol, ha resaltado en un encuentro en Madrid el multiculturalismo crimeo
“Hace tres meses por la calles de Crimea no había ni una bandera rusa. Crimea no era como Cataluña, nunca hubo símbolos independistas colgando en la calle”. Olga Dukhnich, profesora en la Universidad Taurida Nacional V. I. Vernandski de la capital crimea, Simferópol, ha escogido estas palabras para arrancar su intervención en la conferencia que la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE) ha organizado este martes en Madrid para debatir sobre el “incierto futuro de Ucrania”. Dukhnich, que reside en la península que Moscú arrebató vía referéndum a Ucrania, vive en primera persona la transición tras la anexión a Rusia. “Si me quedo en Crimea corro el riesgo de perder la ciudadanía ucrania. Todos los tramites puestos en marcha por las autoridades rusas son inciertos y faltos de transparencia”, ha sentenciado.
La académica ha insistido en que el estatus de república autónoma que Crimea tenía dentro de Ucrania ha contribuido a que el multiculturalismo se arraigase en la región. “Solo dos de las alrededor de 300 escuelas crimeas adoptan el ucranio como idioma oficial, en todas las demás las clases se dan en ruso", ha aclarado Dukhnich, y ha agregado que la coexistencia entre los crimeos de origen ucranio, ruso, tártaro o griego nunca ha sido un problema. “Pero ahora los tártaros tienen miedo”, ha explicado, haciendo hincapié en la discriminación que esta minoría, unas 300.000 personas, afronta desde que las tropas rusas se apoderaron de la península. “Los rusos de Crimea siempre han vivido en un equilibrio entre cultura rusa y raíces ucranias. Entre ellos hay quienes no apoyan a las acciones de Moscú”, ha asegurado.
Más allá de las cuestiones políticas, la profesora ha dado la alarma con respecto a un problema inminente que tienen que solucionar las autoridades crimeas: “La crisis [política] conlleva la ausencia de turismo, que es la base de la economía local”. Un asunto aún más complicado por la falta de “espacio para el diálogo” que atribuye al actual Ejecutivo crimeo: “El Gobierno trabaja para Rusia y rechaza cualquier tipo de diálogo”.
El profesor de la Universidad Academia Mohyla de Kiev Oleksiy Haran, que también ha participado en el coloquio de Fride, ha coincidido con su compañera de Crimea. Haran ha asegurado que el sentimiento independentista era menor antes de la intervención rusa y ha citado un sondeo del Instituto Republicano Internacional (IRI) que en febrero cifraba en 41% los crimeos partidarios de la anexión a Rusia y en el 45% los que querían seguir en Ucrania. Datos que contrastan con que el sí a la secesión en Crimea superara el 90%. El profesor ucranio ha aclarado que su país no necesita que se federalice el Estado (como propone Rusia) sino una descentralización del poder. Ha hecho hincapié en que el pasado 21 de febrero “el futuro de Ucrania no era incierto. Al revés, el entonces presidente Víctor Yanukóvich había firmado un acuerdo con la oposición que preveía volver a las reformas constitucionales de 2004, que hubiesen reequilibrado los poderes entre presidente de la república y el Parlamento y estabilizado el país”. Al día siguiente del pacto, Yanukóvich huyó a Rusia.
Sin embargo, precisamente la “falta de un plan B” por parte de la Unión Europea tras la fuga de Yanukóvich ha constituido una de las principales causas de la difícil situación en el país, según Richard Youngs, investigador de Carnegie Europe, que se ha declarado de acuerdo con la necesidad de descentralizar la Administración estatal y ha llamado la atención sobre la necesidad de “dar un paso atrás” para valorar costes y beneficios de las futuras intervenciones de la UE en la crisis ucrania. En este sentido, Youngs ha advertido de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) no debería exigir unas condiciones "demasiado duras" a cambio de ayuda económica: “Hay que ser muy cuidadosos”.
Antes de que Youngs tomara la palabra, el director de investigación del Instituto para la Cooperación Euro-atlántica de Kiev, Oleksandr Sushko, ha indicado que la crisis en Ucrania ha supuesto una "ruptura de las reglas internacionales”. Según Sushko, Rusia ha aprovechado las protestas ucranias para alterar el equilibro mundial establecido tras la caída de la Unión Soviética. "Ucrania es un pretexto para construir una Europa bipolar: por un lado los países de la Unión Europea, por el otro las naciones bajo el dominio de Rusia".
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